El mundo observó este jueves con impotencia y estupor el inicio de un nuevo conflicto bélico, de duración incierta y con Ucrania como escenario, a partir de un ataque de Rusia que le valió el repudio internacional y el anuncio de severas sanciones, y que ya muestra un saldo de casi 140 muertos, varios aeropuertos afectados e instalaciones militares destruidas, junto a las obvias escenas de pánico de la población.
De madrugada, y apenas un rato después de que lo anunciara el presidente Vladimir Putin las sirenas de avisos de bombardeos marcaron el comienzo del conflicto: la operación militar con la que el presidente Vladimir Putin dijo que busca proteger a los habitantes civiles de las dos regiones separatistas y rusoparlantes del este de Ucrania, Donetsk y Lugansk, cuya independencia reconoció esta semana.
En un discurso televisado, Putin aclaró que no pretende ocupar Ucrania sino «desmilitarizar» y «desnazificar» el país y advirtió que cualquier intento de intervención tendría «consecuencias que nunca han visto».
Apenas horas después hubo una catarata de repudios a su actitud y el anuncio de sanciones: el estadounidense Joe Biden, el francés Emmanuel Macron, el italiano Mario Draghi, el británico Boris Johnson y el alemán Olaf Scholz cuestionaron la decisión de Moscú, y anunciaron y prometieron sanciones duras, sobre todo en materia financiera, comercial, de transporte y energética.
Canadá y el Reino Unido ya hicieron públicas esas sanciones, mientras la Unión Europea, EEUU y el G7 –que reúne a las principales economías del mundo- las anunciaron pero no las detallaron.
En suelo ucraniano, en tanto, la cifra de fallecidos era todavía difícil de determinar cuando el propio presidente Volodimir Zelenski difundió un video en el que detalló que «137 héroes» habían muerto y otros 316 ciudadanos estaban heridos, según consignaron las agencias AFP y Sputnik.
En paralelo se conoció un decreto del Ejecutivo que dispuso la «movilización militar general» para contrarrestar la invasión, medida que afectará a las personas sometidas al «servicio militar obligatorio y a los reservistas» y que regirá por 90 días en todas las regiones del país.
Sí se sabía ya entonces que fueron 74 las instalaciones militares destruidas por los bombardeos en distintos puntos del país y las incursiones terrestres lanzadas por Rusia.
Kiev, rompió sus relaciones diplomáticas con Moscú y prometió defenderse, pidió ayuda internacional para que se fuerce a Moscú a respetar la paz en medio de lo que llamó una «guerra a gran escala» iniciada desde el este, norte y sur del país vecino.
La Guardia Fronteriza ucraniana dijo que fuerzas terrestres rusas habían ingresado en la región de Kiev, la capital.
En respuesta, la OTAN acordó reforzar sus fuerzas aéreas, terrestres y marítimas en el flanco este de la alianza militar liderada por Estados Unidos, cerca de las fronteras de Ucrania y Rusia.
La Guardia Fronteriza de Ucrania publicó imágenes de lo que dijo eran blindados rusos ingresando al país, y fuertes explosiones se oyeron en Kiev, en la oriental Jarkov y en las sureñas Odesa y Mariupol, informó la cadena CNN.
Las sirenas de aviso de bombardeos se activaron también en Leópolis (Lviv), hacia donde Estados Unidos y otros países habían trasladado sus embajadas.
Tropas rusas tomaron el estratégico aeropuerto de la ciudad de Gostomel, ubicado cerca de Kiev, y peleaban con fuerzas ucranianas cerca de la central nuclear de Chernobil.
En ambos ataques, las tropas rusas ingresaron desde Bielorrusia, que limita con Ucrania por el norte y cuya frontera está apenas a tres horas de Kiev por la ruta, dijeron autoridades.
El Ejército ruso afirmó que destruyó 74 instalaciones terrestres militares ucranianas, incluidos 11 aeródromos, tres puestos de mando y 18 estaciones de radar para sistemas de misiles antiaéreos, informó el diario británico The Guardian.
Las fuerzas rusas destacaron además que los separatistas del este, de las regiones de Lugansk y Donetsk que Moscú reconoció el lunes pasado como Estados independientes, están avanzando y tomando el control de territorios.
Inicialmente, Kiev había reconocido que más de 40 soldados y una decena de civiles ucranianos habían muerto, pero se descontaba que esa cifra subiría con el paso de las horas.
Aunque Zelenski -que anunció una ley marcial en todo el país- pidió a la población no entrar en pánico, comenzaron evacuaciones masivas en distintas ciudades.
Hubo un pedido de la ONU para que los países vecinos «mantengan sus fronteras abiertas» para recibir el éxodo de personas que buscan «seguridad y protección».
Zelenski también urgió a la comunidad internacional a crear una «coalición anti-Putin» para forzar a Moscú a respetar la paz.
«Las fuerzas ucranianas llevan a cabo encarnizados combates. El enemigo ha sufrido pérdidas importantes que serán aún más importantes», dijo también el mandatario, que prometió «infligir el máximo de bajas» al agresor.
Biden anunció que los soldados estadounidenses no lucharán en Ucrania pero sí «defenderán a los aliados en el este y todo ápice de terreno de la OTAN», y tampoco la alianza anunció el envío de tropas a la zona.
Putin, por su parte, señaló que lo que pasaba era «una medida forzada», porque a Moscú no le dejaron «ninguna posibilidad de actuar de manera diferente».
Las autoridades ucranianas cerraron el espacio aéreo a la aviación civil por motivos de seguridad, mientras que Rusia cerró el transporte marítimo.
Las reacciones al inicio de la invasión no se hicieron esperar. Biden, que llamó a Zelenski para expresarle su «apoyo», condenó «el ataque no provocado e injustificado por parte de las fuerzas militares rusas» y aseguró que «el mundo hará responsable a Rusia».
«El presidente Putin ha elegido una guerra premeditada que traerá una pérdida catastrófica de vidas y sufrimiento humano», remarcó Biden, para quien la invasión fue «sin provocación, sin justificación y sin necesidad».
El jefe de la Casa Blanca atribuyó a Putin la idea de «restablecer la antigua Unión Soviética». «De eso se trata esto», Evaluó, y llamó la atención sobre el hecho de que «no hay mucha gente que esté saliendo a defender», al líder ruso.
En Londres, Johnson llamó «dictador» a Putin y anunció ante el Parlamento sanciones –entre ellas la suspensión de vuelos de Aeroflot- y Macron, que anunció sanciones, consideró al ataque un «punto de inflexión» en la historia de Europa.
El jefe de Gobierno alemán, el canciller federal Olaf Scholz, habló de «un día oscuro para Europa» y prometió «solidaridad total» con Kiev y Trudeau ponderó las «sanciones más severas, ante el ataque militar imprudente y peligroso de Rusia».
Las quejas anti-Putin llegaron también desde la propia Rusia: protestas contra la guerra en Moscú y San Petersburgo, convocadas por las redes sociales, dejaron al menos 1.500 detenidos, según la ONG de derechos humanos OVD-info.
El alerta pasó a rojo esta semana luego de que Putin reconociera la independencia de las provincias separatistas Lugansk y Donetsk, y de que el Senado ruso autorizara al gobierno a usar la fuerza militar en el extranjero.