Monseñor Mario Antonio Cargnello es el arzobispo de Salta. Tiene en su haber denuncias por maltratos y ahora un video lo expuso, a él y a inspectores de tránsito, en un episodio irregular: durante un control vial nocturno, admitió que no tenía el carné de conducir y que había tomado alcohol en una cena con amigos, pero a pesar de la confesión, lo dejaron seguir en su auto con apenas una tenue advertencia: «Por esta vez vaya monseñor», lo perdonaron los agentes
«Le agradezco. Enseguida tengo que ir a la misa, a las 8», respondió el sacerdote a la vista gorda de los inspectores, y continuó su viaje al volante sin documentación habilitante y en violación a al norma de tolerancia cero alcohol que rige en la ciudad norteña, como sucede en Rosario.
Respecto a la licencia para manejar, el arzobispo primero dijo: «No la traje». Y luego simuló buscarla en la guantera. Antes de que le hicieran el control de alcoholemia, reconoció ante la pregunta sobre ingesta alcohólica: «Tomé. Sí, fui a una cena. No puedo negar, qué quiere que le diga».
No es la primera vez que Cargnello sobresale en los medios o las redes sociales por temas ajenos a su estricto ministerio. Religiosas del Convento San Bernardo, que pertenecen a la orden de las Carmelitas Descalzas, lo denunciaran por hechos de violencia de género. Por eso, a principios de abril la jueza Carolina Cáceres Moreno consideró probados los hechos, ratificó la prohibición de acercamiento a las religiosas que ya pesaba sobre el arzobispo y dispuso que se someta a un tratamiento piscologico y se capacite en cuestiones de género.
Las Carmelitas Descalzas «han padecido hechos de violencia de género en el ámbito institucional del tipo religiosa, física, psicológica y económica, por un lapso de más de 20 años», sostuvo la jueza en la resolución que también comprende al sacerdote Lucio Ajaya, el obispo emérito Martín de Elizalde y el vicario judicial Loyola Pinto y de Sancristóval, que también habían sido denunciados por las monjas.