Irene Sacco / Paula Demarchi
Desde la puesta en ejecución, el 22 de enero de 2010, del Tratado de Integración y Cooperación entre la República Argentina y la República de Chile, conocido como Tratado de Maipú, el vínculo entre estos dos países se ha consolidado en el plano organizativo dando lugar a un proceso de creciente “institucionalización” de diversas instancias que interrelacionan diferentes niveles gubernamentales.
A partir de este ordenamiento, podemos reflexionar sobre la existencia de una relación bilateral que cabe calificarse como dinámica y continua, a pesar de los cambios de gobierno en ambos países. En efecto, desde la llegada al poder de Mauricio Macri en Argentina (diciembre de 2015) de signo político distinto al de la presidenta de Chile, Michelle Bachelet (marzo de 2014), se ha producido una notable intensificación de visitas, que dan cuenta de una proyección política realista y superadora de las diferencias de orden ideológico.
En su primera gira al exterior como jefe de Estado, Macri visitó Brasil y Chile, señal que demuestra el lugar prioritario que ocupa el país trasandino en la agenda de política exterior de esta administración. Por entonces, el mandatario manifestaba que la inserción regional de Argentina estaría enfocada en darle “vitalidad” y funcionamiento al Mercosur, pero también quedó expresado el propósito de converger hacia la Alianza del Pacífico utilizando la Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi) como plataforma económica y comercial. Este punto marca una distancia con las anteriores prioridades de agenda exterior de Argentina y Chile, centradas en la vocación latinoamericanista, principalmente en los compromisos asumidos en la Unión de Naciones Suramericanas ((Unasur).
Espacios bilaterales
En términos generales, durante 2016, y apostando a la diversificación de los espacios bilaterales, se reavivó el Consejo Empresarial Argentino-Chileno; entró en vigencia el Convenio de Doble Tributación; se reactivó el ferrocarril que recorre desde Salta hasta la región de Antofagasta; se inició el proceso de precalificación para la construcción del Túnel de Agua Negra, que unirá la Región de Coquimbo con la provincia de San Juan; se realizó la reunión del mecanismo 2 + 2 entre Ministros de Defensa y de Relaciones Exteriores; se conformó la XXVIII Reunión del Comité Permanente de Seguridad Argentino-Chileno, y el lanzamiento del Foro de Diálogo y Reflexión Estratégica 2030.
A fines de 2016, el presidente Macri y su par chilena, Bachelet, volvieron a reunirse, esta vez en la Quinta de Olivos, con el acento puesto en los proyectos de infraestructura conjuntos y reforzando el interés de la Argentina de ser parte de la Alianza del Pacífico. La cumbre presidencial coincidió con el desarrollo de la VIII Reunión Binacional de Ministros argentinos y chilenos, que tuvo lugar en el Palacio San Martín en Buenos Aires. En este marco se firmó el memorándum de entendimiento entre el Instituto Antártico Chileno y el Instituto Antártico Argentino, se definió la nueva estrategia de cooperación bilateral, se avanzó en un entendimiento en materia de turismo y en un acuerdo para el establecimiento de una plataforma sobre Industrias Culturales y Creativas.
Al año siguiente, febrero de 2017, con motivo de cumplirse el bicentenario de la Batalla de Chacabuco, Macri y Bachelet reiteraron su voluntad para impulsar la convergencia de los dos foros económicos regionales que ambos países integran: el Mercosur y la Alianza del Pacífico. La gran novedad se presentó al cierre del año con la firma del acuerdo de comercio entre Argentina y Chile compuesto por 20 capítulos y elaborado en seis partes que amplía y profundiza instrumentos jurídicos, y agrega disposiciones en áreas de inversiones, servicio, compras públicas, telecomunicaciones, e-commerce, medio ambiente, trabajo, género, pymes, cooperación y política de competencia.
Otro símbolo claro de la madurez de la relación bilateral argentino-chilena fue la participación de Macri, en marzo de 2018, en el acto de asunción de Sebastián Piñera, quien fue elegido por segunda vez como primer mandatario del país trasandino. En sintonía con ello, un mes después, altos funcionarios del gobierno macrista acompañaron a Piñera en los actos conmemorativos por la Batalla de Maipú y colaboraron con el armado de la agenda de la misión que Piñera encabezó a la República Argentina, a poco de haber asumido. El apoyo chileno al ingreso de Argentina como observador en la Alianza del Pacífico y la invitación argentina hacia Chile para que este Estado participe de la próxima Cumbre del G20 son elementos que refuerzan la idea central sostenida en este artículo.
Cuestiones de agenda
El vínculo entre estos dos países no sólo se ha mantenido en el plano de la diplomacia tradicional, sino también y casi en la misma escala de importancia, se han profundizado los entendimientos y las relaciones a nivel subestatal, es decir entre las provincias argentinas y las regiones chilenas. En este sentido, se conformaron espacios de coordinación y regiones de carácter multinacional, tales como los Comité de Integración y la Zona de Integración del Centro Oeste de América del Sur, respectivamente. Ambas experiencias han sido consideradas como una forma de acercar necesidades y oportunidades, fundamentalmente en materia de servicios, logística y comercio. Asimismo cabe señalar la secuencia de encuentros entre gobernadores argentinos e intendentes chilenos, institucionalizadas bajo la figura de las Reuniones Binacionales, creadas por el protocolo complementario del Tratado de Maipú de 2011. Sus agendas en general han sido amplias, abordando cuestiones de conectividad, comunicación transfronteriza, obras viales y ferroviarias, empleo de recursos compartidos, turismo, deporte y medio ambiente. Si bien las decisiones que se toman en estos ámbitos no son vinculantes, lo cierto es que en ellos se visibilizan temáticas regionales/locales que son elevadas posteriormente a los órganos decisorios de cada país.
Sin embargo, a pesar de que todos los aspectos que se mencionaron fueron centrales en la construcción de la relación estratégica, lo cierto es que aún existen importantes desafíos por resolver. Para ello se requiere de una voluntad política clara que se exprese en agilidad respecto a la ejecución de los proyectos emprendidos conjuntamente, sobre temas que además de intensificar y profundizar el vínculo bilateral, mejorarían la calidad de vida de sus habitantes.
Alumna avanzada de la Licenciatura en RR.II de la Facultad de Ciencia Política y RR.II (UNR) – Integrante de la Cátedra Chile.
Docente de la materia Derecho Consular y Diplomático de la Facultad de Ciencia Política y RR.II (UNR) – Integrante de la Cátedra Chile.