Nadie sabe cómo llegó, pero ahí se quedó. Un ave que aficionados a la ornitología identificaron en primera instancia como un avetorillo chino (ixobrychus sinensis) apareció en el jardín de ingreso a la Biblioteca Argentina por pasaje Juan Álvarez y rápidamente se convirtió en una extraña atracción para quien circulara por allí.
Es que la mayor parte del tiempo permaneció inmóvil y afirmado entre las hojas y tallos –cuando se movían por el viento acompañaba la secuencia como una hoja más– de las plantas de ave del paraíso y de orquídea de tierra cultivadas en el lugar.
Finalmente, el veterinario especializado en fauna silvestre Guillermo Pérez Jimeno lo identificó ante la consulta de El Ciudadano como un mirasol común (ixobrychus involucris), un pariente del primero pero de origen nativo y presente en toda la Mesopotamia y el Litoral, incluyendo la provincia de Buenos Aires, además de otros países sudamericanos.
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Lejos de un origen que lo situaba en Pakistán, India, China y otras regiones asiáticas, el mirasol es un legítimo habitante de humedales sudamericanos. Pero de cualquier modo la visita resultó insólita: su hábitat más amigable está lejos de ser el centro de Rosario.
Así lo entendieron también empleados de la biblioteca, que alertaron cerca de las 17 de ayer a la Guardia Urbana Municipal sobre la presencia del ave, temiendo por su supervivencia. La preocupación creció, además, por la permanencia en el lugar, ya que no parecía dispuesta a irse. Pérez Jimeno barajó un motivo: el fuerte viento sudeste que había recorrido la región en las primeras horas de la tarde pueden haber desviado al mirasol en vuelo, y además cansarlo lo suficiente para buscar una zona de reposo.
Finalmente, cerca de las 18 arribó personal de la GUM que tendió una trampa pasando una amplia lona por encima del ave. Una agente la pudo inmovilizar sin lastimarla y ponerla a salvo para el traslado, cuyo protocolo para estos casos es la devolución al hábitat natural, o al menos a lo que queda de éste.