Entre las numerosas deudas que dejó el gobierno de Alberto Fernández se incluye una que puede provocar un faltante de billetes en los próximos meses.
Un equipo de trabajo conformado por el Banco Central (Santiago Bausili) y Casa de Moneda (Daniel Méndez) busca destrabar el envío de millones de billetes que fueron encargados al exterior y que no se liberan por falta de pago.
El caso involucra a compañías chinas, brasileñas y españolas, a las cuales se busca convencer para que en marzo estén bien abastecidos los bancos y haya efectivo suficiente en los cajeros, en un contexto de alta inflación donde para hacer cualquier trámite hacen faltan cientos de billetes.
Las negociaciones en curso involucran la llegada, a más tardar el mes próximo, de 250 millones de billetes de España de $1000, otros 90 millones de la misma denominación provenientes de la imprenta brasileña y 90 millones de China. En este último caso, se trata de papeles de $2000.
Todo se origina en una deuda de la gestión anterior, que en parte fue revelada por el presidente Javier Milei cuando durante una entrevista dijo que su gobierno debía enfrentar hechos insólitos, como los problemas con los billetes.
Es que la negativa de Alberto Fernández a convalidar la creación de billetes de mayor denominación a los actuales, llevó a que la imprenta del Estado, la Casa de Moneda, no dé abasto para suministrar el efectivo que se necesita.
Por eso se compran billetes a China, Brasil y España. Pero la gestión de Sergio Massa al frente del Ministerio de Economía, caracterizada por la profundización del cepo cambiario debido a la escasez de dólares, dejó de pagar por la plata que se traía de afuera, algo que puso de mal humor a los proveedores.
El trabajo de la nueva gestión consiste en recuperar la credibilidad perdida en una situación en que el ministro de Economía, Luis Caputo, cerró el candado y tiró la llave de la caja disponible para postergar la mayor cantidad de pagos posibles en su objetivo de mostrar una reducción del déficit público.
La Argentina debía pagarles US$11,18 millones a la Casa de Moneda de Brasil, más de 12 millones de euros a la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre de España y casi US$7 millones a China Banknote Printing and Minting Corporation para normalizar de forma precaria la provisión de billetes e insumos.
La deuda se normalizó parcialmente y los billetes empezaron a aparecer. Fuentes al tanto de la logística relacionada con el dinero aseguran que en enero llegaron a Casa de Moneda diversos cargamentos que forman parte de un lote de 400 millones de billetes de $2000 que estaban listos desde hacía tiempo, pero demorados por la falta de pago de la Argentina.
La plata llegó en aviones. Según el lugar del que parta, su traslado al país puede salir hasta dos millones de dólares. En ocasiones de normalidad, es dinero que vendría por barco, pero la crisis permanente del país con respecto a los billetes no permite ese ahorro.
Los especialistas en la producción industrial de billetes aseguran que es un sinsentido el hecho de que la Argentina importe -se paga en dólares o euros, que faltan aquí- algo que tiene capacidad de producir.
Hay otra cuestión adicional a la suba de precios -hace que se necesite más plata para pagar lo mismo- que colabora con los desmanejos.
Sucede que la planta de Casa de Moneda en Retiro está casi parada. Otra vez, esto se debe a las dificultades del país para pagarles a quienes le venden un bien o le prestan un servicio. Hasta hay dificultades para pagar la tinta.
El año pasado, la gestión kirchnerista avanzó en la renovación de líneas de producción. Se le compraron equipos a KBA, una empresa fabricante de máquinas de impresión, pero se le deben unos US$ 40 millones, de manera que la compañía es reticente a terminar el trabajo.
La única planta que produce en este momento es la de Don Torcuato; es decir, la exCiccone. Allí también hubo problemas. Cuando llegó la nueva gestión, no había tinta suficiente para imprimir por falta de pago al proveedor.
Hasta el 30 de octubre pasado, Casa de Moneda tenía deudas por $38.884 millones y no contaba con los recursos para saldarlas.
Esa cuenta fue hecha por una auditoría que tomó en consideración un dólar a $350, pero se trata de pasivos que en su gran mayoría están dolarizados. De manera que hoy, en pesos, el saldo es mucho mayor. Un número grueso indica que se trata, en dólares, de un rojo de 110 millones de dólares.
La imprenta del Estado le debía a medio mundo. Sus acreedores suman más de 30 empresas en el exterior y una proporción similar en el país. Entre los aspirantes a cobrar está Unitec Blue, la fábrica de chips de Eduardo Eurnekian, exempleador del presidente Javier Milei durante su paso por el sector privado por una prestación para los pasaportes.
El Gobierno espera obtener algo de oxígeno hacia la mitad del año. Para eso, tiene previsto lanzar un billete de $20.000 con la figura de Juan Bautista Alberdi. Es un retorno habitual en las crisis: el prócer estuvo en el peso argentino, a principios de los ‘80 y pasó por los Lecop en la era de las cuasimonedas.
El Estado espera ahorrar dinero con el nuevo dinero. Los proveedores habituales de los hilos de seguridad de los billetes son Crane (está en el billete de $1000 del hornero, en el de $2000 de Ramón Carrillo y Cecilia Grierson y aparecerán en el de $10.000 de Belgrano y Remedios de Escalada que saldrá próximamente) y Louishental (los $1000 de San Martín y el papel de $500).
Pero tienen una competencia agresiva de De La Rue y PureImage. Ambos se ofrecen hasta a mitad de precio, un argumento tentador para un gobierno que no tiene plata.