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Atacan base aérea y embajada de EE.UU. en represalia por la muerte de Soleimani

Varios cohetes impactaron en la híper vigilada Zona Verde de Bagdad donde se encuentra la sede diplomática de Estados Unidos y en una base aérea en Balad. Se trata de la reacción ante el asesinato por parte de Estados Unidos del máximo general del Ejército de Irán Qasem Soleimani

Dos cohetes de tipo Katiusha cayeron ayer en una base aérea que aloja tropas estadounidenses en Balad, a unos 80 kilómetros al norte de Bagdad, y otros dos proyectiles similares estallaron cerca de la embajada norteamericana, en la denominada Zona Verde de la capital de Irak, informaron fuentes de los servicios de seguridad, que no brindaron precisiones por heridos.

Las informaciones que circulaban ayer por la tarde eran confusas pero se presume que los dos ataques se produjeron casi de forma simultánea y no se reportaron «pérdidas humanas», según señaló la Célula de Información de Seguridad del gobierno iraquí en su perfil de la red social Twitter.

Dos misiles de mortero golpearon ayer el corazón de la llamada Zona Verde, un área ultraprotegida que alberga a las principales instituciones gubernamentales y sedes diplomáticas de la capital iraquí, incluida la de Estados Unidos, sin provocar daños materiales o personales.

Poco después, a casi un centenar de kilómetros al norte de Bagdad, dos cohetes de tipo Katiusha –un modelo de artillería construido por los soviéticos en la Segunda Guerra Mundial– impactaron en la base aérea de Balad, una de las más importantes de Irak, donde están desplegadas tropas y aviones de la coalición internacional antiyihadista liderada por Washington.

Tras las detonaciones, sonaron las sirenas de emergencia y drones estadounidenses sobrevolaron la instalación militar para proteger el área.

Según precisó un oficial citado por la agencia EFE, los cohetes cayeron en la parte meridional de la base y golpearon almacenes de armas del Ejército iraquí sin causar víctimas pero sí daños materiales limitados.

Los ataques se produjeron un día después de que Estados Unidos matara con drones en el aeropuerto de Bagdad a Qasem Soleimani, el general más poderoso de Irán y arquitecto de las intervenciones del país persa en la región, y a Abu Mahdi al Muhandis, vicecomandante de las Fuerzas de Movilización Popular, la coalición de milicias iraquíes que atacó el pasado martes la embajada estadounidense en la capital.

Los llamados a la «venganza» se multiplicaron tanto en Bagdad como en Teherán, mientras que Washington decidió mandar al país petrolero unos 2.800 soldados –que se suman a los 750 enviados esta misma semana– para hacer frente a las amenazas.

En este contexto de máxima tensión, un comandante de las Operaciones Especiales de las Fuerzas de Movilización Popular advirtió a las tropas iraquíes que deben mantenerse al menos a 1.000 metros de distancia de las bases militares estadounidenses situadas en Irak a partir del domingo por la noche.

Desde finales de octubre, hubo un total de trece ataques de misiles contra intereses estadounidenses en Irak, de los cuales uno de ellos mató el pasado 27 de diciembre a un contratista estadounidense presente en una base militar en Kirkuk, una zona petrolífera ubicada en el centro del país.

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