Un pibe de 20 años fue asesinado anteayer a la noche de un tiro en el pecho casi en la esquina de Presidente Quintana y Esmeralda, de barrio Tablada, unos minutos después de salir de su casa, ubicada a pocos metros. El lugar donde cayó Roque Fernández es el mismo donde hace 17 días acribillaron a balazos a Nicolás Luna. Hasta anoche, los investigadores no tenían pistas sobre ninguno de los dos asesinatos, que se sospecha fueron concretados en el marco de ajustes de cuenta por “temas de drogas en la zona sur”, según indicaron allegados al caso.
“Al que mataron lo conocía de vista porque se mudó hace poco al barrio, vivía acá a la vuelta en un pasillo por Biedma al 100 bis”, relató un vecino de Tablada, en referencia a Roque Ezequiel Fernández. “Anoche (por el lunes) a eso de las 22.30, el pibe caminaba por Presidente Quintana, venía del lado de Esmeralda cuando llegó a casi tres casas de la esquina con Beruti, pasaron y le dispararon. Se escucharon cuatro tiros. Salimos y lo encontramos tirado en la vereda de enfrente”, apuntó otro muchacho del barrio, que se sorprendió por las grandes gotas color escarlata que señalizaban los últimos pasos que dio el joven.
“¿Viste las manchas de sangre?, empiezan acá (a la altura de Presidente Quintana 172 bis), van derecho como para doblar por Beruti al 3800 pero después se ve que se arrepintió y quedó tirado en la vereda de enfrente, abajo del toldo. Parece que era un calibre grande. Con los vecinos llamamos a la ambulancia y demoró como 40 minutos en llegar. El móvil del Comando vino rápido pero no lo podían tocar. Si estaba vivo terminó de morirse mientras esperaba a la ambulancia. Acá nunca vienen”, prosiguió el muchacho.
Al testimonio del chico se sumaron el de otros habitantes del barrio que no dudaron en señalar que, aunque Roque Fernández “no tenía problemas con nadie”, se juntaba con la banda de un transero –persona que se encarga de fraccionar y vender estupefacientes– que vive en un pasillo de la zona. Junta que podría haber detonado el ataque, apuntaron varios habitantes de la zona, que pidieron mantener nombres y géneros en reserva, por temor a represalias.
“Antes era un lugar tranquilo. Tenía sus bandas pero incluso cuidaban el barrio. Ahora es distinto: todas las noches hay tiroteos, roban a las personas que viven acá y matan a cualquiera. Todo por problemas de drogas”, confió una señora que dijo vivir en la zona desde hace casi dos décadas.
“Este pibe (por Fernández) no era de buscar pelea con nadie. No lo bajaron por atrevido. Se la habrán dado porque la banda con la que se reúne tuvo algún problema. Lo vieron solo y le dispararon”, reflexionó otra fuente.
De acuerdo con un portavoz dela UR II, los pesquisas no pudieron recolectar ningún testimonio que dé cuenta sobre la identidad de los atacantes. “Cuando llegamos al lugar alrededor de las 22.45 había un móvil del Sies y el médico diagnosticó que la víctima había fallecido como consecuencia de un impacto de arma de fuego en el hemitórax dorsal, con orificio de entrada y salida. Además, el profesional que lo revisó entregó a los pesquisas la única ojiva calibre9 milímetrosque encontró entre las ropas de Fernández”, indicó un vocero del caso.
Según los voceros, el joven contaba con al menos una decena de antecedentes penales por robo y al menos una condena. El caso es investigado por el Juzgado de Instrucción en turno junto con la colaboración del personal dela Sección Homicidiosy la comisaría 16ª, con jurisdicción en la zona.
Un crimen casi calcado
A pocos metros del lugar donde le dispararon a Fernández, cerca de las 8.30 del viernes 19 de agosto pasado, desconocidos que pasaron por la esquina de Presidente Quintana y Esmeralda a bordo de un automóvil descargaron una lluvia de balas contra Nicolás Abel Luna, de 18 años. Tras el ataque, el adolescente fue trasladado por un primo hasta el hospital Roque Sáenz Peña pero llegó sin vida, mientras que los atacantes se dieron a la fuga.
Luna tenía antecedentes por robos y tentativas, el último con fecha de enero pasado por el asalto a una pollería de la zona del que salió en libertad por falta de pruebas. Era hermano de Bondiola, un joven que cayó detenido acusado de ser uno de los ladrones que el 23 de marzo pasado atacaron y robaron el automóvil del ministro de Justicia, Héctor Superti, pero también quedó libre por la fragilidad de las pruebas que lo inculpaban.
Voceros del caso señalaron en su momento que el cuerpo de Luna presentaba dos impactos en el rostro y otro en una pierna. Ningún vecino o allegado brindó detalles para que los investigadores puedan llegar a esclarecer el homicidio, que ocurrió en una de las zonas donde la venta de drogas y los ataques por ajustes de cuenta se apilan y engrosan algo más que las estadísticas. Ayer, algunos vecinos recordaban dicho suceso, pero declinaron a dar precisiones de lo acontecido a mediados del mes pasado.