En 1901 una mujer decidió saltar las cataratas del Niágara, ubicadas en la frontera entre Estados Unidos y Canadá, con una altura de 51 metros. De esta manera se convirtió en la primera persona, al menos documentada, que realizara semejante hazaña. Metida en un barril y recostada en su almohada de la suerte, Annie Edson Taylor se lanzó desde lo más alto del Niágara para recaudar dinero que mejorara su situación económico en los últimos años de su vida.
Annie Edson Taylor había nacido el 24 de octubre de 1838 en una localidad cercana a Nueva York conocida como Auburn en el seno de una amplia familia de ochos hijos. Cuando su padre murió, Annie tenía solamente doce años pero dejó a su esposa una renta suficiente para poder salir adelante. Annie fue una buena estudiante y terminó convirtiéndose en maestra, se casó y tuvo un hijo, al que perdió siendo un niño.
Cuando Annie se quedó viuda quiso asegurar su vejez económicamente y no se le ocurrió otra cosa que idear alguna acción espectacular que llamara la atención sobre ella y le terminara reportando beneficios. Así que decidió buscar un patrocinador para la hazaña que había decidido realizar, saltar las cataratas del Niágara dentro de un barril forrado con un colchón para que amortiguara los golpes y oxígeno inyectado artificialmente para que pudiera respirar.
Dos días antes de su salto, Taylor acondicionó un barril, colocó un gato en su interior y lo condujo hacia el abismo, con la intención de comprobar que el salto era viable.
Por fortuna, el animal sobrevivió y, al mismo tiempo, la motivó a definir los últimos detalles de su propio barril de roble y acero, que fue rellenado con un colchón para amortiguar la caída y sellado con aire a presión.
El día que cumplía sesenta y tres años, 24 de octubre de 1901, fue el elegido por Annie para lanzarse en su barril ante la atenta mirada de una multitud de curiosos y periodistas que se habían congregado en la zona. Unos veinte minutos duró el salto y el viaje por los rápidos del Niágara. Con gran expectación, el público la vio salir del barril con una herida en la cabeza y poco más.
Si bien sobrevivió, ella declaró que la experiencia fue horrible y en vano, dado que su representante escapó con el barril y un alto porcentaje del dinero obtenido. Lo poco que le quedó a Annie lo malgastó en detectives que no lograron encontrarlo.
Annie Taylor falleció el 29 de abril de 1921, a sus 82 años y desde entonces descansa en la sección de “acróbatas” del Cementerio de Oakwood en Niagara Falls, en Estados Unidos.