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Aventura intergaláctica

Felipe Haidar dirige a Mayra Sánchez y Ludmila Bauk en la comedia “StripKill”, que luego de su estreno en la ciudad de Santa Fe llega este fin de semana a la cartelera local. Esta noche a las 22, y mañana a las 20, en la Plataforma Lavarden.

Hacer teatro comercial en Rosario implica, también, producirlo; es decir correr riesgos económicos a la hora de montar una propuesta que, a diferencia de lo que pasa con la mayoría de los montajes, intente atraer a un público más amplio que el que suele acceder al teatro de producción más independiente o artesanal, por lo general, ligado a poéticas deliberadamente alternativas.

Más allá de que su auspicioso debut fue con un texto críptico y complejo como La tercera parte del mar, de Alejandro Tantanián, para seguir luego con una versión de la no menos compleja La escuálida familia, de Lola Arias, el santafesino radicado en Rosario Felipe Haidar se jugó por el deseo de acortar la brecha entre el teatro comercial y el de arte y, buscando no perder calidad, frente a su grupo Enjambre P, ensayó y produjo a lo largo de dos años, a la cabeza de un equipo de unas veinte personas, StripKill, espectáculo que luego de su estreno en abril pasado, en el emblemático Teatro 1º de Mayo de la ciudad de Santa Fe, se conocerá esta noche a las 22, y mañana a las 20, en la Plataforma Lavardén (Sarmiento y Mendoza).

La profusa ficha técnica de esta propuesta futurista y rupturista que transcurre entrado el año 3000 la encabezan las actrices Mayra Sánchez y Ludmila Bauk, con vestuario de Ramiro Sorrequieta, música original de Juani Favre, escenografía de Huella Laetoli y Victoria Madariaga, luces de Alejandro Ghirlanda y visuales y mapping de Orquídea Mapping.

“Nos encontramos hace dos años a partir de un montaje en el CEC, en un momento en el que los tres veníamos de diferentes experiencias artísticas, y teníamos ganas de trabajar juntos pero también de movilizar otra cosa; y en esa otra cosa estaba un público que no va habitualmente a ver teatro local. Por eso, la idea fue montar un espacio de visibilidad para los jóvenes del interior que producimos teatro y, también, un espacio de distribución, y que a partir de eso se revaloricen las propuestas. Ese fue el disparador para jugarnos por un proyecto que desde el comienzo estuvo apuntado a abrirse y a sumar”, adelantó Ludmila Bauk, quien junto con Mayra Sánchez encarnan a hermanas gemelas con un pasado que las une y las condena.

“Fueron dos años de arduo trabajo, y lo que más tiempo nos llevó fue el armado final de la propuesta, porque el montaje se hizo a partir de improvisaciones luego de encontrarnos trabajando en el CEC con una pieza teatral de gran contenido cómico que tuvo muy buena aceptación del público y nos incentivó a continuar juntos. Y en paralelo, llevamos adelante un trabajo de producción inmenso, de mucha prueba y error, para conseguir todo lo que necesitábamos para este montaje y poder estrenar en el Teatro 1º de Mayo de Santa Fe o estar luego en la Vieja Usina de Paraná, y ahora estrenar en la Plataforma Lavardén”, detalló el actor y director Felipe Haidar, quien aclaró que StripKill no implica un corrimiento definitivo de su anterior búsqueda estética sino un campo más a partir del cual experimentar y desarrollar su propuesta artística.

“Los factores que se involucran en la producción teatral fueron los más costosos para nosotros y no estoy hablando sólo de dinero; me refiero a que es una dinámica de trabajo a la que no estábamos acostumbrados, nunca la habíamos transitado, y tuvimos que aprender encontrando lo que buscábamos pero también teniendo que derribar muchos muros que se nos pusieron por delante;  sobre todo, tratándose de este trabajo que nos exige mucho como actrices porque es el aquí y ahora permanente; si no estamos en escena al ciento por ciento, la maquinaria que propone StripKill, literalmente, nos devora”, completó la actriz Mayra Sánchez.

Con relación a la temática de la obra, una comedia algo bizarra y futurista sobre dos hermanas con ribetes de performance, Haidar expresó: “StripKill es una comedia de sorpresas; el público se va a ver involucrado en una serie de sorpresas totalmente delirantes y donde, además, si quieren, podrán participar, porque el espectáculo tiene una estructura muy fuerte, con momentos abiertos a lo que pueda suceder en cada función. No es obligatorio, pero está bueno que la gente se involucre en esta fiesta galáctica, porque cuanto más participen la propuesta irá tomando rumbos inesperados. La idea es que el público digite cosas, que se vuelvan un poco directores y partícipes de esta alocada aventura. En síntesis: el público se vuelve un soporte de esta historia, con la capacidad de potenciarla, algo que es diferente en cada función. Por eso siempre decimos: si quieren llevar tomates para tirarnos en escena, son bienvenidos (risas)”.

Separadas al nacer

La historia transita por el mundo de hermanas gemelas cuyo vínculo está enrarecido. Y es un súper futuro, porque lo que se cuenta acontece en el 3065, para lo cual la puesta está intervenida con una profusa plataforma tecnológica que suma proyecciones en formatos diversos.

“StripKill cuenta la historia de Tiffany, una conductora de televisión que bien podría ser la Mirtha Legrand o la Susana Giménez del 3065, que brilla en los horarios centrales de la televisión galáctica, una mujer rubia, exitosa y hermosa que cree tenerlo todo, pero que, al mismo tiempo, debe lidiar con su pasado en un orfanato compartido con su hermana gemela que es la que no corrió con la misma suerte”, adelantó brevemente Haidar respecto de lo que se puede contar de este trabajo que, según se adelanta, apela constantemente a la sorpresa del espectador.

Finalmente, y en relación con un corrimiento hacia un teatro más comercial, el joven creador analizó: “Todo está ligado a lo que cada uno propone; no creo que haya que dividir entre comercial y no comercial; es más una cuestión vinculada al deseo de lo que uno tiene ganas de crear y generar en relación con el teatro. Rosario tiene muy buen teatro en general, un teatro de mucha intimidad que también está buenísimo. La idea tuvo que ver con jugarnos a algo más grande, más riesgoso, divino visualmente, para generar un proyecto que nos sirva, también, como plataforma para darnos a conocer a otro público como equipo de trabajo. Fueron dos años de laburar casi sin parar, perdimos dinero y nos esforzamos muchísimo, para poder concretar, en Rosario, sólo dos funciones en la Plataforma Lavardén, pero el saldo sigue siendo altamente positivo”.

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