Ahora, Chile. Argentina jugó el mejor partido de la Copa América y le ganó con mucha autoridad 6-1 a Paraguay. El equipo del Tata Martino tuvo a Lionel Messi como el gran titiritero y figura, y así definirá el título con el elenco local el sábado en Santiago.
Mucha presión alta. Mucha concentración a la hora de marcar. Esas fueron las premisas de Paraguay al inicio del partido. Pero ese plan se derrumbó a los 14 minutos. Marcos Rojo aprovechó un descuido defensivo, tras un centro de Messi, y vulneró a Villar en el área chica.
El gol trajo la tranquilidad necesaria para esta clase de partidos. Con la ventaja, Argentina se paró unos metros atrás y esperó para ver que hacía Paraguay. Y en la primera contra que tuvo casi estira la diferencia. Messi condujo, le puso un pase bárbaro a Pastore, pero el volante de PSG se demoró en la definición.
De todas formas el Flaco no falló en la próxima que tuvo. Otra vez Messi ofició de asistidor, pero esta vez Pastore remató cruzado haciendo inútil la estirada de Villar: 2-0.
Y cuando el partido estaba controlado apareció el descuento guaraní a los 42 minutos: Barrios aprovechó una mala salida de Otamendi y fusiló a Romero, dándole a Paraguay la esperanza necesaria para encarar el segundo tiempo.
De todas formas, la ilusión no duró nada. Al minuto de la parte final Di María le sacó jugó a un pase de Pastore para meter el tercero. Y más tarde, a los 7, el rosarino anotó el cuarto tras aprovechar un rebote de Villar tras un remate de Pastore.
Los goles de Di María hicieron explotar por el aire el ánimo paraguayo. Y ya no hubo equivalencias posibles. Argentina se hizo más gigante y tuvo a Messi en su abanderado del fútbol que pregona Martino.
En los últimos quince minutos Argentina dominó a voluntad. Y eso le alcanzó para concretar dos tantos más. Primero fue Agüero, de cabeza, y luego fue Higuaín, el reemplazante del Kun, para decorar la goleada.
Argentina ganó, gustó y goleó. Ahora lo espera Chile, quizás la final más esperada de todas.