Andrés Kogan Valderrama*
A propósito del inicio de la franja televisiva, el pasado 5 de agosto, para el plebiscito de salida por el apruebo o rechazo por la nueva Constitución en Chile, quizás lo más curioso que ha habido, ha sido el uso que se la ha dado al amor de parte de la campaña del rechazo.
Lo señalo, ya que si bien era bastante esperable que la campaña del rechazo se centre en el miedo, los prejuicios y la incertidumbre de las y los chilenos (alimentado por fake news e interpretaciones apocalípticas), al verse enfrentados por primera vez en sus vidas a votar por una Constitución, se vuelve muy llamativa la idea de “un rechazo con amor es una nueva oportunidad” (1).
De ahí que si se revisa el video en cuestión, se notará que lo se intenta es hacer una oposición entre la rabia y el amor, para así argumentar que la nueva Constitución sólo se ha construido desde la rabia y no desde el amor, lo que llama bastante la atención.
Un mensaje poco entendible, confuso y hasta un contrasentido
En primer lugar, lo opuesto al amor, no es ni la rabia, ni la desesperación, ni el odio, ni tampoco el rencor, como pretende sugerir el video de la franja del rechazo, sino la indiferencia, la cual es su contrario, ya que lo que hace es invisibilizar y negar la existencia de un otro u otra.
Asimismo, la rabia como emoción no es una negación del otro, como quiere hacer creer el video, sino justamente una consecuencia de dicha negación, de no ser visto, lo que en el contexto político de Chile se vuelve muy relevante, luego de décadas de una convivencia en el país quebrada por múltiples exclusiones y vulneraciones.
Visto desde ahí, cobra mucho sentido lo ocurrido en Chile en 2019, en donde el estallido social fue la respuesta a una profunda indiferencia y desprecio de parte de una elite política, económica y cultural, que solo se vio a sí misma y que secuestró la democracia del país.
Es cosa de recordar distintas frases, dichas por varios ministros de aquel entonces y el mismo presidente Sebastián Piñera, un poco antes de la revuelta social, riéndose de quienes más han sido marginados de la sociedad, señalando cosas como que Chile era un verdadero oasis, en relación a otros países de la región (2).
En consecuencia, afirmar que “un rechazo con amor es una nueva oportunidad”, no solo es poco entendible, confuso y hasta un contrasentido (oxímoron), sino que significa burlarse nuevamente de todas aquellas personas que han sido humilladas, discriminadas y pisoteadas históricamente, por sectores de poder completamente indolentes a las injusticias, abusos y desigualdades.
Por fin muchas personas serán escuchadas y consideradas en la conversación y en el texto propiamente dicho
Por el contrario, la nueva Constitución se construyó desde el amor, no porque la rabia no haya estado nunca presente, sino porque fue mucho más que eso, ya que lo que busca finalmente la nueva carta magna es reconciliarnos como chilenas y chilenas, visibilizando y sumando a la conversación a mujeres, pueblos originarios, disidencias sexogenéricas, niñas, niños y adolescentes, adultos mayores, personas con discapacidad, personas neurodivergentes.
En la misma dirección, la nueva Constitución, a través de derechos sociales como la educación, salud, seguridad social, vivienda, cuidados, busca que nos encontremos como iguales, dejando atrás la desigualdad, segregación y una cultura individualista y competitiva, que solo beneficia a algunos pocos.
Lo mismo con respecto a los Derechos de la Naturaleza, que nos permitirá situarnos como seres vivos y junto a otros animales no humanos sintientes, luego de años de políticas ecocidas que jamás pensaron en nuestros territorios y bienes comunes naturales, sino en el negocio a cualquier precio.
En otras palabras, por fin muchas personas serán escuchadas y consideradas en la conversación y en el texto propiamente tal, luego de mucho tiempo de no ser vistas por un Estado negligente, que como bien planteó Humberto Maturana antes de morir, no estaba cumpliendo su rol fundamental de ocupase de la comunidad (3).
Aprobar una nueva Constitución es aprobar una nueva convivencia democrática que una a la sociedad
Por lo demás, siguiendo con el propio Maturana y la “Biología del Amor” que pudo desarrollar junto a Ximena Dávila en Matríztica, el rechazo como emoción justamente tiene relación con negarse a ver al otro, a oírlo y estar presente, lo que deriva en que no se soporta compartir y colaborar con quien se ve como diferente.
Si bien la indiferencia es una negación completa al amor, rechazar también cierra puertas para un diálogo amplio, en el marco del respeto mutuo y la aceptación, ya que lo que rechazo me parece desagradable y también lo veo como una amenaza para mi propia identidad, lo que automáticamente genera desconfianza y temor.
En sentido opuesto, aprobar no es sólo aprobar una nueva Constitución, sino también es aprobar una nueva convivencia democrática en el país, que nos una como sociedad y que permita construir puentes y abrir puertas, precisamente desde el amor.
1: https://www.youtube.com/watch?v=aHPqbCBkKLo
2:https://www.cnnchile.com/pais/5-frases-previa-estallido-social_20211018/
*Sociólogo. Diplomado en Educación para el Desarrollo Sustentable. Magíster en Comunicación y Cultura Contemporánea. Integrante de Comité Científico de Revista Iberoamérica Social. Director del Observatorio Plurinacional de Aguas www.oplas.org