Franco Saulle, el joven de 19 años operador de criptomonedas asesinado de un certero disparo en la puerta de la casa de sus padres en la localidad de Burzaco, en el partido de Almirante Brown, en el sur del Gran Buenos Aires se definía a sí mismo como un «mentor apasionado» y experimentado en el mundo de las finanzas. En su cuenta de Instagram, donde tenía más de 122 mil seguidores, compartía frases y videos motivacionales para invitar a sumarse a su comunidad y a capacitarse con sus cursos de trading (comercialización de instrumentos financieros), una habilidad con la que afirmaba se podían obtener importantes ganancias. «Ayudo a convertirte en un inversionista exitoso a través de estrategias prácticas», aseguraba, en medio de fotos que daban cuenta de su buen pasar económico.
«Si querés algo en la vida, búscalo, por más que pienses que nunca vas a llegar. Creéme, estás más cerca de lo pensás», posteaba el joven en sus redes sociales, donde además de promocionar sus cursos y sus servicios financieros.
Saulle publicaba fotos y videos desde una concepción de éxito individual retratada en infinidad de filmes o series televisivas: haciendo snowboard en Bariloche, parado en una calle de Nueva York, surcando el mar en un yate en Brasil, parado frente a un Lamborghini en Nordelta. Escenografías que se asemejan a la de distintos personajes de la afamada «Billions», que se comenzó a emitir cuando Franco tenía apenas 11 años.
No había cumplido los 20, y ya encarnaba un perfil que es extendido en las urbes de gran influencia económica de muchos países del mundo, el de capacitarse y autoexigirse tempranamente y al máximo para descollar y gestar un retiro triunfal –nunca verificado en su área– para dedicarse a gastar los millones acumulados por el resto de la vida, desde cuando aún se es joven. No parece una salida fácil ni siquiera para astros del deporte o del cine mundiales, pese a que algunas y algunos, siempre los menos, supieron amasar grandes fortunas.
Desde sus 19, Saulle parecía instar a sus seguidores a combinar prudentes cuotas de sacrificio y disfrute en armonía. “Madrugar”, «cambiar de hábitos y rutinas» y «enfocarse» en sus objetivos financieros. Los invitaba a formar parte del «5% de las personas» del mundo que no siguen «el manual de la vida», con «trabajos de ocho horas diarias».
en su descripción mencionaba que era un «trader con experiencia», «mentor apasionado» y que ayudaba a que un usuario se convierta «en un inversionista exitoso a través de estrategias prácticas».
En sus posteos, promocionaba su nueva «academia» en la que enseñaba sus habilidades financieras y de marketing, con los cuales aseguraba que se podían ganar más de 10 mil dólares mensuales partiendo desde el llano, poca cosa en muchos países del mundo, una fortuna en la Argentina de hoy para jóvenes –y no tanto– de herencia cero.
En toda esa trama, en la que las apariencias son la herramienta de mayor importancia, o casi, algo salió mal. En la lluviosa noche del pasado jueves 8 de agosto, cámaras captaron cómo Franco Saulle pasaba despacio por una cuadra de Burzaco al mando de su Peugeot 208 Felline blanco para doblar en la esquina a su derecha y subir a una vereda jardín a los pocos metros, frente a la casa de sus padres, donde tocó bocina tres veces para avisar que había llegado. Las cámaras captaron a otro 208, pero de color negro, que lo venía siguiendo a prudente distancia, y que segundos después hizo la misma maniobra, pero siguió unos metros por la calzada. Se detuvo y de la puerta trasera del lado del conductor descendió una persona armada, que apuntó y disparó una sola vez. Rápidamente se volvió a subir al Peugeot negro, que salió a toda velocidad. El tiro entró por un ojo de la víctima. La secuencia dura 30 segundos.
El 208 de los atacantes –se sospecha que eran tres– había sido sustraído dos días antes en Glew, a unos pocos kilómetros de la zona del crimen, hacia el sur. Ese auto ya fue peritado: los investigadores lo encontraron en la casa de una mujer, tapado por una lona. Claudia B., de 33 años dijo que horas antes su cuñado y otro hombre lo dejaron y se fueron. Quedó detenida por encubrimiento agravado.
En las imágenes también aparece un tercer auto, del que nada se sabe, que estaba estacionado con balizas encendidas en la última cuadra antes del giro, y arranca apenas pasa el auto de los asesinos y a velocidad similar, pero en lugar de doblar, sigue de largo.