En el marco del Día Nacional y Mundial de la Enfermedad de Parkinson la Sociedad Neurológica Argentina promueve la difusión de esta enfermedad donde el diagnóstico precoz y el tratamiento temprano son clave para mejorar la calidad de vida de los pacientes. La enfermedad de Parkinson es una enfermedad crónica que afecta gradualmente los músculos y la capacidad de movimiento de la persona. Quienes la padecen, además de desarrollar los clásicos síntomas de temblor, rigidez o trastornos de la marcha, sufren de síntomas no motores que afectan su calidad de vida.
Según investigaciones recientes, los síntomas no motores, especialmente la depresión, los trastornos del sueño REM, la disminución del olfato o la constipación pueden anteceder por años al diagnóstico del Parkinson. Cuanto más precoz sea la consulta del paciente y la intervención por parte del médico especialista, menor será el impacto de la enfermedad sobre la calidad de vida y el aislamiento social al que puede conducir la enfermedad, por el manejo inadecuado de los síntomas.
El Grupo de Movimientos Anormales de la Sociedad Neurológica Argentina empleó el Registro Nacional sobre la Enfermedad de Parkinson, que representa el 53 por ciento de la población nacional, para realizar un estudio sobre cómo los síntomas no motores afectan al Parkinson en la Argentina.
Sobre un total de 415 pacientes portadores de enfermedad de Parkinson, identificados entre los años 2009 y 2011, la mayoría de ellos había comenzado con la enfermedad a edades habituales, es decir entre los 55 y 65 años (48 por ciento), un grupo menor antes de los 55 (34 por ciento), y otro menor aún, luego de los 70 años (18 por ciento).
La distribución según edad demuestra que esta enfermedad crónica afecta habitualmente a personas en edades medias de la vida, en pleno desarrollo laboral y personal, donde cualquier impacto sobre la calidad de vida se percibe en forma mayor.
El estudio reveló, además, que la mayoría de los pacientes presentó en algún momento síntomas no motores (92 por ciento), independientemente de la duración de la enfermedad. En forma llamativa, los síntomas psiquiátricos como la depresión y la ansiedad, y inconvenientes para conciliar el sueño como el insomnio o los trastornos del REM, ocurrieron muy frecuentemente.
Un dato destacable fue la asociación observada entre la depresión y la edad de comienzo de la enfermedad de Parkinson, siendo la depresión claramente más frecuente en personas jóvenes que en mayores de 70 años (56.8 por ciento vs 28.3 por ciento).
Otro dato significativo del estudio fue la asociación entre la depresión y las caídas. Las caídas son un problema que sin dudas afecta la calidad de vida de la persona, además de exponerla a sufrir complicaciones derivadas de las mismas como fracturas, reposo prolongado o intervenciones quirúrgicas. En el estudio se observó que las personas deprimidas experimentaban mucho más frecuentemente caídas que las personas que no la padecían, destacando que este síntoma no motor puede afectar o empeorar un síntoma motor como la marcha.
El estudio sobre síntomas no motores en la enfermedad de Parkinson en la Argentina revela que los síntomas no motores afectan la calidad de vida de personas con Parkinson, y que los mismos están presentes a lo largo de la enfermedad. Sin embargo, la depresión puede afectar más frecuentemente a personas con Parkinson jóvenes y vincularse con mayor riesgo y ocurrencia de caídas.
La causa de esta enfermedad aún es desconocida, pero se cree que existiría una combinación de factores genéticos y ambientales. El diagnóstico es clínico y se basa en una correcta historia clínica y en un exhaustivo examen físico neurológico. Si bien aún no se conoce una cura definitiva, existen múltiples tratamientos farmacológicos como la levodopa, los agonistas dopaminérgicos, los inhibidores enzimáticos, la amantadina, entre otros, que han demostrado ser efectivos para mejorar las manifestaciones de esta enfermedad, mejorar su evolución y disminuir su morbimortalidad.