El incremento en la recaudación, que terminó 2010 con un aumento importante –tanto si es medida en términos nominales como reales–, hizo que se elevara la presión tributaria. Es así que la Argentina se encuentra hoy entre los 10 países en los cuales de los ingresos familiares percibidos se destina mayor porcentaje al pago de impuestos. En ese sentido, es bueno analizar los números.
El total que ingresó en diciembre a las arcas fiscales, de 38.156 millones de pesos, significó una suba de 35 por ciento en la comparación con igual período de 2009. De esta manera, en el año los ingresos ascendieron a 409.900 millones de pesos, con una alza de 34 por ciento en términos interanuales.
El incremento significó marcar un récord, y que los recursos tributarios sean un 16 por ciento mayores a los proyectados para 2010, según el presupuesto nacional. “Los impuestos de mejor performance fueron los que más habían sufrido la recesión local y externa de 2009”, sostiene un informe del Instituto de Estudio Económicos del Banco Ciudad. En ese sentido se destacan las retenciones y los derechos de importación, que fueron los dos tributos más dinámicos junto con Ganancias. Sin embargo, pese al incremento de estos impuestos, más del 70 por ciento del crecimiento de la recaudación fue explicado por Ganancias, IVA y Seguridad Social, mientras que las retenciones a las exportaciones aportaron sólo un 13 por ciento.
Precisamente, las retenciones son las que explican en buena medida que se haya incrementado la presión tributaria en los últimos 10 años. El otro que hizo que aumentara el porcentaje de los ingresos que se destinan al pago de impuestos es el que se aplica a la utilización de cheques.
Según un informe del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf), entre 2000 y 2010 la presión tributaria aumentó 9,5 puntos porcentuales cuando pasó de 22,4 por ciento a 31,9 por ciento del PBI, esto es, teniendo en cuenta tanto los tributos cobrados por la Nación, como por provincias y municipios.
El Banco Ciudad hace un relevamiento similar y concluye que “considerando únicamente los impuestos nacionales, la presión tributaria ascendió a 29 puntos porcentuales del producto. Esto equivale a un crecimiento de 12 puntos porcentuales del PBI respecto al promedio de la década del 90”, resaltó.
Ahora bien, si se compara la presión tributaria argentina con la de otros países, pasó de estar en el año 2000 en la 15ª posición del mundo para ubicarse hoy en la 10ª. Si se analizan cuáles son los estados que se encuentran antes, son todos aquellos en donde la presencia es fuerte en materia de brindar seguridad social a través de la salud, educación, jubilación y asistencia. En ese sentido, el primero es Dinamarca, con un 48,2 por ciento de presión; seguido por Suecia (46,4 por ciento); Italia (43,5 por ciento); Finlandia (43,1 por ciento); Francia (41,1 por ciento) y Noruega (41 por ciento).
Esto significa que no necesariamente la elevada presión fiscal es negativa para un país. Al contrario, si esos ingresos son utilizados de manera equitativa y eficiente, en el sentido de que mejoren la realidad económico social, es mejor, tal como ocurre en los países europeos mencionados antes.
En ese sentido, el Iaraf hace una salvedad en su informe cuando sostiene que “analizar la presión tributaria de un país requiere hacer la salvedad que se está evaluando solamente una parte de las dos básicas a través de las cuáles el Estado interviene en la economía en materia de flujos financieros: se analiza sólo el que va desde el sector privado al gobierno (a través del pago de impuestos) dejando de lado el que opera en sentido contrario, el gasto público”.