El río Brisbane, que atraviesa la tercera metrópolis más importante de Australia, volvía poco a poco a su cauce. Su nivel era este viernes dos metros inferior al pico alcanzado el jueves al amanecer (4,46 metros).
La retirada de las aguas dejaba al descubierto calles enteras, casas y oficinas de un lodo pegajoso y nauseabundo.
«Hay mucho dolor cuando la gente vuelve a ver por primera vez su casa y su calle», declaró Anna Bligh, primera ministra del estado de Queensland (noreste). «Animo a todos a hacer un esfuerzo para ayudar a amigos y familias».
Unas 30.000 viviendas o empresas resultaron dañadas por las peores inundaciones que la ciudad ha vivido desde 1974.
Los camiones de la basura regresaron a las calles. El alcalde, Campbell Newman, pidió a los particulares y empresas que dispongan de medios de limpieza que ayuden a limpiar esta ciudad de dos millones de habitantes con el fin de que esté cuanto antes en estado de funcionamiento.
«La prioridad esta mañana y todo el día es intentar reabrir las vías de paso», declaró en la televisión. «Limpiar los escombros y el barro y reabrirlas a la circulación», declaró a los habitantes.
La primera ministra australiana, Julia Gillard, anunció este viernes la duplicación del número de soldados dedicados a las operaciones de salvamento y limpieza, hasta 1.200, en el noreste del país.