El producto genera un poco de rechazo, se asimila a una correa para perros, pero lo cierto es que los que llegaron a la ciudad se vendieron enseguida. Los arneses para caminar son una idea europea que llegó al país pero con dos utilidades declamadas: el apoyo para que los niños y niñas den sus primeros pasos, sostenidos, ante una posible caída, y como medida de seguridad cuando ya corren y se escapan de la mirada de sus padres. Desde la Sociedad de Pediatría de Rosario, en tanto, rechazan la práctica de un estímulo acelerado del caminar del niño, y explican que “la mirada atenta del padre o madre es la única medida de seguridad”.
La publicidad y la utilidad
Importadores de productos para bebés informaron a El Ciudadano que los arneses son adquiridos, en su mayoría, “por cuestiones de seguridad: una madre va a caminar por la peatonal con su hijo y al detenerse frente a una vidriera el chico se escapa en unos segundos”, ejemplifican. Los comerciantes admiten que el arnés “no resulta simpático, porque es como si se tuviera al hijo como un perrito, pero resulta útil a juzgar por la demanda”.
Uno de los comercios más reconocidos en el rubro bebés confirmó la presencia local del adminículo en la ciudad, y su venta inmediata. “Hace cerca de un mes y medio que llegaron, y se vendieron enseguida. Cuestan entre 120 y 130 pesos, según la marca”, dijo una vendedora sobre la propuesta, que se publicita como una ayuda en los primeros pasos de los pequeños.
Pulgar abajo desde pediatría
Carlos Badías, presidente de la Sociedad de Pediatría de Rosario, dialogó con este medio sobre el arnés y enfatizó su desacuerdo con cualquier método de estimulación que acelere la evolución de los chicos, en particular a la hora comenzar a caminar. “La maduración y desarrollo de los niños deben ser respetados porque no es algo lineal, sino que depende de cada caso. El apoyarse o utilizar elementos de este tipo no es favorable para el desarrollo de sus habilidades y logro de la marcha”, explicó.
Sobre estos aparatos para estimular el caminar, Badías se remitió al conocido “andador” como otro método –alertó– peligroso: “Los hay de varios modelos y cada marca promete un grado de seguridad muy alto, como su precio, pero hemos tenido casos de fracturas de cráneo con los mejores andadores, por haber volcado. Tengamos en cuenta que los chicos, a esa edad, descubren su fuerza y no saben controlarla, lo que le quita toda seguridad al producto”.
El pediatra tampoco aprueba su uso como medida de seguridad: “La única es la mirada atenta del padre o la madre, es irreemplazable. Si no, ¿hasta dónde llegaremos con el objetivo de «quedarnos tranquilos» sin correr el riesgo de que nuestro hijo se escape?”.
Badías fue contundente: “El tomar a nuestros hijos de las manitos, cuando intentan dar sus primeros pasos, es no sólo una ayuda sino un apoyo que remite a un lazo afectivo, un vínculo muy fuerte que no podemos delegar en un aparato”.
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