El Centro Argentino de Protonterapia (Cearp), ubicado en el barrio porteño de Agronomía, comenzará en julio la instalación de las maquinarias para la terapia de protones, un tratamiento contra tumores que solo se realiza en 20 países del mundo con mayor precisión y menos efectos secundarios que los rayos tradicionales.
Se trata del último tramo para poner en funcionamiento este proyecto pionero en Argentina y en Latinoamérica que, además del beneficio que representa para los pacientes oncológicos, ubica al país en un lugar de desarrollo en materia de tecnología nuclear para la salud.
“Este centro va a poder tratar pacientes con patologías de muy difícil abordaje con la radioterapia convencional dándole la posibilidad de una mejor calidad de vida; hoy si alguien que reside en Argentina necesita de protonterapia debe viajar al exterior; es decir que esto abre la puerta a un nuevo tipo de tratamiento en el país, y en toda la región”, contó Gustavo Santa Cruz, gerente del Área Aplicaciones Nucleares a la Salud, de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA).
El Cearp se encuentra a pocos metros del actual Instituto de Oncología Ángel Roffo, de la Universidad de Buenos Aires (UBA), un lugar de referencia nacional para el tratamiento de pacientes con cáncer y cuyos profesionales participaron desde los inicios del proyecto asesorando sobre las necesidades del sector.
El centro consta de dos sectores: uno de radioterapia convencional (conocida comúnmente como rayos) pero con tecnología más sofisticada, cuya obra está concluida en un 95 por ciento y se estima que estará operativa antes de final de año. El otro sector es el de protonterapia, que tiene un avance del 77% de la obra.
“En junio llega la compañía belga IBA (Ion Beam Applications) a la que le compramos los equipos para la terapia con protones para hacer la instalación; se trata de un equipamiento de enormes dimensiones de última generación y la puesta en marcha de todo el sistema llevará unos 22 meses, así que estimamos que el centro estará operativo en su totalidad para principios de 2025, pero se trata de un adelanto increíble para los tratamientos, hasta hace poco esto era impensado”, describió Santa Cruz.
Además de la CNEA y la UBA, en el proyecto trabaja la empresa Invap y participa el Hospital Garrahan.
Antes de comenzar el recorrido por el predio, cedido por la UBA, Santa Cruz dio precisiones sobre qué es la protonterapia y la importancia de este centro a nivel mundial.
“La protonterapia es una forma de radioterapia que utiliza protones en lugar de fotones o rayos X, que es lo que utiliza la radioterapia convencional.
Lo que se hace es «lanzar» un haz de protones sobre el tumor. Estas partículas rompen el ADN de las células tumorales generando un daño tal que les impide reproducirse”, y agregó sobre la gama de beneficios para la salud del enfermo: “Cuando los rayos X entran en un material, generan reacciones de liberación de electrones que se ponen en movimiento, entregando su energía, o dosis. Al atravesar el cuerpo, los rayos X llegan a un máximo de dosis y luego van decayendo, pero no dejan de hacerlo en ningún momento e irradian en todo el recorrido.
Los protones, en cambio, al ingresar al organismo van dejando bajas dosis en los primeros centímetros y casi en el momento en que se frenan entregan toda su energía. Esto hace que en el camino se entregue una menor dosis.
Además, los protones son partículas cargadas con una masa casi dos mil veces mayor que un electrón (que es lo que se genera con los rayos X), entonces son como proyectiles de mayor calibre.
Podríamos utilizar una figura de artillería: la protonterapia tiene mejor puntería (porque frenan a una determinada profundidad sin dejar dosis en las zonas adyacentes) y calibre (porque son partículas más grandes que los electrones y por lo tanto generan mayor daño en el ADN de las células tumorales).
Sobre en qué tipos de cáncer es conveniente su uso, Santa Cruz expresó: “Esta capacidad de precisión permite poder abordar tratamiento de tumores que están en zonas complicadas, como los tumores de base de cráneo, donde hay muchas estructuras alrededor que tienen que ser protegidas; en el melanoma ocular; en tumores del sistema nervioso central, de cabeza y cuello, entre otros y en particular en pacientes pediátricos. En efecto, esto hace que el Garrahan sea parte del proyecto.
No obstante, hoy solo entre el 1 y 2 por ciento de los pacientes de radioterapia se tratan con protonterapia. Esto tiene que ver, en parte, con que existen sólo unos 100 centros en todo el mundo, ubicados en 20 países. El nuestro sería el primero al sur de Estados Unidos y Europa”.
Acerca de dónde se generan los protones que son utilizados en el tratamiento, el científico del CNEA detalló:
“Los protones se generan en una máquina llamada ciclotrón, un equipo de 230 toneladas de 4 metros y medio de diámetro, que funciona como un acelerador de partículas.
En esa máquina se aceleran los protones y cuando alcanzan 2/3 de la velocidad de la luz son extraídos en lo que se llama la línea de selección de energía y transporte de haces, donde se acondiciona el haz, se selecciona la energía que se necesita y se transporta hasta el ingreso de las dos salas donde se aplicará al paciente.
Las salas de tratamiento no son salas comunes, sino que las llamamos gantries (o portales). En ellas se montan estructuras cilíndricas de acero, de 11 metros de diámetro y de 110 toneladas, de las cuales cuelgan electroimanes que son los que terminan curvando el haz de protones para que incidan a través del cabezal de aplicación en el volumen donde se quiere entregar la dosis. Esto se realiza con una precisión mecánica de menos de dos milímetros.
El ciclotrón y los gantries están en el edificio de protonterapia. En este sector, además, habrá un laboratorio de investigación y desarrollo en protonterapia que contará con un cabezal de haces de protones para, por ejemplo, comprender y mejorar la terapia desde la investigación básica, formar recursos humanos y ofrecer servicios, como por ejemplo de calificación de electrónica satelital utilizando protones de altas energías”.
Sobre si el Centro también contará con un sector de radioterapia convencional, Santa Cruz especificó: “Sí, eso ya está casi listo y no tienen nada de convencional porque cuenta con un acelerador lineal (modelo Versa HD de la compañía Elekta), que trabaja a velocidades superiores a los equipos que existen hoy en el país, y otro equipo para radiocirugía (marca CyberKnife, de la compañía Accuray), que tiene un brazo robótico que se mueve en todas las direcciones e irradia mientras visualiza el tumor a través de imágenes radiográficas en tiempo real. Esto ya se está terminando de instalar y estará operativo antes de fin de año.
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