Una persona que coma exclusivamente alimentos anunciados en la televisión estadounidense estaría tomando 25 veces más azúcar y 20 veces más grasas de lo recomendado, revela un estudio del Journal of American Dietetic Association.
Según el informe publicado en junio, los productos lácteos, frutas y verduras no aparecen suficientemente en los anuncios televisivos, que sin embargo promocionan en exceso los alimentos ligados a enfermedades crónicas, con fuertes tasas de colesterol, sodio y proteínas.
Según los científicos, un régimen compuesto exclusivamente dealimentos vistos en televisión proporcionaría un aporte de azúcar 25 veces mayor a las recomendaciones y supondría una ingesta de grasas 20 veces mayor a lo aconsejado.
Un cuerpo humano que siguiera semejante régimen se expondría rápidamente a carencias de hierro, vitaminas A, E, y D, fósforo y magnesio, precisa el documento.
Lo más sorprendente, mas allá de los resultados del estudio, es que ciertos alimentos estén representados o ausentes hasta ese punto, observa Michael Mink, profesor de la Universidad de Amstrong Atlantic en Georgia (sureste de Estados Unidos) y principal autor del informe.
Para realizar el estudio, los investigadores grabaron las principales cadenas de televisión durante 96 horas, en las grandes horas de audiencia y el sábado por la mañana, para evaluar los anuncios destinados principalmente a los niños.
Ninguno de los 116 anuncios de servicio público registrados ofreció información sobre temas nutricionales, anotan los investigadores.
Pero Alexandra Evans, una de las autoras de la investigación, asegura que la mala alimentación guarda más relación con la falta de tiempo y dinero que con la falta de información.
«Hemos terminado creando un acceso fácil y barato a la comida poco sana», deplora.
Hace diez años el gobierno estadounidense trató de regular los anuncios sobre productos alimentarios. Pero los autores del estudio afirman que «esta iniciativa fracasó debido a la influencia del sector agroalimentario y de los grupos de presión.
Tenemos que tomar ejemplo de los países europeos que han restringido o prohibido los anuncios para ciertos alimentos nocivos», reclama Mink.
Los investigadores abogan por un mayor equilibrio entre los poderes públicos y la industria.
«Tenemos que crear un ambiente sano mientras permitimos que la gente adopte sus propias opciones alimentarias», defiende Mink, quien propone etiquetar en el futuro los «alimentos extremos».