Cuando la discusión debería ser cómo harán Los Pumas para mejorar su juego, porque allí radica un prospero futuro, sólo se habla de resultados y de ganarle a las potencias. La formula de jugar bien y en un alto nivel, sumado a un intensivo trabajo, da sus frutos, por lo que es cuestión de tiempo para que los resultados lleguen de manera positiva. Todo lleva un proceso. El exitismo de la sociedad se ha trasladado al rugby: a nadie le gusta perder, pero hay momentos en los que hay que ser realista y trabajar a destajo para cambiar las cosas.
Tras el cuarto puesto en el Mundial de Inglaterra 2015, Los Pumas no pudieron volver a jugar a ese nivel. Es que después la UAR instauró la regla “no escrita” de que para jugar en Los Pumas hay que jugar en Jaguares o en el hemisferio sur.
Se apostó por un plantel de jugadores locales que, actuando en el Súper Rugby, llegarán de la mejor manera a Japón 2019. Desde su asunción en octubre de 2013, Daniel Hourcade siempre expresó que su objetivo era la próxima Copa del Mundo en el país asiático.
El entrenador tucumano es el más preocupado por el rendimiento de su equipo. “Es beneficioso que el plantel de Jaguares sea el mismo que Los Pumas y hemos seleccionado el equipo más fuerte para jugar este torneo”, expresó el coach. “Claramente estamos mejorando pero estamos jugando ante potencias como Sudáfrica, Australia y Nueva Zelanda”, argumentó Hourcade.
Ganar al menos un partido en este Rugby Championship que comienza el sábado descomprimiría la situación y daría tranquilidad. Por supuesto que el equipo crecería mucho en jerarquía si estuviesen en el plantel Juan Imhoff, Marcelo Bosch, Juan Figallo y Facundo Isa, pero hoy los 26 que están en Port Elizabeth son lo mejor que tiene el tucumano para hacer frente el durísimo Cuatro Naciones. Un grupo con gran potencial, muy joven y que aún no se acerca al techo de su rendimiento.
El momento que vive hoy el seleccionado argentino es similar al segundo proceso de Marcelo Loffreda y Daniel Baetti, donde al principio no podían ganar y siempre le faltaba algo para poder conseguir buenos resultados. Pero se hizo foco en el juego, en mejorar el rendimiento del equipo, muy por el contrario al ciclo de Santiago Phelan, en el cual el equipo nunca logró despegar.
Lamentablemente en los tiempos actuales no hay paciencia y todo tiene que ser exitoso. Hoy Hourcade atraviesa la mitad del ciclo mundialista y sería un error garrafal cortar este proceso que tiene como objetivo Japón 2019. Más allá de conseguir buenos o malos resultados, el equipo debe mostrar que tiene un norte en cuanto al juego y que el fantasma de la desconcentración y la indisciplina se está trabajando.