El fundador de WikiLeaks, Julian Assange, quedó más cerca de ser extraditado luego que la Justicia británica revocara la decisión de no enviarlo a Estados Unidos, donde el periodista está acusado de espionaje tras publicar documentos clasificados en 2010 y 2011.
El Tribunal Superior británico consideró que la vida del australiano no corre riesgo si es trasladado, en una apelación favorable a Estados Unidos que prometió no mantenerlo en una prisión de máxima seguridad.
El Gobierno de Joe Biden solicitó la extradición de Assange, de 50 años, para ser juzgado por cargos que alegan que actuó ilegalmente al obtener y publicar unos 700.000 documentos clasificados, la gran mayoría relacionados con las guerras en Afganistán e Irak.
Los delitos por los que el activista es requerido suman una condena de más 175 años de cárcel.
Los tribunales británicos habían bloqueado previamente los intentos de extraditar a Assange, debido a preocupaciones por su salud mental, al considerar que corría riesgo de suicidio si esa posibilidad se concretaba.
Pero en una larga audiencia en el Tribunal de Magistrados de Westminster, los representantes estadounidenses aseguraron que el periodista recibirá un «tratamiento adecuado» y que no lo mantendrá en una prisión de máxima seguridad.
Ante esto, el presidente del Tribunal Supremo, Ian Burnett, conocido como Baron Burnett de Maldon, y el juez del Tribunal de Apelaciones, Timothy Victor Holroyde, fallaron a favor de los deseos de la Casa Blanca.
«Estados Unidos ha proporcionado ahora al Reino Unido un paquete de garantías que responden a las conclusiones específicas del juez de distrito», dijo Holroyde.
«Esa conclusión es suficiente para determinar esta apelación a favor de Estados Unidos», agregó Burnett.
Sin embargo, esta larga batalla legal no terminará aquí: los abogados de Assange anunciaron que apelarán al Tribunal Supremo británico y a cortes internacionales si es necesario.
En respuesta a la decisión del Tribunal Superior de Londres, la pareja e integrante del equipo de abogados Assange, Stella Moris, dijo a los medios británicos que apelarán esta decisión «lo antes posible».
Moris, que tiene dos hijos con Assange, describió ante la prensa al fallo como «peligroso y equivocado», además de tildarlo como un «grave error judicial».
En ese sentido denunció el «cinismo» de «tener a uno de los principales periodistas de los últimos 50 años en una cárcel británica acusado de publicar la verdad sobre crímenes de guerra, sobre los asesinatos de la CIA».
Por su parte, el editor en jefe de WikiLeaks, Kristinn Hrafnsson, dijo en un comunicado que «la vida de Julian está una vez más bajo grave amenaza, al igual que el derecho de los periodistas a publicar material que los gobiernos y las corporaciones consideren inconvenientes».
«Se trata del derecho de una prensa libre a publicar sin ser amenazada por una superpotencia intimidatoria», afirmó en una declaración que reprodujo la cadena británica BBC.
En el mismo sentido, la ONG de defensa de los derechos humanos Amnistía Internacional puso en duda las garantías de Washington, calificándolas de «intrínsecamente poco fiables», mientras que Reporteros Sin Fronteras «condenó» una decisión con «peligrosas implicaciones para el futuro (…) de la libertad de prensa en el mundo».
En un contexto de creciente tensión diplomática con Occidente, el gobierno ruso tildó la decisión británica de «vergonzosa».
Como en audiencias previas, seguidores de Assange también dieron su apoyo y se manifestaron ante las puertas del tribunal agitando pancartas que exigían su liberación inmediata.
El australiano lleva recluido en la prisión de alta seguridad de Belmarsh, cerca de Londres, desde que en abril de 2019 fue detenido por sorpresa en la Embajada de Ecuador, luego de que el entonces presidente Lenín Moreno revocara la decisión de su antecesor, Rafael Correa, que le permitió al periodista permanecer siete años asilado en la sede diplomática.
En 2010 había llegado a Inglaterra huyendo de Suecia, donde fue acusado de dos delitos de agresiones sexuales, cargos que ya fueron retirados.
La detención en la prisión de Belmarsh primero fue en cumplimiento de una condena británica por haber violado las condiciones de su libertad condicional al refugiarse en la Embajada.
Después, fue mantenido en prisión preventiva mientras se decide su extradición, dado que el juez consideró que podría volver a intentar escapar si era excarcelado.