«Eran militantes políticos y reivindicamos eso», sintetizó Viviana Nardoni, directora del Museo de la Memoria. Se refiere a los estudiantes secundarios desaparecidos en lo que se conoce como La Noche de los Lápices, ocurrida hace 44 años, entre el 16 de septiembre de 1976 y los días posteriores en pleno despliegue del terrorismo de Estado. Por lo menos diez jóvenes de entre 16 y 18 años fueron secuestrados en una serie de operativos de los llamados «grupos de tareas». En este marco, el Museo organizó dos jornadas de debate online bajo el título «Estrategias de convocatoria para la participación política joven».
Nardoni indicó que la selección del tema a trabajar este año está intrínsecamente relacionada al hecho histórico que conmemoran: las personas secuestradas eran estudiantes y militantes políticos. «No luchaban sólo por el boleto libre», aclaró sobre una de las consignas que reflejaba, como otras, toda una concepción social. Al mismo tiempo, prefirió hablar de «procesos históricos» más que «hechos políticos» ya que «no son hechos aislados sino partes de un plan de terrorismo de Estado del golpe cívico militar, tanto La noche de los Lápices como el 18 de septiembre de 2006 con la segunda desaparición de Jorge Julio López son hechos que forman parte de ese horrendo proceso que fue la dictadura cívico militar».
Dos encuentros
La institución programó dos encuentros que se podrán ver a través del canal de Youtube del Museo de la Memoria o su página en Facebook. El primero será este miércoles 16 de septiembre a las 18, moderado por la psicóloga Alejandra Cavacini que es coordinadora del Departamento de Articulación Territorial Museo de la Memoria. Se debatirán estrategias de convocatoria para la participación política joven desde los ámbitos territoriales, secundarios y universitarios.
El diálogo será entre Constructores Territoriales en Derechos Humanos del museo, representantes de Feser –Federación de Estudiantes Secundarixs de Rosario– y representantes de FUR –Federación Universitaria de Rosario–.
El segundo encuentro será el miércoles 23 de septiembre a las 18. En este caso, coordinado por jóvenes voluntarios y constructores territoriales en derechos humanos del Museo de la Memoria. El diálogo será con jóvenes representantes de distintos sindicatos y gremios y el eje, pensar estrategias de convocatoria para la participación política joven desde los ámbitos gremiales. Son las dos fechas ya definidas, pero la idea es que los encuentros continúen en octubre.
Afiche de todos
El Museo invita a jóvenes de toda la ciudad a intervenir un afiche –que se puede descargar en esta web– con una frase, dibujo o imagen respondiendo a la pregunta «¿Cómo participás políticamente hoy?».
La idea es que los interesados en la propuesta lo impriman y lo cuelguen en la puerta de su casa, escuela, centro barrial o donde quieran, le saquen una foto y etiqueten al museo. Puede ser en Instagram (@museo_memoria) o Facebook (Museo de la Memoria).
«No hay una sola comunidad joven ni una sola identidad joven«
El 24 de marzo de 1976, las Fuerzas Armadas dieron un golpe de Estado y desplegaron un aparato represivo clandestino en todo el territorio nacional. El mismo incluyó detenciones ilegales en centros clandestinos, sesiones de torturas, violaciones, interrogatorios, robo de bebés y desapariciones forzadas de personas. Apuntaron a militantes de organizaciones políticas y gremiales y personas afines o familiares. Los estudiantes secundarios no estuvieron exentos de esa cacería.
La noche del 16 de septiembre de 1976 y los días sucesivos, un grupo de jóvenes de la Unión de Estudiantes Secundarios –UES– y de la Juventud Guevarista fueron secuestrados en la ciudad de La Plata por miembros de la Policía de la provincia de Buenos Aires. A este operativo se lo conoce como La Noche de los Lápices. Entre los secuestrados estuvieron Francisco López Muntaner, María Claudia Falcone, Claudio de Acha, Horacio Ángel Ungaro, Daniel Alberto Racero, María Clara Ciocchini, Pablo Díaz, Patricia Miranda, Gustavo Calotti y Emilce Moler.
Sólo cuatro de ellos sobrevivieron. Según la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas –Conadep–, la mayoría pasó por distintos centros clandestinos de detención como el Pozo de Banfield, el Pozo de Quilmes y la Jefatura de la Policía bonaerense.
El Museo de la Memoria forma parte de la red de instituciones –además de los organismos de derechos humanos– que intenta recuperar la dimensión política de detenidos y desaparecidos.
Nardoni insiste en que se trataba de jóvenes que militaban por mucho más que un boleto estudiantil, tenían una mirada crítica sobre la realidad y la traducían en acciones políticas concretas que trascendían los ámbitos educativos y se conjugaban con otras militancias sociales, gremiales y políticas.
Las charlas programadas por el Museo forman parte, a la vez, de las actividades por el Mes de las Juventudes. «Consideramos absolutamente necesarios estos debates, porque observamos que sigue habiendo mucha participación política de los jóvenes y nos interesa mucho saber desde dónde ingresan ellos a esa participación», expresó la directora. En este sentido, contó que en el cierre del ciclo entrevistarán al intendente Pablo Javkin que fue secretario de la Federación Universitaria.
La memoria es siempre joven
Nardoni recordó que el Museo diseñó múltiples propuestas apuntadas al público joven durante el año, y que el 80 por ciento de los visitantes tienen entre 15 y 35 años.
«Los jóvenes traen sus propias problemáticas y muchas veces nos actualizan, nos iluminan sobre qué es lo que está pasando, porque no pasa una sola cosa entre las comunidades jóvenes. No hay una sola comunidad joven ni una sola identidad joven, hay muchas capas superpuestas, muchas identidades. No sólo diversas, sino en una misma persona se superponen distintas identidades de acuerdo a sus pertenencias o a sus no pertenencias. Para nosotros, es un oxígeno que nos permite avanzar con la institución. Creemos que hemos hecho un gran trabajo para y con los jóvenes y creo que es lo que hay que hacer», planteó.
El pasado y el presente conectados por la memoria
Nardoni habló de cómo llegan, además, a la comunidad en general: «Creemos que la mera existencia del museo y sus propuestas y actividades es una interpelación, para algunos es una provocación pero para la mayoría es una interpelación. Porque está ahí y se propone hablar no sólo de la historia reciente, de la historia del siglo XX, sino que se propone debatir y actuar en torno a la violaciones a los derechos humanos y a la participación política en esta segunda década del siglo XXI. Jamás hemos cristalizado la temática de los derechos humanos sólo en nuestro trabajo en torno a memoria, verdad y justicia. Esto es porque creemos, estamos convencidos y no somos los únicos, que hay continuidades represivas, estructuras políticas autoritarias que todavía se ejercen y está a la vista».
Se refirió así a los hechos de la última semana, donde policías de distintas partes del país, pero particularmente de Buenos Aires, reclamaron formalmente aumentos salariales con una metodología que, pese a la ausencia de liderazgos visibles, puso en entredicho la institucionalidad. La seguidilla terminó con patrulleros y efectivos armados rodeando la quinta presidencial de Olivos, lo que puede ser leído como un amedrentamiento. «Pretenden imponer las verdades absolutas y peligrosas y dañinas de el pensamiento de derecha y sus acciones», sintetizó.