Nelson «Chivo» Saravia no llegó a cumplir los 42 años. Conocido protagonista de la pugna que lleva más de una década entre facciones de la barra de Newell´s, fue asesinado a sangre fría en el interior de su domicilio de San Nicolás al 3700, en barrio Alvear, donde hace cinco había zafado mientras estaba con su grupo de un ataque a tiros que le provocó heridas a su primo.
De acuerdo con voceros policiales y judiciales, los llamados al 911 mencionaron en los primeros minutos de la madrugada de este sábado a cuatro personas como las agresoras, quienes llegaron en un auto hasta la casa donde se encontraba la víctima, irrumpieron armadas y le dispararon a discreción.
Con respecto al horario en el que los tiradores cometieron la balacera mortal, no hay especificación debido a que unas fuentes indicaron que todo pasó a la 0.45 mientras que otros refirieron que fue pasada la 1 de este sábado.
En lo que coinciden es que entraron a la casa de San Nicolás 3712 y en que el Chivo Saravia sufrió múltiples heridas de arma de fuego. Fue trasladado al Hospital de Emergencias Clemente Álvarez (Heca), donde los médicos alrededor de las 2 de este sábado constataron que había fallecido.
El caso quedó a cargo de la fiscal de la Unidad de Homicidios Dolosos en turno Marisol Fabbro. La funcionaria solicitó la intervención de Gabinete Criminalístico para relevamiento de la escena del hecho, levantamiento de rastros y material balístico. También, la toma de testimonios a familiares y vecinos de la víctima y la autopsia al cuerpo en Instituto Médico Legal de Rosario. Colabora además la División de Homicidios de la Agencia de Investigación Criminal (AIC).
La pelea por el paralavanchas leproso
Saravia arrancó su protagonismo en la barra leprosa como «representante» del histórico líder del paralavalancha Diego «Panadero» Ochoa, quien había sido detenido en agosto de 2013 y luego procesado como instigador del crimen de su antecesor, Roberto «Pimpi» Caminos, perpetrado en 2010. Fue esa figura, la de una especie de gerente o CEO, que reemplazó a la de históricos capos como el propio Pimpi, el Loco Demente o Cacho Lucero, quienes eran los que tomaban las decisiones. En los años siguientes, el poder real quedó fuera del paravalanchas.
Privado de libertad, el Panadero delegó el mando operativo en el Chivo, pero después de un tiempo ese comando remoto con órdenes desde la cárcel se desgastó. Así se abrió otra violenta disputa por la sucesión en el tablón y los negocios colaterales, con la influencia siempre presente de la banda de Los Monos.
El Chivo fue blanco de tres ataques a balazos durante 2015 y 2016. En abril de 2015 contra la misma casa donde anoche lo ejecutaron; en mayo de ese año balearon a un familiar en las piernas en Suipacha al 700 y en enero de 2016 los tiros dirigidos hacia él frente a su domicilio fueron a parar a las piernas de su primo.
Con los trapos y los bombos en su poder, armó, ya sin la tutela del retirado Panadero y con acuerdo de Ariel «Guille» Cantero, capo de la banda de La Granada, una facción propia. Sus aliados, entonces, fueron Matías Hernán «Cuatrerito» Franchetti, quien tenía contacto con Los Monos a través de Juan Domingo Argentino Ramírez, y Maximiliano «Cabezón» La Rocca.
El grupo duró poco, y su disolución no fue pacífica. El 7 de junio de 2016, Cuatrerito fue designado jefe de la barra, pero cuando salía de las instalaciones rojinegras del parque Independencia junto al Chivo, que al parecer daba un paso al costado, dos en una moto lo ejecutaron. Había estado involucrado en la causa denominada Carbón Blanco, que lo tuvo preso en Portugal por contrabando de cocaína de Argentina a Europa en la banda del abogado Carlos Salvatore y el presidente del club Real Arroyo Seco Patricio Gorosito.
Pocos días después, La Rocca, quien también caminaba al lado de Cuatrerito cuando lo mataron y se había convertido en nuevo jefe de la barra, corrió la misma suerte: lo asesinaron el 28 de junio sigu iente en avenida Pellegrini y Camilo Aldao, cuando regresaba a su auto tras hacer una compra en una farmacia. El Chivo terminó sus días de la misma manera que sus ex socios Cuatrerito y Cabezón.
