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Arturo Jauretche, el renacido

A 40 años de su creación, en plena dictadura, el Ateneo que lleva el nombre del legendario fundador de Forja se vuelve a relanzar. Este sábado, a las 10.30, el abogado y poetea Rubén Plaza, el único de los fundadores que continúa con vida, encabezará un homenaje con acto, panel y porfía

“Hay que recordar a la gente cuando nace más que cuando muere. Y nosotros vamos a celebrar el nacimiento”, explicaron Rubén Plaza y Alfredo Curi al visitar El Ciudadano. Y saludaron: era el Día del Pensamiento Nacional, instituido así –y por ley– para homenajear a Arturo Jauretche el día que llegó al mundo, a un mundo que toda su vida peleó para cambiar, el 13 de noviembre de 1901. Plaza, un abogado, poeta y escritor de veta peronista, y Curi, un bioquímico de larga trayectoria en el socialismo, parecían encarnar en sí mismos la prédica de Jauretche, conservador por familia, yrigoyenista por amor propio aun –o especialmente– cuando transitó por el peronismo, y revolucionario toda su vida. Es que los dos, con orígenes muy distintos, participarán este sábado, junto a otros como el Vasco Roberto Bereciartúa, de pura cepa radical, de un homenaje a “Don Arturo”, para evocar su figura y también por cumplirse 40 años de la fundación del Ateneo Arturo Jauretche, que empezó a desafiar a la dictadura casi desde sus inicios con la difusión del pensamiento del célebre forjista.

Y la trama, más vasta todavía, se completa con la conmemoración del Día del Militante, en memoria del primer retorno de Juan Domingo Perón al país, el 17 de noviembre de 1972, y del Día de la Soberanía Nacional, que recuerda al combate de Vuelta de Obligado, el 20 de noviembre de 1845. La múltiple conjunción, que convocará al parque Urquiza a recorrer los caminos de la historia, también será la invitación a protagonizarla Plaza, Curi, Bereciartúa y más lanzarán junto al busto que se alza en Chacabuco y 3 de Febrero la segunda etapa del Ateneo Arturo Jauretche.

“Somos una Argentina colonial, queremos ser una Argentina libre”, proclamó un puñado de aguerridos militantes de la Unión Cívica Radical que se rebelaron contra la conducción y la complicidad partidaria con la Década Infame. Hacía tres años que se había producido el derrocamiento del presidente Hipólito Yrigoyen, y hacía dos que había fallecido cuando una nueva formación, la Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina, se lanzó a denunciar la penetración imperialista británica, el fraude electoral, el empobrecimiento de los trabajadores y la desocupación masiva, entre otros signos de ese tiempo.

Allí, entre esa generación rebelde y en esa organización que desbordaba de lucidez intelectual y política, con Raúl Scalabrini Ortiz, Homero Manzi, Luis Dellepiane, Darío Alessandro y otras figuras estaba Jauretche. Aquella remota realidad precedía a la Segunda Guerra Mundial, al golpe de Estado a la Segunda República que disparó la Guerra Civil Española, a la consolidación de Estados Unidos como máxima potencia económica y militar del mundo, al surgimiento del peronismo, a la conformación del Fondo Monetario Internacional. Pero Plaza y Curi parecen encontrar no pocas similitudes entre los 30 del siglo pasado y la década que está por terminar, entre el pacto Roca-Runciman y el endeudamiento sideral que está contrayendo el Estado nacional hoy, empréstito a 100 años incluido. Y para confrontar a esa realidad vuelven a apelar al pensamiento de Jauretche al que no sólo no ven anacrónico sino tan vivo y mordaz como lo fue antaño.

