Especial para El Ciudadano
Epix es una cadena de televisión algo menor dependiente de la MGM. Canal de cable estadounidense, ya hace algunos años se acopló al formato de circulación vía streaming con su plataforma Epix Max, pero logrando hasta el momento poca presencia frente a los grandes monstruos del mercado: Neflix, HBO, Apple, Amazon y Disney.
Sus producciones originales, fuera de Estados Unidos, se estrenan en otras plataformas, y muchas veces pasan inadvertidas. Sin embargo, ha tenido un par de buenos aciertos, como esta serie lanzada en febrero de este año, From, que tendrá su estreno internacional en otras cadenas. En Latinoamérica, aparentemente, será en breve a través de Netflix. From cuenta entre sus creadores a John Griffin y a Jack Bender, quien ya participó en numerosos proyectos destacables como Carnival, otros menores pero atendibles como Mr. Mercedez o La cúpula, y sí, también en un fiasco como Lost.
La historia narrada en From es más o menos la siguiente. Una familia norteamericana en crisis (de pareja) viaja por el interior profundo de Estados Unidos en su caravana hasta que se encuentran con un árbol caído que les obstaculiza el camino. Tratando de retomar el rumbo, toman senderos periféricos que los llevarán a pasar por un pequeño pueblo olvidado, inexistente casi, ausente de los mapas.
Y allí todo comienza a declinar estrepitosamente. Una vez llegados a ese pueblo, por más que lo intenten retomando el camino, será imposible salir. Todas las rutas se vuelven circulares y retornan a ese punto inevitable del pueblo fantasma. Primer enigma. Primera anomalía temporo-espacial. Pero desde ese momento, vertiginosamente, todo se vuelve más incomprensible y misterioso.
Por las noches, todxs lxs habitantes del lugar (también viajerxs víctimas del mismo embrujo) deben encerrarse en sus casas porque una amenaza feroz se presenta desde el bosque circundante. Para sobrevivir, deben adaptarse a un nuevo orden, aterrador por inexplicable, y comandada la extraña comunidad por el férreo “sheriff” Boyd Stevens, un Harold Perrineau que con su sólida actuación se convierte en uno de los pilares de la serie.
Las ominosas vivencias de quienes permanecen prisioneros en el pueblo
Los dos primeros episodios, los más logrados en lo que va emitido hasta el momento, son los que marcan una diferencia cualitativa que, lamentablemente, aunque sin que el conjunto pierda del todo el rumbo, se ve prontamente difuminada entre ciertos esquematismos y lugares comunes por los que discurrirá a partir del tercero. Pero no es que la serie en ese punto de ruptura caiga estrepitosamente, sino que, quizás por las exigencias de su propio formato serial, no es capaz de sostener esa singularidad inicial que lograba tensar, con sutileza, ciertas cuerdas del miedo ya infrecuentes en el cine de terror.
Esas dos primeras entregas del relato hacen foco en la situación nocturna del extraño pueblo y en las ominosas vivencias de quienes allí permanecen prisioneros. Aún poco se sabe. O casi nada. Sólo lo imprescindible para acrecentar el desasosiego. Apenas el misterio de esa frustrante imposibilidad de salir y la existencia de entidades espectrales que durante la noche asedian a lxs pobladorxs para matarlos de las formas más atroces, si es que se exponen de modo imprudente al encanto exterior, llamados por un “canto de sirenas”, hipnótico y familiar, desde cualquier abertura. Y es allí que From sabe, con habilidad y firmeza, ahondar sin estridencias en ese hueco profundo del terror que es lo siniestro de la oscuridad como amenaza ante lo que no se puede ver, pero que atrae con engañosos sortilegios sensuales.
Todo lo (efectivamente) aterrador, en ese punto, se limita a lo que en el encierro nocturno amenaza, desde la intemperie, como sonido reconocible o como rostro familiar. Nada más que algunos ruidos, algunas voces, algunas fisonomías familiares. No es mucho lo que puede verse. La noche misma lo impide.
Es mucho más lo que se oye (el sonido es, casi por esencia, fantasmal). Y cuando algo se ve, se trata apenas de un rostro afable que pide entrar desde la puerta o la ventana imprudentemente entreabiertas, como los viejos vampiros que esperaban por la invitación fatal que les dé rienda suelta para su elegante intromisión carnicera (no se puede sino recordar al Salem’s Lot de Stephen King recreado virtuosamente por Tobe Hooper, con el niño rasgando la ventana). Todo, en esos dos destacables episodios, logra constituir la inestable materia propia de lo siniestro.
Lo que hay no es nada del todo extraordinario, pero nada de eso está en su lugar habitual. Lo familiar se vuelve ominoso porque simplemente está donde no debería estar. Y eso basta para tensar esas cuerdas del miedo como lo han hecho, en ciertos y pocos momentos históricos, los buenos exponentes del género.
¿Será que ya están todos muertos?
El problema con From es que a partir del tercer episodio cambia un poco el rumbo. De lo nocturno pasamos a lo diurno. A partir de entonces, y hasta lo que va emitido, ya no tendrá cabida la noche con el funesto acecho de lo siniestro, sino ya el día con la desesperante frustración del enigma. ¿Qué lugar es ese? ¿Cuál su embrujo? ¿Cómo se podría salir? ¿Qué trampas temporales y espaciales encierra? ¿Quién es responsable? ¿Quiénes son quienes allí viven y que rol cumplen en el misterio?
Y la pregunta fatal (narrativamente, por lo fácil y estereotipado), ¿será que ya estamos muertos? Allí, por cierta impericia y facilismo, todo comienza a desbarrancar cayendo en lugares comunes que, sin embargo, From logra por el momento sortear a fuerza de pequeñas astucias que prometen sostén sin dejar que el relato desfallezca en las debilidades sentadas hace años por una serie como Lost.
Es sabido, y certificado desde entonces, que la acumulación simple e indiscriminada de enigmas (lo cual es de un facilismo narrativo execrable) no puede sino resultar, en el desenlace, en una profunda desilusión.
From hasta ahora logra, a duras penas desde su tercer episodio, sortear esos inconvenientes. Pero aún, incluso con esa dificultad, se sostiene y mantiene el interés. Y a su favor, cabe además señalar un detalle más que le da un valor extra a la serie: los títulos de crédito abren cada episodio con una maravillosa y melancólica versión del clásico “Que será, será”, grabada para la ocasión por unos Pixies en buena forma que se acercan, desvíos mediante, al primer Leonard Cohen. Y sólo por esto, claro, todo lo demás se puede disculpar.
From / Epix / 1era. Temporada / 10 episodios
Creador: John Griffin
Intérpretes: Harold Perrineau, Catalina Sandino Moreno, Eion Bailey, David Alpay