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Asoman primeras fintas tripartitas

En medio de los primeros escarceos de las negociaciones paritarias, Cristina condenó las avivadas de los empresarios que remarcan los precios.


nestor

En medio de los primeros escarceos de las negociaciones paritarias, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner condenó las avivadas de los empresarios que remarcan los precios desaforadamente, instó a los consumidores a orientar su poder de compra contra los especuladores, exhortó a los dirigentes sindicales a acordar aumentos salariales “con buena onda” y advirtió sobre la crisis internacional que destruye puestos de trabajo en todo el mundo.

Las condiciones en las que se desenvuelve la economía en Europa quedaron de manifiesto en el comienzo de la reunión de la Unión Europea (UE) con la Comunidad Económica de Latinoamérica y el Caribe (Celac), que se desarrolla en Santiago de Chile.

El Viejo Mundo demuestra ahora un interés mayor por la región en virtud de la crisis que obliga a las naciones europeas a mantener mejores relaciones en busca de incrementar el comercio exterior para colocar sus excedentes. Plantada sobre la unidad que construyeron los gobiernos populares, la región parece dispuesta a hacer valer por fin sus materias primas.

Los efectos de la crisis internacional quedaron claramente de manifiesto al conocerse el último índice de desempleo en España que supera el 26 por ciento, lo cual implica que unos 6 millones de personas no tienen allí trabajo. Ese índice supera incluso al punto más alto de desocupación que se registró en la Argentina cuando estalló el plan neoliberal que se aplicó con variantes e interregnos entre 1976 y 2001.

Al regresar al país tras diez días de gira por Medio Oriente y el sudeste asiático, la presidenta puso énfasis en las circunstancias internacionales y llamó a los dirigentes sindicales a “aterrizar” para que pacten aumentos salariales moderados en las paritarias.

Las negociaciones colectivas se encuentran demoradas porque algunos sindicatos insisten en acordar primero con el gobierno una elevación del mínimo no imponible del impuesto a las ganancias sobre los salarios, para pasar recién a discutir aumentos.

Aunque el gobierno no impuso límite preciso expreso a las negociaciones, los sindicalistas creen que los funcionarios del Ministerio de Trabajo no están dispuestos a convalidar incrementos que superen el 20 por ciento, en tanto las aspiraciones de algunos gremios superan al menos en cinco puntos a esa variación porcentual.

El titular de la CGT opositora, Hugo Moyano, pretende incluso negociar incrementos salariales dos veces por año, para ajustar los ingresos de los trabajadores a los aumentos de precios, mientras que los empresarios quieren que los ajustes de produzcan de acuerdo con la productividad.

Las paritarias fueron reflotadas por Néstor Kirchner luego de años de hibernación con el objetivo de impedir el deterioro del poder adquisitivo del salario e incluso de ganar posiciones para llegar a una distribución por mitades de la renta nacional. Se trata de conciliar en una mesa de negociación los intereses de los trabajadores, los empresarios y el Estado.

En esas negociaciones tripartitas se expresa siempre la contradicción básica del capitalismo, patentizada en la puja distributiva, por lo que los tironeos y conflictos que pueden producirse no resultan una novedad.

Los empresarios temen que el nuevo mapa gremial caracterizado por la existencia de cinco centrales sindicales pueda complicar las negociaciones, ya que los dirigentes pueden verse tentados a competir por ser los mejores frente a sus representados.

En su discurso del jueves pasado, la presidenta exhortó también a los sindicalistas a la prudencia, pero en su rol de árbitro, equilibró los tantos al condenar los excesivos aumentos de precios que se produjeron durante enero en la costa atlántica.

Cada parte juega su juego con el objetivo de arribar a un resultado aceptable.

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