Rosario, jueves 24 de julio de 2025
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Rosario, jueves 24 de julio de 2025

Antes el horror, hoy una fiesta: el fútbol femenino infantil de Rosario juega en el ex Batallón 121

Las competencias oficiales ahora son una realidad y niñas de entre 6 y 16 años juegan a la pelota todos los sábados en el ex Batallón de Comunicaciones 121, espacio que durante la última dictadura cívico-militar de 1976 a 1983 funcionó como centro clandestino de detención

“Alguien que marque a la 5”, dice la arquera del club Pablo VI con una vista privilegiada del campo de juego. Está jugando contra Central y tiene 12 años. Es la primera jornada de fútbol femenino infanto juvenil organizado por Asociación Rosarina de Fútbol. Las competencias oficiales ahora son una realidad y niñas de entre 6 y 16 años juegan a la pelota todos los sábados en el ex Batallón de Comunicaciones 121, espacio que durante la última dictadura cívico-militar de 1976 a 1983 funcionó como centro clandestino de detención.

En uno de los sectores, el que da al Museo del Deporte, se construyeron dos canchas de fútbol 11, una de 7 y tres vestuarios. Además, hay un galpón en el que se proyecta la creación de una cancha de futsal, aunque todavía no está definido. En el frente del galpón se nota el paso del tiempo. Los colores de las paredes, por sectores descascaradas, están desgastados y las rejas de las ventanas están oxidadas. Entre el deterioro se lee: “Batallón 121. Parque automotor”.

Esa parte del terreno -ingreso por calle Ayacucho- fue cedido a la Asociación del fútbol rosarino por el gobierno municipal en 2018.

Los gritos de las niñas, las indicaciones de quienes las dirigen y las voces de la familia que mira atenta el juego detrás del alambrado se mezcla con un chamamé que suena desde afuera. La música se completa con reggeaton que sale de los parlantes del Food Truck, emplazado al costado del ex “Parque Automotor”. En la primera jornada de actividad vendieron hamburguesas, panchos, papas fritas y bebidas.

A cuatrocientos metros de las canchas de fútbol, se ve un cartel similar al que dice Rosario ubicado en Oroño y el río para las fotos de turistas. Pero dice “Marker”. Es el coworking del Polo Tecnológico que forma parte del predio que tiene 40 hectáreas.

El ingreso al Polo es por Lamadrid, a la altura de Salvá. A cien metros, hay un mural firmado por El Movimiento y la agrupación Hijos Rosario. Retrata a dos mujeres con pañuelos blancos en la cabeza que levantan un cartel. Dice “Son 30MIL” y sobresale de la pared medio Falcon verde, auto característico que se utilizó para secuestrar personas en todo el país.

En septiembre de 2014, al lado de ese mural, se colocó una placa que rezaba: “Aquí se cometieron crímenes de lesa humanidad durante el terrorismo de Estado”. En el evento, al que concurrieron sobrevivientes del terrorismo de Estado, destacaron que el Batallón “fue el primer lugar donde algunos pudimos tener contacto con nuestras familias y recibir cartas. En este lugar eso no era fácil, venían con la dirección, para las mujeres tenían que venir el nombre y bien aclarado entre paréntesis LRSD, Lugar de Residencia de Detenidos Subversivos, así éramos considerados”.

Hoy esa placa no está, parte del muro de cemento que la sostenía tampoco y sólo queda la ilustración como señalización de uno de los 800 centros clandestinos de detención que se identificaron en Argentina.

Por las rejas negras —que reemplazaron esa pared– se puede ver una garita policial y un galpón deteriorado. En ese espacio físico, del por entonces predio del Ejército, pasaron cientos de víctimas de la represión ilegal, con frecuencia derivadas desde otras cárceles de Rosario y el sur provincial.

En el lugar donde hoy está el mural, “había un portón de chapa que ya no está. Está la lomita, la subida que utilizaban para entrar a los autos que hacían operaciones clandestinas de secuestros”. Quien detalla es Ramón Verón, ex preso político, que estuvo preso en ese lugar de julio a septiembre de 1978.

En 2014, cuando señalizaron el ex Batallón, Verón era subsecretario provincial de Derechos Humanos.

“Parecía como el último lugar de detención, por lo menos eso ocurrió con algunos de nosotros. Te llevaban ahí como para «blanquear»”. Las personas eran sometidas a lo que llamaban “consejos de guerra”, pero eran parodias de juicios sin ningún tipo de legalidad. Verón recuerda y cuenta: “Seguíamos vendados, esposados en una cama, que eran de metal, como cuchetas y seguimos ahí hasta que hicieron un juicio militar donde está hoy el Museo de la Memoria, que era la sede del Segundo Cuerpo del Ejército”.

A unos metros de ese galpón por el que pasaron cientos de presos políticos, hoy un grupo de niñas juega al fútbol todos los sábados. La arquera de Pablo VI, que avisó a sus compañeras que marquen a la 5, estuvo atenta todo el partido.

El predio de la Asociación Rosarina del ex Batallón 121 fue designado para que todas las jornadas de fútbol infantil se jueguen ahí. Verón dice que el hecho de que hoy, a metros de donde estuvo detenido, las niñas puedan jugar a la pelota es una manera de “exorcizar” el espacio. Resignificarlo, sin perder la memoria.