Por Gabriel Dávila / Cosecha Roja
Apache es la exitosa biopic que Netflix lanzó sobre los primeros años de la vida del futbolista Carlos Tévez con la mirada puesta en la infancia de un pibe pobre en el barrio “Ejército de Los Andes”, más conocido como “Fuerte Apache”.
Una serie repleta de lugares comunes donde la pobreza está siempre rodeada de violencia –todas las escenas de robos y tiros son en el barrio en el que se crió- y las oportunidades siempre llegan gracias a personas que nunca viven en el “Fuerte”, lo que pareciera confortar al clasemediero promedio.
La familia
La bondad del personaje de Carlos y de su familia –principalmente su padre adoptivo “Segundo”– se transforma en un riesgo en ese contexto de marginalidad y sólo es ayudado (de forma lícita o no tanto) por personajes de mayor poder adquisitivo.
Ser honesto es un peligro en “El Fuerte”. Segundo trata de no devolver a la violencia con violencia, de quedar al margen de las peleas de bandas y muchas veces ve a su propia familia envuelta entre balaceras y robos, lo que parece provocarle culpa por “no accionar de la misma manera”.
En cambio, encuentra un capataz copado que le da a pagar una casa sin papeles o un abogado que lo ayuda a conseguir actas de defunción falsas, sólo para que su hijo salga campeón.
El pase a Boca
El pase de All Boys a Boca no se hizo en términos tan amables como cuenta la serie. El Albo no estaba interesado en permitir que ese diamante en bruto que era Carlos Martínez –nombre real de Carlos Tévez– se fuera del club. Así que la dirigencia de Boca, manejada en esos años por Mauricio Macri, convenció a los tíos del futbolista, que eran quienes criaron al chico, de darle su apellido (de ahí el cambio de Martínez a Tévez) para así transformarse en sus tutores legales y llevarse a Carlos usando lo conocido como “la Patria potestad” –el Código Civil permite que los menores entre dieciséis y los dieciocho años puede celebrar contratos de trabajo con autorización de sus padres o tutores, lo que hace que muchas veces los chicos pasen de un club a otro sin la necesidad del pase– .
“Él se llama Carlos Martínez. Lo que pasa es que acá vinieron y dijeron que se lo iban a llevar usando la patria potestad. A All Boys sólo ingresaron 10.000 dólares por los derechos federativos. Al menos eso es lo que figura en los libros. Ni un peso más. Nosotros sabíamos del potencial del chico. Él ya pintaba para crack antes de que todo el mundo lo conociera. Mirá si lo íbamos a vender por esa plata. Pero era eso o nada”, declaró el entonces vicepresidente de la institución, Néstor Piccone, en una entrevista al diario Clarín el 9 de diciembre de 2001.
Ni All Boys se dejó conmover por el deseo de Carlitos de jugar en Boca, ni Boca estaba dispuesto a aceptar perderse el negocio de un chico con un futuro tan prometedor. Todo muy cerca de la extorsión y el trabajo infantil. Pero en la ficción el conflicto es otro: una madre –interpretada por Sofía Gala– con problemas con el alcohol y otros consumos problemáticos que no sabe dónde tiene el certificado de nacimiento de su hijo biológico ni parecería importarle demasiado.
La historia del Guacho Cabañas
La historia del mejor amigo de Carlos, Darío “El Guacho Cabañas” Coronel, también sufrió una transformación. Danilo “El Uruguayo”, interpretado por Matías Recalt, ocupa su lugar en la ficción. Compañeros en el colegio, los picados y el baby fútbol de All Boys, eran los mejores jugadores del barrio. Las crónicas aseguran que Darío era incluso mejor que Carlos: cuando fueron juntos a probarse a Vélez sólo quedó el Guacho.
La serie muestra los consumos problemáticos de cocaína de Darío. Otra falsedad: él aspiraba Poxirrán, la droga más económica de los 90. Cuando quedó libre de Vélez el joven se vinculó con el mundo del delito a partir de banda emblemática de Fuerte Apache: los Backstreet. Se hacían llamar así por su juventud y la vestimenta, con la que buscaban imitar a la banda pop furor de esos años. Intentó jugar para Argentinos, Banfield y hasta Comunicaciones, pero sin éxito.
Apache muestra a Darío Coronel perseguido por bandas de Fuerte Apache. Pero su principal enemigo estaba afuera del barrio: la Policía Bonaerense lo buscaba por el crimen de un policía.
Él repetía que no se iba a dejar atrapar. Si era necesario entregaría la vida. Y así fue: acorralado mientras escapaba después de un intento de robo al bingo de Ciudadela se mató de un tiro. Tenía 17 años.
La escena final de este personaje en la serie deja afuera a las fuerzas de seguridad. Según el show cae por drogas, por la envidia a su amigo, por la pobreza y la delincuencia. No cuenta que en su última huida frenó para salvar a sus amigos, que escaparon saltando un paredón. No cuenta el dolor por el abandono de su madre ni su lucha por seguir jugando al fútbol.
El que apaga la tele, después de ocho episodios, no va a encontrar nada que no haya imaginado antes de prenderla.
En la serie, la historia de Darío Coronel está tan lejos de la de Danilo “El uruguayo” como las oficinas de Netflix de la canchita del Nudo 1 donde El Guacho y Carlitos tiraban paredes, cuando sus vidas no eran un show en la tele.