El estado de deterioro del inmueble del policlínico Pami II alcanzó trascendencia pública cuando el pasado viernes se descompuso el único ascensor en funcionamiento provocando, entre otros inconvenientes, la improvisación de una morgue en el segundo piso hasta que pudieran trasladar los cuerpos. A esto se suma la falta de camilleros, mucamas y enfermeras, y la ausencia total de calefacción por un desperfecto en el abastecimiento de gas.
En este contexto, la experiencia de los pacientes que concurren al policlínico de Olivé al 1100 dista de ser satisfactoria, pese a que todos destacan el buen trato y el esfuerzo de los profesionales.
“Es una vergüenza que no haya estufa, estoy congelada”, lamentó una jubilada que estuvo internada desde principios de mes a causa de una quebradura de cadera.
Anabella, una familiar que acompañó a la mujer durante todo este tiempo, destacó el buen trato del personal, pero calificó las condiciones del edificio como “un desastre”. “En la sala estuvo internada con siete frazadas, ya que no hay calefacción. Tampoco hay papel higiénico. No hay control y hay personas que fuman en los baños y durante el fin de semana largo no hubo limpieza en las salas”, detalló la joven acompañante, quien sostuvo que debió asistir a los demás pacientes de la sala compartida debido a la escasez de personal.
“Eran cinco personas en la sala y éramos dos acompañantes. Nosotras controlábamos el suero, poníamos la chata, los asistíamos porque el personal no daba abasto”, indicó Anabella.
La mujer contó además que en algunos casos los pacientes con patologías y enfermedades diferentes deben compartir sala por falta de espacio. “Mi abuela ingresó por una quebradura en la cadera y querían internarla, antes de la operación, en una sala con tres personas con neumonía que usaban barbijo. Me negué y la cambiaron, pero de lo contrario ponen en una misma sala a personas con enfermedades distintas y es un riesgo”, concluyó la joven. La precariedad del edificio se evidencia desde el ingreso mismo. Paredes sin pintura, sillas rotas en la sala de espera y falta de calefacción en los pasillos y salas son las principales deficiencias de un inmueble que todos los días recibe a pacientes, en su gran mayoría, de la tercera edad.
“Los asientos están todos rotos”, señaló Rómulo indicando a su alrededor mientras aguardaba en la sala de espera. El frío, que se trata de paliar con estufas a garrafa, no cesa de sentirse en los pasillos y es uno de los temas más invocados por los pacientes. “Con la artrosis que tengo este frío y estas sillas te hacen doler todo el cuerpo”, agregó Rómulo. Uno de los paisajes más vistos en los pasillos son los pacientes en camilla trasladados por sus propios familiares. “Todo el tiempo piden camilleros porque no alcanzan”, agregó el paciente.
Ana María se atiende desde hace años en Pami II, pero la semana pasada se acercó a la guardia tras accidentarse y golpearse un brazo. “El médico dijo que tenía que coserme enseguida y pasaron 6 horas hasta que me atendieron”, explicó. “Hay consultorios que no están habilitados por falta de luz, se caen las maderas de los techos y las sillas están rotas”, agregó.
Otra de las quejas recayó en el servicio de ambulancias, las que según adujeron presentan gran demora en llegar a destino. “La atención es buena, el problema es el edificio. Faltan consultorios, faltan ambulancias, los ascensores son viejos, no andan y cuando andan te da miedo subirte”, sintetizó Miguel Ángel, quien concurre al policlínico desde hace 20 años.
Desde ATE, uno de los gremios con representación entre el personal, señalaron que hace varios años que vienen denunciando este tipo de irregularidades, en particular la falta de personal y de inversión edilicia.
“Esto viene de los gobiernos anteriores: nunca pusieron plata, no se invirtió nada, no hay una política de Estado que le dé al Pami la posibilidad de crecer”, dijo Guillermo Grand, delegado de ATE.
“Se rompe el ascensor, que se viene rompiendo desde hace años y nunca lo arreglan, lo emparchan y se vuelve a romper. De los dos ascensores, uno hace tres meses no anda, y el que venían reponiendo dejó de funcionar desde el viernes y no pudieron subir los pacientes a terapia, bajarlos para las altas, y hubo dos muertos en una habitación por no poder bajarlos. Si a esto le sumás la falta de personal, que no hay camilleros, no hay enfermeros, ni mucamos, es imposible dar una buena prestación a los afiliados que, encima que no tienen un peso, vienen acá y no les pueden dar los medicamentos porque a veces ni eso tienen”, agregó el delegado.
Según estimó, se necesitan al menos 40 enfermeros, 20 mucamos y 20 camilleros para cumplir con “la dotación mínima que se necesita para trabajar”.
“Hay pisos cerrados por falta de personal. A muchos jubilados los derivan a sanatorios privados. El Pami tiene un presupuesto anual de 45 mil millones de pesos, es más que suficiente para arreglar todos los edificios. Acá la plata no llega, de todas las gestiones no han hecho nada. Es una política de Estado que no apunta a la salud de los jubilados, sino a que el Pami sea una caja política que utilizan los gobiernos de turno”, sentenció Grand.
La provincia avala refacciones
Desde el Ministerio de Salud de la provincia aclararon que no hay ningún impedimento para que las autoridades de Pami comiencen las refacciones, las que pueden ser ejecutadas sin necesidad del contrato de locación.
“Hay un contrato de alquiler que la provincia tiene con Pami y que hay que renovar. Para iniciar las reparaciones no necesitan del contrato, pueden ejecutarlas igual si están en uso del edificio. Puede que lo necesiten como una cuestión de ellos, pero no les impedimos hacer arreglos. La semana pasada nos reunimos y quedamos que íbamos a hacer lo posible para agilizarles el trámite”, explicó Miguel González, ministro de Salud provincial.
“Nunca han pedido autorización para hacer modificaciones. Tienen un proyecto que nos acercaron hace un mes para un nuevo edificio, del que tengo un fotomontaje. Les dijimos que estaba bien, pero las cuestiones formales no están, no hay ni una nota iniciada. Después vino el tema del contrato para el edificio actual. A nada le dijimos que no. Lo del contrato es una cuestión de días. Nos pidieron la reunión el lunes, el miércoles los recibí y en estos días vamos a buscar los antecedentes”, concluyó González.