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«Archivo Piazzolla», una obra monumental que cierra un año de singulares celebraciones  

Se trata de un trabajo de investigación y acopio del psicoanalista y coleccionista rosarino Carlos Kuri, que reúne gemas de las colecciones de varios fanáticos y un estudio sobre la recepción que tuvo la obra del artista centenario
El psicoanalista y coleccionista rosarino Carlos Kuri, autor del reciente Archivo Piazzolla, un libro-objeto que reúne gemas de las colecciones de varios fanáticos y un estudio sobre la recepción que tuvo la obra del artista centenario, considera al cruzar sus intereses y saberes que “el oyente que Piazzolla inventa es una cruza perfecta de inteligencia y fuerza pulsional”.

“Piazzolla, con el modo singular de penetrar la perfección formal de su partitura con una fuerza corporal, con excitación rítmica, con la exploración de timbres inusitados para el género y haciendo pie siempre en el tango, tuvo para mí un efecto de iluminación en lo que una música posee de potencia y sensibilidad”, describió Kuri durante una entrevista con la agencia de noticias Télam.

Archivo Piazzolla, editado por la Universidad Nacional de Rosario y presentado la semana pasada en la Biblioteca Nacional, es el segundo título que Kuri le dedica al bandoneonista y compositor (el primero fue Piazzolla. La música al límite, de 2008), como fruto de una atracción que, describe, “simplemente fue un flechazo”.

En este caso, la propuesta reúne «voces de diferentes momentos históricos y disímiles entre ellas, como las Pipo Lernoud, Miguel Grinberg, Dante Panzeri, Sibila Camps; todas enhebradas por un criterio y puntuado por algunos ensayos temáticos (Piazzolla y la política, Piazzolla y el cine, Lo contemporáneo, Piazzolla 100 años de diferencia)”, describió el autor.

El volumen es definido por su creador como “una mezcla de tapas de discos, excelentes fotografías, y recortes de la década del 30 y del 40, lo que requirió de un diseño estético visual que le otorgara unidad. Y el producto es un bello libro, enorme y, en ese sentido, anti digital; una reivindicación del placer del texto”.

Para Kuri, haber plasmado esta investigación corporiza la idea de que “un archivo es un deseo de memoria, y ese deseo, en este caso en relación con Astor, es un deseo en gran medida colectivo”.

“Por eso –abundó– es el archivo, no como amontonamiento de papeles, sino puestos a hablar, despertados por el criterio de selección y combinación, que pone al lector en contacto con épocas y acontecimientos que no hemos vivido, o que hemos descuidado en nuestro recuerdo”.

Respecto de cuáles son los tesoros que reúne el libro, Kuri destacó: «El archivo es un inmenso grupo heterogéneo formado por recortes periodísticos, fotografías, cartas, programas de conciertos, crítica de actuaciones, piezas discográficas inéditas o raras, fragmentos ilustrativos de partituras. El libro selecciona, ordena, vincula estos documentos, los muestra como en tiempo real, generando una intimidad histórica que permite una mirada única sobre la recepción conflictiva que tuvo Piazzolla en Argentina; también están, por supuesto, los documentos de sus giras, críticas, discos, afiches de la expansión mundial de su música».

El autor repasó además cuál supone que será el material que podrá sorprender al lector: «Tenemos acceso, por ejemplo, a la nota aparecida en un diario de Nueva York que anuncia la actuación del pequeño Astor, en 1932, en una sociedad teosófica rusa; como al artículo que documenta el reencuentro de Astor, muchos años después, con D’Aquila, su primer profesor de bandoneón también en esa ciudad. La célebre pelea a golpes de puño, aunque pocas veces vista, con el cantor Jorge Vidal, tal como apareció en las revistas de la época. Las notas del estreno de la Orquesta del 46 o de la Sinfonía Buenos Aires, dirigida por Sevitzky. Toda la cobertura periodística del concierto del 83 en el Colón. Las últimas presentaciones en Buenos Aires con su Sexteto. Es en definitiva un recorrido completo de la recepción de la música de Astor».

El libro está dedicado a dos coleccionistas: Víctor Oliveros y Ramiro Carámbula. Con relación a esta decisión, Kuri expresó finalmente: «Sí. Víctor fue el primer fanático desde el 46 y amigo de Astor desde el 55 hasta el final. Un personaje de oído absoluto con la capacidad de transmitir su música en una suerte de ceremonia circunstancial, en un bar, en conversaciones callejeras. Víctor podía hacernos escuchar a viva voz los pasajes más intrincados del Octeto Buenos Aires, de la Orquesta del 46, del Quinteto, algo increíble e irrepetible; de Víctor, ya hace 18 años, me vinieron gran parte de los archivos que alimentan este libro. Víctor murió el año pasado con 88 años. Y Ramiro Carámbula, que también nos dejó, y muy joven, fue el fundador del Centro de Estudios Piazzolla de Montevideo, con una investigación y hallazgo de material inédito excepcional; la colección de la revista Tanguedia, publicada por el Centro, quedó como importante fuente de investigaciones».