La Justicia francesa detuvo ayer al ex presidente Nicolas Sarkozy para interrogarlo en un presunto caso de “tráfico de influencias” y “violación de secreto de instrucción”, en otro duro golpe a sus intenciones de regresar a la política tras su derrota electoral de 2012.
La investigación preliminar busca determinar si el político conservador contaba con “una red de informantes” en el seno de la Policía y la Justicia, susceptible de advertirlo sobre el curso de las investigaciones judiciales que puedan amenazarlo.
Sarkozy fue interrogado desde la mañana de ayer en la sede de la Oficina Central de Lucha Contra la Corrupción y las Infracciones Financieras y Fiscales (OCLCIFF, por sus siglas en francés) en Nanterre, en el límite sureste de la capital francesa.
La Justicia aún no precisó si Sarkozy, quien niega la acusación y rechazó la posibilidad de contar con un nuevo abogado, permanecerá detenido las 24 horas renovables que prevé el régimen legal o si podrá regresar antes a su casa.
El diario Le Figaro especuló con que, por su condición de ex presidente, Sarkozy podría recibir “un tratamiento de favor” por parte de la Justicia gala para determinar “detenciones diarias de 12 horas” para “evitar la humillación de dormir en los locales de la policía judicial”.
La noticia, inédita por tratarse de un ex jefe de Estado, se apoderó de la actualidad en Francia, donde las radios realizaron emisiones especiales y el canal privado I-Télé transmitió en directo la detención del político del derechista UMP que dirigió al país entre 2007 y 2012. Sarkozy, quien podría ser procesado, se encuentra retirado de la política tras su fallido intento de reelección ante el socialista François Hollande en mayo 2012, pero desde hace semanas amagaba con regresar de cara a la elección presidencial de 2017. Mientras la clase política llama a confiar en la Justicia, la oposición conservadora no ocultó su sorpresa por la celeridad del proceso.