El próximo miércoles 10 y jueves 11, de 15 a 20, se dictará un taller en el Complejo Astronómico Municipal, a cargo de la artista visual y bailarina especializada en nuevos medios Constanza Piña. La experta nacida en Chile fue invitada desde el equipo de producción del programa Espaciolab: arte, ciencia y tecnología. El curso teórico-práctico está enfocado a la manufactura de circuitos electrónicos incorporados a proyectos textiles, destinado a estudiantes de diseño, arte, teatro, danza, arquitectura, música o carreras afines. Y precisamente Piña creó junto a una colega, en Santiago de Chile, el Laboratorio de Arte y Tecnología Chimbalab, donde realizan experimentos e investigaciones con circuitos electrónicos libres y materiales reutilizados. Además dicta talleres de video y artes electrónicas y realiza trabajos híbridos en disciplinas: danza y tecnología, ropa y dispositivos electrónicos, circuitos en proyectos de arte, música y visuales. Piña habló con este medio sobre el curso y recalcó que todo lo que hace, lo hace con amor.
—¿Cómo se inició en esto?
—En 2008 empecé a hacer los primeros experimentos en forma casera. Estaba estudiando en el Magíster de Artes Mediales de la Universidad de Chile y las materias estaban enfocadas en el uso de software y lo que tuviera emparentado con la computadora. Un día mi PC dejó de funcionar y como estaba estudiando y trabajando para ambas cosas, necesitaba una computadora y no sabía cómo trabajar con tecnología sin usar una. Conocí artistas que estaban trabajando en proyectos que incorporaban electrónica y con ellos hice los primeros experimentos. Así me di cuenta de que esa era la forma de trabajar con tecnología a partir de lo que tenía a mano: artefactos de la casa en desuso, o de ferias. Cuando aprendí a hacer circuitos básicos, lo primero que hice fue una cartera con luces, no duró mucho funcionando. Entonces comencé a buscar materiales que fueran flexibles y conductivos en la casa. En principio, cosía hebras de cable multifilar pero con el uso se cortaban. Finalmente en 2010 llegó a Chile el hilo y la tela conductiva y comencé a dar algunos talleres textiles electrónicos porque me interesaba la idea de que pudieran llegar personas del mundo del diseño de indumentaria o estudiantes de teatro que quisieran hacer vestuarios entretenidos y así fue. Con este proyecto viajé a Noruega y después me vine a vivir a Buenos Aires, donde el hilo conductivo se empezó a comercializar hace pocos meses.
—¿Qué se enseña en el taller?
—Se aprenden los conceptos básicos de electrónica haciendo circuitos de luces y sonido para aplicarlos a materiales del mundo textil. Exploramos desarrollar superficies conductivas y resistivas, blandas y flexibles, desarrollamos un proyecto personal interviniendo alguna prenda de vestir o accesorio. La idea es incorporar las características originales de la prenda como broches de ropa, cierres y botones. Cuando se conocen las herramientas y materiales con los que se trabaja, se puede crear y trasladar esa información a otras posibles formas de construcción, explorando materiales no convencionales. Insto a que los participantes sean creativos con lo que tienen a mano.
—¿Cuántas personas concurren?
—A veces para poder incluir a todos tengo que hacer dos talleres ya que por clase trabajo con un máximo de 10 y hasta 15 participantes, dependiendo de la actividad. Asisten estudiantes de arte, docentes, músicos, arquitectos, diseñadores, ingenieros que son artistas de fin de semana y artistas ingenieros de fin de semana.
—¿Tiene salida laboral?
—Hay cosas que se están vendiendo ya por internet. El participante tiene que seguir explorando, hacer cosas profesionales y venderlas. Hoy se están comercializando productos de alta tecnología para la ropa, placas de circuito lavables, led, chip, microcontroladores, lamentablemente algunos de ellos son difíciles de conseguir y caros. Si se experimenta es mejor utilizar alternativas más accesibles. Yo tengo varias prendas como carteras intervenidas con circuitos que causan sensación, siempre que salgo con alguna de ellas me preguntan si puedo hacer para vender. A veces vendo cosas, pero actualmente estoy más enfocada en la exploración artística y con fines educativos.
—¿Es la primera vez que viene a Rosario?
—Sí, y hacía tiempo que tenía ganas de venir. Me gusta mucho viajar y hacer talleres en diferentes medialabs o espacios abiertos a la comunidad. Es una forma de crear lazos, conocer a las personas y compartir. Talleres sobre textiles electrónicos dicté en Chile, Brasil y este año acá en Argentina. Me importa que no se sectorice la enseñanza y poder llegar a lugares con contextos diferentes.
—¿Se dedica a otras actividades?
—Sí, estoy cultivando plantas aromáticas y haciendo un huerto. La mayor parte del tiempo la paso en mi taller haciendo experimentos, algunos instrumentos nuevos para “Corazón de robota”, mi proyecto musical, y confeccionando ropa. Estoy haciendo una investigación sobre la transmutación del cuerpo humano en la sociedad tecnológica. Actualmente estoy construyendo la Máquina de compartir secretos; unos dispositivos basados en extensiones del cuerpo humano. También estamos organizando un festival de radios que realizaremos para mediados de 2013. Además mantengo un blog donde publico mis experimentos: http://sewingmachina.wordpress.com. Las personas se puede suscribir y les llega información de lo que voy haciendo. Se armó un foro en habla hispana donde escriben desde toda Latinoamérica y España. Allí publico circuitos, esquemáticos, tutoriales. Aún así trato de que lo que voy haciendo sea abierto –open hardware– para que se pueda reproducir, modificar y compartir. Me interesa que la cultura y la educación sean libres.
—¿Cómo se entrecruzan arte, ciencia y tecnología, con qué fin?
—Yo pienso que el arte, la tecnología y ciencia siempre han estado cruzados. El problema está en intentar separar estas prácticas. Un científico trabaja investigando y experimentando, y esos son procesos creativos. La ingeniería tiene que ver con el ingenio de las personas y la tecnología es respuesta de pensar e imaginar herramientas que contribuyan a resolver necesidades humanas. La ciencia y la tecnología tienen funcionalidades, efectos e influencias directas en la sociedad, pero pareciera que hoy los avances responden más a intereses comerciales capitalistas que a mejorar la calidad de vida de las personas. Casos como la transgenización de los alimentos, la alienación con gadgets tecnológicos de control social y el desarrollo de las tecnologías de guerra. Pienso que el trabajo del artista no es funcional, no resuelve problemas, sino que plantea preguntas, hace pensar, es rupturista y expansivo. Es vislumbrar posibilidades, hacer que otra realidad sea posible a través de la imaginación, inspirar, provocar, subvertir.
Para más información, dirigirse al edificio del Observatorio, avenida Diario La Capital 1602 ó a proyectoespaciolab@gmail.com.