Por Alma del Universo / Especial para El Ciudadano
Un eclipse es un momento de alineación entre el Sol, la Luna y la Tierra. En ese instante hay un diálogo, un entendimiento, pero también algo que se corta: lo lunar femenino interrumpe la fuerza del Sol –la brutal fuerza masculina del Sol– y sumerge al mundo en la oscuridad. Con el eclipse que llegará el próximo 2 de julio esta potencia se hace patente cruzando y partiendo en dos el territorio argentino. El Sol arrastra la Luna, y la Luna arrastra la sombra. Que de un momento al otro Selene sea tan grande como el Sol nos recuerda la importancia vital de la perspectiva.
Astrológicamente este eclipse tiene como característica oponerse exactamente a Venus en la carta natal de la Argentina de 1816. Venus es el arquetipo que representa lo femenino, el disfrute, la felicidad, el arte, el valor y las finanzas.
Para la Argentina todo lo que a Venus le suceda es importante por la íntima relación que su carta tiene con este arquetipo. Este eclipse tiene también la particularidad de darse en los mismos sectores de la carta que los eclipses del 2000-2001, retomando sus deudas.
¿Significa esto que vamos a encontrarnos con los mismos sucesos? No (necesariamente), pero sí que nos obliga a preguntarnos qué hemos podido construir desde ese momento, en especial con respecto a las finanzas y lo femenino y de qué manera eso que hemos construido nos permite tener otra visión.
Entre eclipse y eclipse ganamos la jubilación para amas de casa, ganamos poder nombrar colectivamente la necesidad del aborto legal, seguro y gratuito, ganamos una línea telefónica que si bien no resuelve la violencia le otorga a miles de mujeres la posibilidad de denunciar y conseguir ayuda en el momento y gratuitamente, ganamos poder identificar a los artistas abusivos. Ganamos poder nombrar los asesinatos de mujeres como femicidios (junto con la ley 26.791 y el registro Nacional de Femicidios de la Justicia argentina), lo cual no es menor porque lo que no se nombra no existe. Todo esto nos dio la posibilidad de que la perspectiva de género cruzara el territorio argentino y lo partiera a la mitad eclipsando la fuerza de lo masculino.
Sí, el 2001 y sus eventos pueden repetirse de alguna manera, pueden empobrecernos y llevarnos a resistir nuevamente, pero el colectivo de mujeres ya no es el mismo, ya no somos las mismas. En los eclipses lo femenino hace visible la sombra (que el Sol y la Luna proyectan) y la hace absoluta: es imposible negarla porque la perspectiva ya ha cambiado todo.