“Hoy siento que esa empatía que buscamos con la película empezó a conectar con gente de otros lados, y que se volvió nuevamente una conversación más amplia. Esta nominación nos permite que esta conversación involucre a más gente, y creo que eso nos hace felices a todos”, agregó Kuschevatzky en diálogo con la agencia de noticias Télam luego de que la Academia de Hollywood diera a conocer la lista completa de títulos que participarán en esta nueva edición de los lauros que tendrá lugar el domingo 12 de marzo en Los Ángeles.
Del Mundial de Fútbol al Mundial de Cine: “Argentina, 1985”, nominada al premio Oscar
Se trata de la octava vez en la historia que Argentina consigue un lugar en la categoría que premia a los films producidos por fuera de Estados Unidos, y a pesar de compartir terreno con la aclamada Sin novedad en el frente, cinta alemana que se hizo de nueve candidaturas en total, la propuesta de Mitre ilusiona con repetir los logros de La historia oficial (1986) y El secreto de sus ojos (2010).
“Argentina, 1985 es un sueño de años, empezamos a trabajarlo hace cuatro años, casi como una reflexión, pensando en qué historia que no se había contado y que había atravesado a una sociedad entera en la Argentina queríamos contar, y que se pudiera contar como un thriller político”, explicó Kuschevatzky sobre la idea que ahora podría darle al país su tercer Oscar en esta terna.
En ese sentido, comentó que cuando se acercó al proyecto, sintió que “a Santiago (Mitre) se le había ocurrido de la nada el Juicio a las Juntas”, pero que hoy en día cree que “en realidad él llevaba la idea hace años en la cabeza”, y que “sólo la soltó” una vez que comenzaron a entablar conversaciones sobre la posibilidad de llevar la trama a la pantalla.
Actores, productores y cineastas celebran la nominación al Oscar de “Argentina, 1985”
“Siempre los productores sentimos que las implicancias de contar una historia así eran muy amplias, y que era imposible que algo tan transversal no cruzase la vida de mucha gente con miradas muy diferentes. Al mismo tiempo, sentíamos que el Juicio a las Juntas era un triunfo del sistema democrático, que iba más allá de cualquier tipo de bandera partidaria, y que esos derechos humanos eran un triunfo de la sociedad, que se había manifestado a través del mecanismo judicial y por la decisión política de (Raúl) Alfonsín, por supuesto, pero que era un triunfo de la sociedad que empezó a reclamar el derecho a la verdad, por más dolorosa e incómoda que pudiera ser”, siguió el productor.
En cuanto a la trascendencia internacional que el film cosechó desde su estreno a fines de septiembre pasado, relató que, cuando empezaron a mostrarla en distintos circuitos, se dieron cuenta “de que muchas sociedades tenían deudas similares”: “Desde la España que no juzgó al franquismo hasta la mayor parte de los países de Latinoamérica, que no llevaron a tribunales a sus regímenes represivos, sin olvidarnos de los países de Europa del Este, que atravesaron abusos hasta fines de los 80 y tampoco pudieron hacer esos movimientos. Y en términos contemporáneos, los intentos de romper regímenes democráticos como el 6 de enero en el Capitolio de Washington, o la última intentona de entrar al palacio gubernamental en Brasil”, enumeró.
“Te vas encontrando todo el tiempo con las fragilidades de la democracia, y la película empezó un diálogo sobre eso, sobre la necesidad de justicia y la defensa de la democracia a través de las instituciones, y nos pareció muy interesante eso que estaba pasando. La gente en todo el mundo nos decía «en mi país hubo algo así» o «qué bueno hubiese sido que en mi país pasara algo así», un proceso jurídico alrededor del abuso de poder”, recordó Kuschevatzky.
Por ese motivo, consideró que quienes están detrás de Argentina, 1985 le deben “todo a cada una de esas personas que tuvieron la valentía de compartir la verdad con el mundo”, en referencia no sólo a los funcionarios que elevaron a juicio los delitos de lesa humanidad cometidos durante la dictadura iniciada en 1976, sino a las y los testigos que públicamente relataron los vejámenes de todo tipo a los que habían sido sometidos.
“Diría que lo más fuerte de esta película para nosotros es poder compartirla con generaciones que ni saben que esto existió o que no saben qué pasó en esos años, y con gente en otros países que desconoce el que quizás sea el proceso judicial más importante en términos globales después de Núremberg. Y sobre todas las cosas, nosotros somos una herramienta de la valentía de toda esa gente que se paró a contar sus historias personales, frente a los jueces, fiscales y abogados defensores, para realmente no olvidar, para valorar la memoria, para empujar la verdad e ir en búsqueda de justicia”, concluyó el periodista y productor.
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