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Aunque lo hieran, lo desgasten, el básquet de Rosario está vivo

La pasión no se perdió, se potenció a pesar de todo. Aunque la lista de errores y omisiones sea tan larga como la gente quiera enumerar, desde lo organizativo hasta la comunicación, y toda una gama de factores en el medio, lo cierto es que el básquet local sigue mostrando que tiene con qué crecer

El básquet de Rosario está vivo. Aunque lo hieran, lo desgasten y hasta lo ridiculicen, el básquet de Rosario está vivo. Porque lo construyen sus jugadores, los dirigentes que luchan honesta y desinteresadamente por su club, los entrenadores que se apasionan por su trabajo y los hinchas que aman su camiseta. Cuando parece que mucho está perdido, llega una noche como la de este viernes y regala la cuota de entusiasmo necesaria para seguir creyendo.

La pasión no se perdió, se potenció a pesar de todo. Aunque la lista de errores y omisiones sea tan larga como la gente quiera enumerar, desde lo organizativo hasta la comunicación, y toda una gama de factores en el medio, lo cierto es que el básquet local sigue mostrando que tiene con qué crecer y desarrollarse.

Se demoró un mes para tener cancha y día de juego; no se pudo organizar venta anticipada de entradas para evitar filas; no se pudo coordinar el uso de vestuarios y costó rato largo tener alguien para limpiar la cancha; se decidió no realizar premiación; y los mil etcéteras que se quieran buscar sólo en esta noche (si se habla del torneo en sí, la lista es interminable).

Pero este viernes la seguridad estuvo acorde a la necesidad (la única falla fue la pirotecnia que ingresó), la gente de Provincial colaboró y el público dio toda una demostración de corrección. El estadio estuvo repleto para vivir una fiesta con más de dos mil personas e incluso despertó interés de gente que no está en el día a día, pero a las que tampoco se trabajó para atraer.

En la derrota, lo de Sportsmen fue ejemplar, y el público de Atalaya permaneció en su lugar en los festejos.

El porcentaje de casualidad o causalidad lo pondrán a gusto, pero una vez más hay evidencias de que se puede ser mejor, de que si los egoísmos, celos, mediocridades e intereses personales puede dejarse al margen hay materia prima para crecer. Por un básquet más lógico, previsible, respetuoso, en el que esté el que tenga ganas de estar y no lo vea como un problema a resolver. Así como día a día hay indicadores de las cosas que están mal, también hay indicios del potencial.