El Concejo Municipal discute una nueva ordenanza para la noche que no cambiaría en gran medida lo que cada lugar de esparcimiento viene haciendo hasta ahora, y sin embargo por primera vez en muchos años de cambiar la vigente, hace años considerada como vetusta, está sumando consenso entre todos los involucrados. ¿Cómo se explica? Lo que aparece como más claro es esta vez la normativa puede dejar de tener como eje principal si en un lugar se sale a bailar o no, sino en la seguridad y la convivencia entre quienes van a un lugar para divertirse, quienes sólo transitan por allí y y quienes viven en la zona. En ese marco, este martes se presentó ante la comisión de Gobierno del Concejo el secretario de Control y Convivencia municipal, Guillermo Turrín, y sumó su voz a los acordes que ya trazaron los propietarios de boliches y bares nocturnos –referenciados en la Asociación Empresaria Hotelero Gastronómica (Aehgar)– coindiciendo en que si el proyecto contribuye a que cada lugar garantice la seguridad interna, la convivencia con el entorno y la aislación acústica si se baila o no o si cierra antes o después pasa a último plano.
“Hablamos sobre tres o grandes aspectos sobre los que sí hay consenso, como cuestiones de seguridad, de horario, de un achicamiento de los rubros. Saludamos la invitación y la solicitud de los concejales, que tratándose de la actualización de una normativa tan importante como la de la nocturnidad, tengan en cuenta el trabajo diario que hacemos en la noche rosarina”, se complació el secretario de Control.
Empero, Turrin advirtió que incluso aun si la nueva ordenanza ya estuviera aprobada “falta un recorrido administrativo que es largo”, para llegar a estabilizar la base normativa de la noche. Pero coincidió que la vigente la ordenanza 7.218, que está a punto de cumplir 17 años de su aprobación, quedó por detrás de muchos cambios, incluso en el comportamiento de quienes salen a bares y boliches. Uno de los más ostensibles, y que también remarcan los propios empresarios del rubro, es la declinación en la ciudad de las megadiscos bailables, de las que quedan apenas un puñado, y el surgimiento de muchos emprendimientos menores como cervecerías artesanales, bares culturales y otros lugares de encuentro.
El funcionario expuso que, en lo que va de este año, el área que encabeza efectuó 1.181 inspecciones a locales nocturnos, de las cuales 265 verificaron algún tipo de falta; que 11 locales fueron clausurados preventivamente. Pero resaltó: “Con el paso de los años y el aumento de las inspecciones, los comercios han ido acatando la normativa”. Y también destacó que cayeron en cantidad las sanciones a los locales señalados como “conflictivos”, que además “han ido desapareciendo porque o bien se los ha cerrado definitivamente o no se les ha renovado su habilitación”.
Así, uno de los ejes principales que aborda la discusión en la comisión de Gobierno, que encabeza la radical María Eugenia Schmuck, tiene que ver con la simplificación de rubros. Y con ello –“Esta es una ordenanza exclusivamente de nocturnidad”, aclaró la concejala– es que “no haya distinción” entre bares con amenización, con pista, sin pista y “un montón de rubros que se fueron agregando y emparchando”. La regla será la “insonorización adecuada” y la infraestructura en regla para poder funcionar.
También se discute el horario de cierre. Y una vez más el funcionario del Ejecutivo acompañó: no emitió preferencia entre horarios determinados por características –hoy los bares con amenización deben cerrar música o espectáculos a las 4.30 y los boliches pueden hasta las 5.30– y destacó que unificar horarios no es pun problema si se respetan los parámetros que garanticen la seguridad y convivencia.
Incluso la concejala Norma López le preguntó sobre una coordinación con los horarios de la región, pero el funcionario descartó que hubiera una rotación no sólo hacia otras localidades: “Los que eligen ir afuera de la ciudad, ya arrancan afuera”, dijo Turrin, dejando entrever que la caída del poder adquisitivo se verifica también en los locales de diversión nocturna. El dueño de un boliche incluso sostuvo a este diario que no sólo los clientes ya no van de un lugar a otro sino que tampoco llegan al final de la noche consumiendo: “Se les acaba la plata. Y se nota”, lamentó.
Schmuck explicó que el debate sobre unificar o no horarios está, pero no se avanzó. En ese marco, los bolicheros opinan en favor de una coordinación metropolitana e incluso de una unificación a nivel provincial del horario límite. Uno recordó, en ese punto, la “absurda” norma del hace dos décadas del entonces gobernador bonaerense Eduardo Duhalde, que con sorna se conoció como “ley seca” y que generaba éxodos a Capital Federal –donde había otro límite horario– desde el conurbano y multitudes de jóvenes en las calles sin lugar dónde ir, con todos los establecimientos obligados a cerrar a las 3.30. La norma, que acumuló además incumplimientos en los casi cuatro años que permaneció vigente desde 1996, tuvo, sin embargo, un capítulo para menores de 15 a 17, a los que les extendió el horario, que hasta esas disposición era hasta las 24, al incluirlos con los demás jóvenes.
Para el Concejo es otro de los temas, pero aún no hay consenso sobre qué hacer. “Los chicos de 16 o 17 años no quieren ir a los lugares para menores, quieren entrar a los que van los mayores”, les advirtió Turrin a los ediles. Por lo pronto, los ediles van desmenuzando de a uno los puntos, y por primera vez con acuerdo general.
Pero la discusión va paso a paso. Hasta ahora se avanzó en unificar condiciones, como simplificación de rubros, categorías más simples, hacer hincapié en el factor ocupacional y la infraestructura para funcionar.
“Recién estamos entrando en el tema horarios, para discutir si cambiarlos o dejarlos igual, si se unifican o no. Y en cuanto al registro de oposición para vecinos ni arrancamos”, graficó Schmuck. Y también advirtió que aspectos clave pueden incluso tener una vuelta más. “Incluso la discusión está girando más alrededor de los ruidos que genera el entorno de los lugares que de los ruidos que hay adentro. La mayor parte de las quejas de los vecinos pasa por ahí”, explicó la con concejala Schmuck en referencia a la salida y la entrada de los locales y la permanencia afuera, en la mayor parte de los casos de quienes salen a fumar.
“Es más engorroso de regular”, se sinceró, ya que no está claro si la cuestión corresponde al privado (propietarios del local), o al Estado, a cargo del espacio público. Por ejemplo salir en tandas no es lo mismo que un grupo grande y allí dependería de la seguridad interna del boliche. Para ello toman y analizan incluso experiencias de otros lugares del mundo.
Con todo, hay avance. “Yo lo veo bien. La parte más difícil tenía que ver con la estructura general y estamos llegando a un consenso. Hay una predisposición de todos los bloques de avanzar. Por supuesto con oposiciones puntuales, pero todos coincidimos en que hay que actualizar la normativa”, cerró Schmuck.