María Celeste Encina llegó al Hospital de Emergencias Clemente Álvarez con un tercio del cuerpo quemado junto a un muchacho que hoy es enjuiciado por su femicidio. Murió en el hospital tres días después. Tenía 31 años, era madre de cinco hijos y se ganaba la vida como recolectora. Esa tarde de abril de 2018 uno de sus hijos, de entonces 8 años, la vio entrar a los gritos y envuelta en llamas al baño. También había escuchado la discusión de su madre con su pareja. Este martes inició un juicio contra el joven de 27 años, quien enfrenta un pedido de prisión perpetua por homicidio doblemente calificado por la relación de pareja y por mediar violencia de género (femicidio).
Cerca de las 18 del 25 de abril de 2018, una discusión se inició en el interior de la vivienda que compartía María Celeste y sus hijos junto con Rubén Ezequiel Juan desde hacía dos años, en pasaje 1886 al 4400, en barrio Triángulo. Según algunos relatos de allegados ella quería separarse y esa tarde cuando lo planteó, el femicida comenzó a insultarla.
Juan la llevó a la pieza y le dijo a los chicos que no entraran. El nene de 8 años escuchó gritos y vio que su mamá entraba al baño cubierta en llamas. María Celeste intentó tirarse agua pero se desmayó.
El agresor salió a la calle para pedir ayuda, frenó a un vecino que estaba en un auto y se subió. La hija de 13 años de María Celeste junto a una prima le sacaron la ropa quemada y la subieron al auto. Antes de arrancar para el Heca, Juan les dijo: “Limpien la casa y no digan nada a nadie”.
Las chicas avisaron a los hermanos de María Celeste y fueron a hacer la denuncia a la comisaría 19ª.
Para la fiscal Marisol Fabbro el femicida se le abalanzó y le tiró un líquido combustible en la parte inferior del rostro y la prendió fuego lo que le causó heridas en el 30 por ciento de su cuerpo y le generó complicaciones en las vías respiratorias.
A lo largo de la investigación, hubo distintos testimonios que retrataron la violencia que vivía María Celeste, también los cambios que tuvo durante la relación, contaron que no hablaba, ni saludaba cuando estaba con él. Una de sus hijas contó que su madre era golpeada por el atacante y que muchas veces la llegó a desmayar. Durante una revisión a la casa, los agentes policiales encontraron una botella con alcohol en el ropero.
Según allegados, el hombre dio distintas versiones sobre lo que pasó, todas desligando su responsabilidad. Sin embargo, los informes forenses evidenciaron a través de los indicios que el hecho no fue autoinflingido, ni accidental como quiso hacer creer el acusado.
Ahora el acusado enfrenta el cargo de homicidio calificado y un pedido de prisión prepetua.
El tribunal que preside el debate está integrado por los magistrados José Luis Suárez, Ismael Manfrín y Alejandro Negroni. La defensa de Juan está a cargo del abogado Walter Calenta.
