Por: Guillermo Ferretti
Al menos se aseguró la Promoción evitando el descenso directo. Es el único aspecto positivo que dejó la visita de Central en Tucumán. A la vez el partido encendió una luz de alerta de cara al futuro, es que resulta inexplicable contar por qué no ganó un juego que le fue tan favorable, ante un equipo descendido. Porque es cierto que ayer se decretó su descenso, pero Atlético la categoría la perdió hace bastante. Sin embargo, Central contó con un hombre más durante 35 minutos, dispuso de una decena de contras como para definir el partido por goleada y terminó empatando en dos. El saldo: negativo, por donde se lo mire.
¿Por qué suceden estas cosas? Está claro que la principal razón está en el armado del plantel para jugar el torneo. Martín Rivero es un muy buen proyecto que llega desde las inferiores, pero no está preparado para una disputa tan traumática. Rivero no debiera estar donde está, y el chico lo siente. Ayer desperdició un par de chances por falta de experiencia. El contrapunto es Racing, hoy a seis puntos cuando restan nueve. Los de Avellaneda invirtieron en algunos nombres y en el final del torneo le están dando la diferencia, caso Claudio Bieler.
Los tucumanos salieron a jugar la heroica, y lo que no hicieron en todo el año es impensado que lo hagan justo en el final y con la soga en el cuello. Abrieron el marcaron en la primera jugada, pero enseguida desnudaron su precariedad para defender. Central siempre dejó la sensación de estar tres puntos arriba en cuanto a condición física se refiere la cosa. Evidencia que aumentó cuando el local quedó con diez, faltando 35 minutos por jugarse. Y ahí aparecieron los peores males del canalla, un toque de Figueroa en medio de los diez minutos que puede jugar. Y después una decena de contras en las que encaraban con notable superioridad numérica, cinco o seis contra dos, y las dilapidaron, unas tras otras. Desfilando todos los nombres del equipo en ofensiva, Núñez, Gómez (erró solo ante un defensor, con Ischuk en mitad de cancha), Zelaya, Caraglio (a pesar que hizo uno), y cualquiera que cruzara la frontera. Una clara señal de alerta a futuro, faltan confianza, oficio, conducción dentro de la cancha y por sobre todas las cosas categoría.