Que esa vocación encuentre juntos a Plaza y Curi es un signo. Vienen de corrientes muy distintas, y muy distantes. El mayor era funcionario de Cultura de la provincia con la recuperación de la democracia, mientras el menor desafiaba al gobierno justicialista desde el Partido Socialista Popular. Curioso: confrontaba entonces a quien había sido su celador en la secundaria, recuerdan ahora, cuando mantienen diferencias, pero el pensamiento de Jauretche los junta en un mismo territorio. Por caso, Curi va a mencionar a uno de los “olvidados”, Manuel Ugarte, el socialista que en la década del 10 del siglo pasado recorrió medio continente alertando ya del peligro imperialista de los Estados Unidos, algo que ni en su partido querían oír. Y Plaza a Norberto Galasso, el historiador revisionista que lo rescató y lo trajo a la memoria presente como uno de los grandes precursores del latinoamericanismo.

Plaza va a recordar que cuando murió Jauretche, el 25 de mayo de 1974, la única corona floral que había en su velorio, al que fue, era de Montoneros. Y los dos marcan las diferencias que el pensador mantenía con la guerrilla peronista. La unidad nacional que el ya viejo polemista predicaba ante aquellos jóvenes en plena rebelión antes del baño de sangre que descargó la dictadura, es lo que hoy los envuelve.

Y no sólo a ellos: en el homenaje a Don Arturo, piedra inicial de la segunda etapa del Ateneo Arturo Jauretche, y en el panel en el Centro Audiovisual Rosario que continuará al acto, estarán, además de ellos y el radical Bereciartúa, el Tigre Héctor Cavallero, diputado del Partido del Progreso Social; el concejal Eduardo Toniolli, titular del PJ rosarino e hijo, precisamente, de un militante de la generación de los 70 víctima de la dictadura. Y Rita Colli, fundadora del Sindicato de Amas de Casa. También se espera la presencia de uno de los sobrinos del fundador de Forja, como ocurrió pocos meses atrás, en la patria fecha del 25 de mayo, cuando también fueron a rendirle homenaje a Jauretche y se congregó más de un centenar de personas sin que le avisaran a casi nadie.

“La gente está ávida –sostiene Plaza–. Necesita algo que no es lo que le dan en la televisión”. Curi asiente y va por más, con Jauretche como arma para despertar las conciencias de los jóvenes, en medio de la transculturización: “Si ven a alguien vestido de gaucho y con botas, se le cagan de risa. Pero se pintarrajean para Halloween”, desafía. Y vuelven a exhibir sus diferencias: Plaza dice que fue (es) muy crítico con los gobiernos kirchneristas. Curi le va a recordar que desde ellos emanó el reconocimiento y la reedición de toda la obra de Jauretche. La diferencia –y la síntesis– es una tradición del Ateneo: “La posición y la línea interna de cada uno se discutía en el café. Adentro sólo trabajábamos por el pensamiento nacional”, resume y resalta Plaza. Y recuerda que figuras como el Tigre Cavallero y el periodista y diputado Carlos Del Frade también pasaron por el Ateneo cuando en plena dictadura era un lugar de resistencia.

Plaza es el último de los fundadores que queda vivo. Evoca a Orlando Calgaro, abogado y juez que murió tres décadas atrás y que era “amigo epistolar” de Jauretche y lo trajo a Rosario en otra dictadura, la de Juan Onganía. Y a José María Lombardero, otro fundador que un año atrás les dejó su huella y su herencia, que hoy comenzarán a retomar.

El relanzamiento, adelantan, buscará llevar a exponentes del pensamiento nacional a los barrios en clubes, bibliotecas, centros culturales y cualquier espacio que se abra. Y también honrando a la mejor tradición forjista, cuando –recordó Plaza– los jóvenes radicales de auellos años 30 se apostaban en cualqauier esquina de la porteña calle Florida, daban vuelta un cajón de cerveza, y desde encima lanzaban sus proclamas en defensa de la Patria.

 

Flores de revolución

El acto convocado para hoy comenzará a las 10.30 con una ofrenda floral en el busto de Arturo Jauretche, en Chacabuco y 3 de Febrero, al cumplirse 117 años del nacimiento en Lincoln, provincia de Buenos Aires del autor del Manual de Zonceras Argentinas y muchas otras obras de porfiada memoria y actualidad. Después continuará en el Centro Audiovisual Rosario a metros de allí, con un panel que analizará el legado de fundador de Forja

 

 

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