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Apenas el 5% de las personas trans accede a educación terciaria o universitaria

Es por la discriminación y la exclusión de la que son víctimas desde la niñez. El 70% percibió su identidad de género en la infancia pero sólo el 12% logró expresarla. Los datos surgen de la primera Encuesta de Vulnerabilidad de la Población Trans de Santa Fe, un estudio único en Latinoamérica

El 24 de octubre de este año Rubí del Mar se convirtió en la primera mujer trans de país en ser elegida presidenta del centro de estudiantes de un instituto terciario, el Iset Nº 18 de Rosario. Tiene 31 años y para estudiar locución y ser una dirigente estudiantil tuvo que migrar desde Zavalla a Rosario. En la ciudad donde nació la discriminación y el acoso le impidieron terminar la secundaria y logró completar los estudios en un Eempa. Rubí del Mar es una excepción dentro de la población trans de la provincia de Santa Fe. Forma parte del apenas 5 por ciento que accede a niveles terciarios o universitarios.  Para la mayoría la educación es un lujo: casi la mitad de las 1.200 personas trans de la provincia no logra completar el nivel inicial, primario o secundario.

El dato surge de la primera Encuesta Provincial de Vulnerabilidad de la Población Trans elaborada en 2019 por el Instituto Provincial de Estadísticas y Censos (IPEC) y la Subsecretaría de Diversidad Sexual de Santa Fe. Se trata del primer y único estudio de este tipo de Argentina y Latinoamérica y arroja datos sobre un tercio de la población travesti-trans de la provincia.

“Los números que se conocían hasta ahora en el continente eran de organizaciones sociales. Es el primer estudio encarado por el Estado y es una muestra grande en relación a la población. Es central contar con datos estadísticos fiables para el diseño, implementación y monitoreo de políticas públicas”, explicó el subsecretario de Diversidad Sexual, Esteban Paulón.

La encuesta contó con la particularidad de que las y los encuestadores fueron un grupo de 20 mujeres y varones trans, quienes durante 3 meses hicieron 400 entrevistas presenciales en las 5 regiones de Santa Fe. Las personas encuestadas contestaron más de 90 preguntas con distintos indicadores sobre cómo es ser trans en Santa Fe. Esta semana el gobierno provincial dio a conocer los primeros datos sobre la construcción de identidad y el acceso a la educación y la salud.

Identidad

El colectivo travesti-trans es el más vulnerable de quienes componen la sigla LGTBIQ. Sus integrantes tienen una expectativa de vida de entre 35 y 40 años. En 2012 la ley de Identidad de Género 26.743 dio el derecho a todas las personas acceder al reconocimiento de sus identidades autopercibidas. Esto significó no sólo el cambio en el DNI sino el acceso en la salud a todos los tratamientos y cuidados necesarios para refirmar la identidad autopercibida.

En la práctica la ley ha clasificado a las identidades trans en el binomio varón-mujer. Pero la autopercepción del colectivo es mucho más amplia. Según la encuesta, el 12,2 por ciento de las personas encuestadas se identifica como travesti, el 46,5 como mujeres trans, el 21,5 como varones trans y el 8,9 como travesti/transexual. Dentro del 10,7 por ciento categorizado como “otro” se incluye a las personas que se identifican como no binarias.

Salir del clóset

De acuerdo con la encuesta, el 70 por ciento de las personas encuestadas recordó haber percibido su identidad de género trans hasta los 12 años. El 39,2 por ciento comprendió el proceso que estaba transitando. Pero sólo el 12,3 por ciento logró expresarlo abiertamente. “Estos resultados son evidencia de las dificultades existentes en los diversos entornos para poder compartir y expresar abiertamente una identidad de género trans o de género variable”, dice el informe.

Al extender el cálculo a toda la edad de período escolar, el 93 por ciento de las personas trans percibió su identidad de género hasta los 18 años, el 85,7 lo comprendió y el 65,4 lo pudo expresar.

La discriminación, el rechazo o la violencia que reciben las personas trans por su identidad de género tiene consecuencias. Según la encuesta, el 65 por ciento dijo que se había autolesionado, 75 por ciento tuvo problemas de consumo de alcohol, el 77 de otras sustancias y el 78,6 sufrió patologías alimentarias.

Para Paulón, el indicador habla de la vulnerabilidad en la infancia y de cómo es fundamental acompañar desde el Estado a las familias en el proceso de construcción de la identidad. En los últimos 3 años, la Subsecretaría hizo acompañamiento a 140 grupos familiares.

“Hay una diferencia entre sentir y percibir lo que me pasa y poder contarlo. En la infancia se juega la posibilidad de prevenir y erradicar la discriminación, el acoso y la violencia. El maltrato y la exclusión llevan a las personas trans a consumos problemáticos, intentos de suicidio y otros problemas que hacen a la expectativa de vida tan baja”, explicó.

En este sentido, esta semana la Subsecretaría presentó la Guía «Orientaciones para el acompañamiento a las infancias y adolescencias trans y de género variable» elaborada con el apoyo de UNICEF y ONUSIDA. Se trata de un documento que da información y conceptos sobre cómo acompañar a niñas, niños y niñes en el proceso de construcción de la identidad.

Estudiar, un lujo

En relación al acceso a la educación, la encuesta muestra que la mayoría de las personas trans es víctima de la exclusión y discriminación en la escuela. El 48,5 por ciento alcanzó un nivel bajo o medio bajo de estudios, lo que implica no haber podido terminar la educación obligatoria (nivel inicial, primario y medio). El 46 por ciento logró terminar la secundaria. Y sólo el 5 por ciento pudo completar una carrera universitaria o terciaria.

Derecho a la salud

La ley de Identidad de Género establece que todas las personas tienen derecho a acceder en la salud pública o privada a hormonas, cirugías y cualquier tratamiento que soliciten en razón de su identidad sexual. El acceso a la salud es un aspecto fundamental de la ley porque permite revertir uno de los indicadores más críticos que tiene la Argentina en diversidad sexual: la expectativa de vida de las personas trans que es de 35 años.

La encuesta reveló que en Santa Fe el 92,4 de la población trans recibe atención sanitaria, mientras que el 6,7 no lo hace. El 76 por ciento se atiende en la salud pública.

“La mayoría del colectivo trans no accede a empleo registrado por eso no tiene obra social. En la encuesta también registramos el nivel de satisfacción en la atención pública, que es muy alto, de 75 por ciento. Las personas trans van entre 7 y 8 veces al año a la salud pública. Esto es muy importante para modificar los números de expectativa de vida del colectivo”, explicó Paulón y agregó que actualmente las personas trans pueden acceder a hormonas y otros tratamientos en más de 60 hospitales y centros de salud de Santa Fe.

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