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Apareció muerto en su celda el multimillonario pedófilo Jeffrey Epstein

Lo encontraron en la prisión de máxima seguridad de Nueva York donde estaba alojado desde julio, vigilado las 24 horas. Tenía muchas amistades de la política, el espectáculo y los negocios. Entre ellos, Donald Trump. Esperaba el juicio en su contra. Su fortuna superaba los u$s 500 millones

El multimillonario inversionista estadounidense Jeffrey Epstein apareció ahorcado este sábado en la cárcel de máxima seguridad de Nueva York, donde estaba detenido desde julio a la espera de ser juzgado por una trama de abusos, tráfico y explotación sexual de menores.

El magnate, de 66 años y dueño de una fortuna estimada en más de 500 millones de dólares, había sorteado durante más de una década la persecución judicial por sus actividades ilegales. Entre sus amistades figuran poderosos y famosas personalidades del mundo de los negocios, el espectáculo y la política. Entre ellos, se cuenta el hoy presidente ultraconservador Donald Trump. También, el ex mandatario –demócrata– Bill Clinton. Y sigue una larga lista de conocidos en todo el mundo.

Epstein murió en el Centro Correccional Metropolitano de Manhattan, una prisión de máxima seguridad en la que contaba con vigilancia especial durante las 24 horas porque ya había sido encontrado inconsciente el mes pasado con marcas de sogas en el cuello. Le habían llegado, también, numerosas amenazas de muerte para que –se supone– no revelara los nombres de quienes participaban de sus fiestas y actividades sexuales con menores.

Las sospechas sobre un posible asesinato encubierto como suicidio se hicieron sentir apenas se conoció la noticia. La Oficina del Médico Forense de Nueva York confirmó la muerte sin mencionar causas. Agregó que se inició una investigación, que confirmó la Fiscalía General de Estados Unidos.

El miedo al destape

Algo de ese destape temido de ricos y famosos involucrados en pedofilia había comenzado. Un juez de apelaciones de Manhattan ordenó hace unos días la publicación de cientos de documentos sobre Epstein que pertenecían a un caso paralelo, ya cerrado, contra una mujer que presumen era su «reclutadora» de menores.

Se trata de Ghislaine Maxwell, integrante de la alta sociedad británica y socia cercana de Epstein, a quien una supuesta víctima del magnate, Virginia Giuffre, demandó en 2015 por difamarla al decir que eran mentiras sus declaraciones de que el empresario la había traficado sexualmente con su participación como «madame».

El nombre de Trump aparece en la little black book (su libreta negra) de Ghislaine Maxwell asociado a una docena de números. Así lo publicó el portal Gawker en 2015. Incluye a Alec Baldwin y Ralph Lauren (seudónimo del diseñador de modas Ralph Lifschitz), entre otros.

Giuffre pasó la mayor parte del tiempo viviendo en la mansión de Jeffrey Epstein, donde su único cometido era ser utilizada con fines sexuales por parte del multimillonario, Maxwell y sus amigos. En su denuncia citó a Alan Derhowitz y al príncipe Andrés de Inglaterra. Afirma que la asaltaron cuando tenía 17 años y en la demanda también afirman que las autoridades tenían videos y fotos de ella teniendo sexo con “poderosos amigos” del acusado.

Otro juez federal ordenó que salieran a la luz unas 2.000 páginas relacionadas con Epstein a raíz de ese caso, que se mantenían en secreto desde que se cerró en 2017. Maxwell apeló la decisión, y retrasó la divulgación. Este viernes, un día antes de que Epstein apareciera muerto, se desestimó la solicitud.

El pasado 15 de julio, durante una audiencia sobre una fianza, Epstein había indicado a la corte que estaba dispuesto a pagar hasta 100 millones de dólares para salir de prisión, ofrecimiento finalmente desestimado.

 

Mansiones y fotos incómodas

La mansión que el empresario tenía en el 9 East 71st Street de Nueva York –una de las más grandes de Manhattan– es el epicentro de una trama oscura. Allí, según el auto de detención, es donde Epstein presionó a varias niñas para que le hicieran favores sexuales a cambio de dinero.

Una de ellas es Jennifer Araoz. En la demanda que presentó la semana pasada, cuenta que la sala para masajes era la “favorita” del acusado, decorada con ángeles y nubes para que pareciera el Cielo.

La prensa local describe la mansión –que Epstein compró al empresario Leslie Wexner, patrón del conglomerado que controla, entre otras, la firma de lencería Victoria’s Secret– como una fortaleza, equipada con sofisticados sistemas de seguridad.

El FBI encontró en una caja fuerte un CD con cientos de fotos de sus víctimas, algunas completamente desnudas.

También, en toda la casa, hay fotos de influyentes figuras como Bill Clinton, Woody Allen o el príncipe saudí Mohammed bin Salmán. Epstein celebró una cena para el ex presidente demócrata en la que estuvieron, además de Wexner y Donald Trump, millonarios como el editor Mort Zuckerman y el cofundador de Google Sergey Brin.

Sin Me Too, con buenos abogados y amigos influyentes

Epstein arrastra denuncias desde hace años, pese a lo cual nunca estuvo denunciado por colectivos como el Me Too. En 2005, lo denunciaron por abusar de una niña de 14 años en su residencia en Palm Beach. En la primavera de 2006, lo arrestaron acusado de cuatro cargos por actividades sexuales ilícitas con menores.

Al presentar los cargos, la Fiscalía de Nueva York acusó a Epstein de haber explotado a menores “particularmente vulnerables”. Muchas de las niñas tenían dificultades económicas y el hecho de que aceptaran dinero por sexo las convertía en prostitutas. Eso es lo que aprovechó el poderoso equipo de abogados del financista para cuestionar la credibilidad de las víctimas.

El caso se dio por cerrado en 2008, cuando el entonces fiscal federal de Miami, Alexander Acosta, negoció con Epstein para que se declarase culpable de haber prostituido a una menor. Eso le permitió eludir los cargos federales que podían arrastrarlo a una cadena perpetua. Como parte del convenio, el multimillonario fue incluido en el registro de delincuentes sexuales y pasó 13 meses en prisión.

Una reciente investigación del Miami Herald sacó a la luz los detalles del pacto y desató la polémica. El entonces fiscal Acosta se convirtió luego en secretario de Empleo de la Administración Trump, y debió renunciar al conocerse los pormenores de la trama que impedía presentar cargos federales.