Aquaman y el reino perdido, la nueva película de superhéroes dirigida por James Wan, ya puede verse en los cines locales con el protagónico de Jason Momoa como el famoso Rey de Atlántida, que llega a esta segunda entrega en solitario para darle un cierre definitivo al Universo Extendido de DC antes de que la franquicia cinematográfica de la tradicional casa de cómics avance hacia un nuevo paradigma.
Secuela directa de la taquillera Aquaman (2018), el decimoquinto y último film de la saga de Warner Bros. Discovery le pone fin -más bien formalmente que de manera narrativa- a un entramado que nació de la mano del cineasta Zack Snyder en 2013 con Hombre de acero, y que desde entonces nunca halló la cohesión y el rumbo necesarios que le permitieran competir cabeza a cabeza con el imparable fenómeno de Marvel.
En esta ocasión, el público encuentra a Arthur Curry (Momoa) llevando una existencia algo caótica a la que el actor, que sabe sacar provecho de la combinación entre su imponente presencia física y el humor, narra en un simpático montaje introductorio: ya convertido en Rey de los Siete Mares y en pareja con Mera (Amber Heard), Aquaman pasa sus días balanceando sus obligaciones y desafíos burocráticos en el trono con la crianza de su bebé y la idílica vida en familia.
Pero a pesar de sus frustraciones y alegrías, lo que el héroe y miembro de la Liga de la Justicia no esperaba era la reaparición en el panorama de David Kane/Black Manta (Yahya Abdul-Mateen II), quien tras los eventos vistos en la primera película sigue en busca de venganza por la muerte de su padre y no piensa detenerse hasta no acabar con Aquaman de una vez y para siempre.
La amenaza crece aún más cuando Kane, desesperado por fortalecerse y reunir más poderes, se hace no sólo con un combustible milenario resguardado en las profundidades del océano que pone en un profundo riesgo el medio ambiente sino también con el mítico Tridente Negro, lo que desata una fuerza antigua y malévola sepultada capaz de romper con el orden y la armonía bajos los mares.
Para combatirlo, Aquaman deberá recurrir a su hermano, Orm Marius (Patrick Wilson), al que había encarcelado en la primera entrega tras intentar hacerse con el poder del reino subacuático y atacar a la humanidad en la superficie, para forjar una alianza que los obligará a dejar de lado sus diferencias que permita proteger a Atlantis y a su familia de una destrucción que no tiene vuelta atrás.
Con la misma impronta colorida y dinámica que Wan supo darle a Aquaman para diferenciarla de la estética oscura y un poco más solemne -pero muy bien lograda- que había marcado Snyder como pionero de la franquicia, esta continuación propone algunas líneas temáticas de lectura actual como el cambio climático, el cuidado del planeta y la convivencia entre sus habitantes, aunque sin innovar en el plano de las secuencias de acción características del género ni en la trama individual de su héroe titular.
Guionada por David Leslie Johnson-McGoldrick y con un reparto que se completa con la vuelta de Nicole Kidman, Dolph Lundgren, Randall Park y Temuera Morrison, la película logra sostenerse no sin algunas dificultades por sí misma, más allá de que su confección se había desarrollado cuando el Universo Extendido de DC aún no había entrado en la crisis terminal que -por decisión de las nuevas autoridades de un conglomerado en plena transformación- llevó a cortar de cuajo con sus proyectos y panorama a futuro.
Así, después de una década que vio el lanzamiento de títulos como Mujer Maravilla (2017), ¡Shazam! (2019) y la reciente y muy anticipada Flash, la desordenada saga quedó trunca cuando Warner Bros. Discovery designó al cineasta James Gunn y al productor Peter Safran como responsables de los estudios de DC para liderar las áreas de cine, televisión y animación de la compañía.
Y si bien los nuevos popes de las adaptaciones de las historietas de la editorial dueña de figuras como Superman y Batman ya anunciaron en enero pasado la lista de diez producciones con las que reiniciarán el universo narrativo, con fecha prevista de inauguración en 2025 con Superman: Legacy, este podría no ser el final para Momoa y su paso por DC, que podría devenir en una segunda colaboración pero bajo el rol de Lobo, un salvaje cazarrecompensas intergaláctico.
Así todo, el actor hawaiano le dice adiós en Aquaman y el reino perdido a una experiencia que, merece reconocérselo, instaló a un Arthur Curry muy diferente al inocente rubio de poderes no tan impactantes que tantas burlas causo a lo largo de décadas en la cultura pop y cambió, quizás para siempre, el imaginario de toda una nueva generación de fans.