Por Daniela Barreiro
Dispuestos a narrar algunos de los hechos clave de la historia política y social de Santa Fe esta noche, a partir de las 20, en el Cine El Cairo (Santa Fe 1120) se estrena un compendio de tres de los cuatro envíos de Militantes; una serie que, dirigida por el rosarino Francisco Matiozzi, pudo verse con cierta periodicidad semanal a través de Canal Encuentro.
Ganadora del Concurso Series Documentales Federales (Incaa-TDA), Militantes es un relato colectivo en el que la historia se construye con las memorias de los hombres y mujeres que vivieron el intento de toma del Regimiento XI en Rosario (1956), la huelga de ferroviarios en Laguna Paiva (1961), y el primer y segundo Rosariazo (1969).
Según adelantó Francisco Matiozzi a El Ciudadano, los capítulos que se verán en el cine El Cairo serán “Rosariazos” (primera y segunda parte) y “A la madrugada se cortan las frutas”, sobre el intento de toma del Regimiento XI.
“El ser militante se va resignificando día a día. Es pensar algo y actuar en consecuencia, ser uno mismo y hacer algo, cada uno desde su lugar. Es un compromiso ante la vida”, conceptualizó el realizador local al tiempo que dijo sorprendido: “Muchos de los que brindaron testimonio en la serie no toman conciencia de lo que hicieron o cuán importante fue lo que pasó”.
“Intenté humanizar al militante con las imágenes, los textos y sus testimonios. Alicia (Ferrero), por ejemplo, dice: «Soy una persona común». Y lo dice después de contar todo lo que había luchado. También apuntamos a resignificar el concepto de militancia, que suele ser algo inabarcable, muy pesado, y uno se frustra y se echa para atrás; hay que pensar que cada uno de nosotros podemos estar en algún momento en nuestro contexto histórico construyendo algo”.
Consultado sobre el recorte histórico que realizaron para llevar a cabo Militantes, Matiozzi relató: “Teníamos ganas de hacer un largo sobre militantes; después hubo algunas líneas que surgieron de otro documental que estoy haciendo y que espero retomar próximamente –Murales, sobre un colectivo de ex presos políticos– y otro trabajo que se llama Operación México, que es un documental que vengo resignificando hace varios años. Luego, surgió el concurso de Serie Federal del Incaa, donde pedían cuatro capítulos, así que adaptamos los hechos a ese marco, buscamos darle un sentido global y nos propusimos abarcar un período histórico que va del 55 a los 70. Decidimos partir desde el 55 porque es cuando se puede analizar o ver la violencia que hubo; los manuales apuntan el año 76 como quiebre, como golpe de Estado, pero el 76 es el comienzo del fin y para entender esos hechos hay que entender otras luchas y saber que, por ejemplo, en el 55 bombardearon una plaza. Nosotros lo tomamos por ahí y como el concurso era sobre hechos santafesinos, hablamos sobre lo que fue la toma del Regimiento XI en 1956 en el marco del levantamiento contra el gobierno de Aramburu, la huelga ferroviaria en Laguna Paiva en 1961 y los Rosariazos en mayo y septiembre del 69. Después vienen los 70 y ya es otro contexto histórico, otra política y otra forma de encarar las cosas. Ese fue el recorte histórico que hicimos”, contó Matiozzi.
Pero los motivos del abordaje de la temática tiene que ver con la historia del propio realizador. “Mis tíos (Julio, Carlos, María, Alberto y Francisco Molinas), que pertenecieron a Montoneros, fueron inspiración para la concreción de este documental”, había indicado Matiozzi a Telam y retomó en esta entrevista: “Hay cosas familiares que te van marcando desde temprana edad. Yo no encontraba la forma de canalizarlo, me sentía extranjero. Cuando entré a la escuela de cine encontré las herramientas para hacerlo: la cámara, el guión, el montaje. Aún no creo estar a la altura de abordar la historia de mi familia, pero en mis distintos trabajos les voy haciendo algunos pequeños homenajes”.
Consultado sobre las elecciones estéticas de los capítulos, el documentalista explicó: “A la estética que terminó teniendo la serie la fui entendiendo en el mismo proceso de filmación; los protagonistas me fueron llevando a esa forma de contar los hechos. El detonante fue el primer capítulo, cuando empezamos a filmar en Laguna Paiva con Nidia (Zulato). Estuvimos en su casa haciendo una entrevista parlante, como se le llama a la entrevista clásica, y nos contó la experiencia de la huelga ferroviaria; en ese momento ellas impidieron que un tren rompa una huelga. Fue muy significativo porque en un pueblo en el que a las mujeres le decían las gallinas, porque no se comprometían con nada, ellas se pusieron al frente de la acción. Pero Nidia se mostró muy afectada por lo que estaba contando y no se acordaba muy bien de lo que había pasado. Cuando empezamos a caminar y llegamos a las vías del tren le pregunté en cámara cuándo fue, qué pasó y ella me dijo una frase que después formó parte del capítulo y reestructuró el concepto de la serie: «Se me borró de la mente». Eso dejó ver ese impedimento que tenía ella y que tenía yo, que estaba esperando un relato que no llegaba. Pero encontré en ese impedimento un recurso narrativo que tiene que ver con la reconstrucción de la memoria y que va ligado a la cámara, a mi búsqueda”, dijo el realizador respecto de los recursos de los que se vale para esta narración que hace especial hincapié en los claroscuros, en las luces y las sombras marcadas y en las espaldas de los protagonistas que generalmente comienzan sus relatos sin mostrar sus rostros, pero que terminan “dando la cara”, mostrando su entorno y contando sus vidas.
“El tiempo, los silencios le permiten al espectador detenerse a ver a la persona; me pareció muy poético: siento que encontré una forma de narrar que venía buscando con otros proyectos y que aquí pude ver con claridad”, concluyó Matiozzi.