A partir de allí tomaron protagonismo otros nombres, los de Ariel «Tubi» Segovia, ligado con el hijo de Pimpi, Alexis Caminos, y también con Los Monos, y Emiliano «Jija» Avejera. Esta alianza también se vio en el territorio cuando los tres se enfrentaron desde 2016 con la facción de René «Brujo» Ungaro –condenado por el crimen de Pimpi– y el clan Funes.
Segovia, fugaz líder del paravalanchas, terminó detenido por cuatro asesinatos cometido en ese marco e investigado por venta de drogas al menudeo en barrio Tablada. El 24 de abril de 2018, fue asesinado a puntazos y a traición en el pabellón de la cárcel de Coronda que compartía con sus supuestos aliados: los Caminos.
En abril pasado, Avejera, quien sucedió a Segovia como otro fugaz regente de la barra, fue condenado a prisión perpetua junto con otras dos personas en un juicio oral por seis asesinatos cometidos entre 2016 y 2018 por los mimos enfrentamientos.
La retirada y los trapos
Según los pesquisas, el Chivo se retiró de la barra y entregó los trapos y los bombos a fines de 2016, aunque otras fuentes dicen que siguió con vínculos que le daban algún grado de responsabilidad hasta 2019. El 28 de septiembre pasado se conoció que el lugar donde se guardaba la bandera de la barra no era cualquiera: tras la asunción del nuevo presidente de la institución rojinegra Ignacio Astore y ante la inminente vuelta al público a las canchas en un contexto de pandemia, el Ministerio de Seguridad llevó a uniformados para abrir a la fuerza la puerta del cuarto blindado.
En esa oportunidad, los investigadores hablaron de que uno de los que mandaba era un tal Guillermo Sosa, alias Ojito, de barrio Alvear, pero enfrentado con Saravia. Después trascendieron los nombres de otros dos regenteadores de la barra: el histórico Matías Pera, conocido como Mati Tatuado y ex ladero del Panadero (a quien un integrante de la banda de Ungaro le metió 9 tiros, pero pudo sobrevivir); y Brian «Pescadito» Sprio, también de barrio Alvear y quien fue absuelto por la Cámara Penal pese a haber sido condenado a 28 años de cárcel por el crimen de Villa Moreno y otros delitos. Este liderazgo tripartito responde directamente a Guille Cantero, como todos los gerentes anteriores, afirman los pesquisas.
Una versión sostiene que hace dos años Saravia tuvo «un problema» con el manejo de dinero, y que ese conflicto le deparó una diferencia insalvable con Ojito, alguien que como el Gatito Chemea, como conocen a otro fugaz ex jefe de la barra Aldo Sosa, se dedica al manejo de las finanzas y rara vez es visto en las tribunas del Coloso.
El mapa se completa, según estos mismos investigadores, con más viejos barras, como Guillermo «Loco» Cohen, quien muchos años vivió en Buenos Aires y tiene vínculo directo con la macrista barra de Boca, La Doce, además del ya mencionado Loco Demente, Pedro Bismar. A ellos dos les apuntaron cuando hace tres semanas, unos días antes del show de L-Gante en el estadio cubierto de Newell’s, se encontraron en uno de los 84 allanamientos vinculados con segundas líneas de Los Monos 40 entradas originales, listas para su venta.
El crimen de Saravia es, además, el tercer asesinato cometido en Rosario en apenas 12 horas, departamento que suma 190 homicidios en lo que va del año. Poco después de las 17.30 de este viernes, mataron a Nahuel Alejandro Maradona, de 20 años, en barrio Parque Casas, en zona noroeste. Cerca de las 20, desde una moto le dispararon a Ángela Oviedo en Rodríguez y Centeno. La mujer murió minutos después en el Hospital de Emergencias (Heca).
Los investigadores tienen bajo la lupa este último hecho como posible nexo de una saga iniciada en enero pasado, cuando la hija de Oviedo fue herida en un ataque contra la vivienda de Garibaldi al 3300, de Ojito Sosa, y también la balacera contra un joven en Vera Mujica y Rueda en los primeros minutos de ayer. El cuarto capítulo fue, según la teoría de la pesquisa, la respuesta a las tres agresiones anteriores, con la ejecución del Chivo Saravia.