Por Magalí A. Chiacchiera (*)
La crisis financiera internacional fue vista por China como una ventana de oportunidad para construir poder estructural en las finanzas y el crédito a través de la internacionalización del yuan.
Uno de los mecanismos por el cual China (RPCH) procura promover dicho proceso de internacionalización es mediante la firma de acuerdos swaps (permuta financiera) de monedas con países y regiones socias o “estratégicas”. Inicialmente, dichos acuerdos se llevaron a cabo a nivel regional, para gestionar la crisis asiática de fines de la década del 90.
Con la crisis de 2008, el gobierno chino los extendió hacia países desarrollados y en desarrollo de Occidente.
En efecto, esta crisis interfirió directamente en su tema de agenda prioritaria, es decir, el desarrollo estable de su modelo exportador de manufactura. No obstante, China ha mantenido su trayectoria de crecimiento económico liderando la recuperación del comercio mundial y ha desencadenado un proceso de construcción de poder en las finanzas mundiales para continuar la importación de commodities en plena recesión mundial.
Los acuerdos swaps en sus diferentes formas (multilateral y bilateral) han intentado estabilizar las finanzas internacionales expandiendo el uso internacional del yuan. Dicha estrategia es de carácter universal y adopta diferentes formas según las necesidades de cada país socio con el que lo firma. Consecuentemente, China empezó a controlar la creación del crédito y la distribución del capital financiero a nivel mundial, así como los factores que determinan los términos en los que las monedas se intercambian unas con otras. En este marco, la amplia asimetría de Argentina y Brasil con China, hace que ambos países adhieran a las reglas definidas por ella, intentando defender sus intereses en un juego ya predeterminado por dicho país.
En Argentina, la firma del acuerdo swap de monedas constituyó un eslabón esencial de la “Asociación Estratégica Integral” de 2014 para hacer frente a una coyuntura interna de inestabilidad financiera. En Brasil, el acuerdo swap también formó parte de la “Asociación Estratégica Integral” pero, además, se le añade el establecimiento del Acuerdo Contingente de Reservas (CRA) en el marco de los BRICS, como una “replica occidental” de la Iniciativa Chiang Mai: la estrategia china que inició la internacionalización del yuan tras la crisis del sudeste asiático en 1998.
Argentina fue el primer país latinoamericano en activar y renovar dicho intercambio de divisas. Tal acuerdo fue utilizado con el propósito de enfrentar las urgencias financieras domésticas, en detrimento del uso de los yuanes para fomentar el intercambio en el comercio bilateral (tal como estaba estipulado en el acuerdo), lo que se traduce en una “desnaturalización” del swap de monedas.
El proceso de “desnaturalización” implicó que el acuerdo swap se transformó en un préstamo que el Banco del Pueblo Chino (PBOC) activaba según las urgencias financieras internas de Argentina. En consecuencia, Argentina se encontraba obligada a restituir la cuantía solicitada y a reintegrar los intereses devengados en un plazo definido, de acuerdo a las condiciones establecidas para dicho préstamo. A la vez que China desplegaba hacia Argentina una política de suministro de capitales, también se gestaba la incipiente deuda externa de Argentina con China.
Durante el gobierno de Fernández de Kirchner, la potencia asiática se constituyó en un prestamista exclusivo de Argentina en tanto que este país se encontraba con dificultades para disponer de dólares en los mercados financieros internacionales. Durante la administración de Macri, los yuanes del swap se utilizaron en forma preventiva para evitar una posible corrida bancaria tras la salida del control de cambio.
La estrategia de internacionalización del yuan chino en Argentina está siendo cada vez más consolidada, en tanto que en el año 2015 el Banco Central de la República Argentina y el PBOC designaron al ICBC como banco compensatorio de yuanes en Argentina.
En el caso de Brasil, el acuerdo no se activó, ni se renovó. Formalmente, estipulaba que dicho mecanismo sería utilizado para comercializar bilateralmente a través de las monedas locales, pero, desde lo discursivo, se señalaba que su utilidad era preventiva dado que serviría para contrarrestar la elevada demanda de liquidez hacia el Banco Central de Brasil en caso de turbulencia en los mercados financieros.
Asimismo, el uso de monedas locales entre China y Brasil aún se encuentra lejos, en tanto que fue recién en agosto de 2017 que se empezó a explorar la posibilidad de establecer un banco compensador en territorio brasileño. Una similitud entre ambos países latinoamericanos es el desinterés en comercializar en monedas locales con China, en tanto que dichas economías tienen gran preferencia por el uso de dólares.
Por otra parte, Brasil, similar a China, también tuvo la intención de modificar las reglas del juego de la estructura de poder en las finanzas internacionales, siguiendo los patrones establecido por el gigante asiático. En este sentido, y a pesar que nunca llegó a mantener una relación hostil con el Fondo Monetario Internacional (FMI), el gobierno brasileño decidía voluntariamente alejarse del FMI a través del CRA, mientras que Argentina debió alejarse del FMI dada su condición de economía en default, en donde China se erigía como fuente exclusiva de capital.
Por último, ambos países se insertaron en la estrategia de internacionalización del yuan. Por un lado, Argentina firmó y renovó el swap con China, constituyéndose como deudor y en un contexto de dificultades financieras internas. Por otro lado, Brasil no activó el acuerdo swap y logró constituirse como acreedor en el marco del CRA a la par de China, además de haber obtenido ingentes cantidades de dólares a través del superávit en el comercio bilateral con China.
(*) Licenciada en Relaciones Internacionales – Facultada de Ciencia Política y Relaciones Internacionales – UNR