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Asociación Empresaria: después de 30 años Soso deja el mando

“El deseo que siempre tuvimos fue que se multiplique la industria, y peleamos para formar en esa mentalidad a los dirigentes”, afirmó Elías Soso.

Elías Soso deja el 3 de agosto la presidencia de la Asociación Empresaria de Rosario, para desempeñarse en un puesto más alto a nivel nacional. La posta la tomará Ricardo Diab, que integra la AER hace 20 años y se desempeña actualmente como Secretario General. El Ciudadano conversó con el referente de los empresarios locales en este punto de inflexión en su carrera como dirigente. Balance de gestión, análisis del presente y proyección a futuro.

Los comienzos

Elías Soso cuenta que empezó a trabajar, “como buen hijo de inmigrante”, desde niño en el negocio textil de la familia. En su juventud comenzó a interiorizarse, según su relato, en “las ventajas de la conciencia gremial”: fue dirigente estudiantil en la Escuela Superior de Comercio y trabajó en la Federación Agraria Argentina. A los 28 años ingresó a la Asociación Empresaria. A los 44, ya la presidía.

Soso relata que la impronta que intentó imprimirle a la entidad, ni bien fue presidente, fue la de “sacarla a la calle”, para torcer “la idea que tiene la gente de que los empresarios sólo viven para hacer plata desde su sillón. Pero esta tarea, hacia el afuera, se correspondió también con un arduo trabajo puertas adentro, para imbuir en los empresarios las ideas desarrollistas: “Las entidades gremiales empresarias se mueven al ritmo de la sociedad que las contiene. El deseo que siempre tuvimos fue que se multiplique la industria, y peleamos desde el principio para formar también en esa mentalidad a los dirigentes. Porque la riqueza que produce la industria genera empleo, el empleo retroalimenta el consumo, y el consumo cierra el círculo virtuoso de la producción”, explica.

Balance

El momento histórico en el que Elías Soso asumió la presidencia de AER se caracterizaba por las dificultades para organizarse y llamar a la participación. Corría el año ‘81, aún pleno proceso militar. Las libertades civiles y políticas estaban vedadas. Así lo relata: “Era una sociedad donde circulaba el no te metás. Había que empezar de nuevo. Pero esta entidad se había convertido en un refugio de actividad política. Creo que contribuimos, con movilización, a acelerar la vuelta de la democracia. Ese fue uno de los puntos más altos de mi gestión”, destaca. Otro punto que resalta Soso es el de haber atravesado todos estos años “construyendo consenso, sin tener una sola lucha interna”.

De todas maneras, para el empresario textil, el mejor momento de la entidad fueron los últimos 5 años, cuando logró penetrar a nivel nacional: “A fuerza de hacernos oír logramos traer a la presidenta, y lo tomamos como un premio. Hay contacto permanente con funcionarios de todo nivel, nos sentimos escuchados e influyentes en ciertas decisiones”, enfatiza.

Otro logro que destaca es el de “haber entrado en los hogares, al involucrarnos en temas que no son estrictamente de la entidad, como la energía eléctrica”. Esto también se desprende para Soso de un planteo conceptual sobre el rol de las entidades gremiales empresarias: “La Asociación debe preocuparse por los problemas de la sociedad. El rol del dirigente es ir por delante de los acontecimientos, el que va por detrás es un dirigido. A veces hay que correr el riesgo de la crítica y jugarse a dar una opinión prematura, porque si nadie se arriesga las cosas no cambian”, sindica.

Pero su mayor virtud es, a su vez, la fuente de lo único que revisaría si desempeñara nuevamente la función: “Mi error ha sido, quizás, haberme apurado a opinar sobre ciertas políticas. Hay tipos que no juegan nunca. Eso no me gusta, pero quizás debería haber sido más mesurado. Me he ganado críticas por eso”, admite.

Así las cosas, en lo que parece ser el mejor momento luego de 30 años de gestión, Soso se sentó a meditar si no había llegado el momento de abandonar este lugar para seguir en otro: “No quiero ser un tapón que no deje crecer a otros, más jóvenes y que yo mismo formé, como Ricardo Diab, que pueden darle frescura a la entidad. Yo fui un dirigente hecho con esfuerzo, en la calle y con intuición. Ahora eso ya no basta, hay otros condicionantes vinculados a las estrategias comunicacionales, las nuevas tecnologías, y se necesita otra visión”, señala el dirigente empresarial. Y resume: “Si bien califico mi gestión como exitosa, fui agotando algunas instancias, y creo que es mejor dejar el lugar para que otro lo tome en un momento en el que casi nadie quiere que me vaya, y no esperar a que lo que se agote sea la paciencia de los demás”.

Proyecciones a futuro

Elías Soso participó, desde sus comienzos, en la formación de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa, de la cual es vicepresidente primero, entidad que, en su opinión, “muestra signos incipientes de participación desarrollista”. Es a su vez, vicepresidente de la Federación Económica provincial. “En ambos lugares voy a seguir trabajando con más énfasis que antes, formando nuevos cuadros”, adelanta. En la ciudad piensa armar “un observatorio de PyMes”. También firmó un preacuerdo con la Universidad Nacional de Rosario para la creación de un instituto de formación de dirigentes políticos y gremiales: “Sin ofender a nadie, porque hay algunos, pero le hacen falta más a esta región”, según diagnostica.

Para el presidente saliente de AER, la visión que pueda legar a futuros dirigentes es un tema de crucial importancia: “La de una sociedad armónica, que tenga crecimiento con redistribución del ingreso”. El empresario sostiene que, sin saberlo, su entidad fue pionera de estas ideas, ahora cristalizadas en el concepto de Responsabilidad Social Empresaria: “Dando una mano a la gente de los barrios, de hogarcitos, contribuimos de manera inicial, a lo que después se denominó RSE, es decir, la coparticipación del bienestar social para todos  los sectores de la comunidad, una visión superadora de la caridad”.

Elías Soso afirma que el empresario “debe ser el adalid de estas ideas, porque las sociedades, mientras no distribuyan el ingreso más equitativamente, no van a vivir en paz ni producir un desarrollo armónico. Si no todos los sectores tienen acceso a alimentarse, cobijarse, sanarse, vestirse y educarse, las sociedades siempre van a ser tumultuosas. Esto no es sólo correcto desde lo ético, sino que también es beneficioso desde lo económico: el tipo que más consume, es el que mayor trabajo genera”, sintetiza.

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