La “vida slow” es un cambio cultural hacia la desaceleración de nuestra forma de vida y hacia un mayor disfrute de la misma. Consiste en un cambio en nuestra actitud hacia la vida, relacionado con la desaceleración en la forma de comer, trabajar, un mayor espacio para el ocio, el relax y las relaciones afectivas. Propone tomar el control de nuestro tiempo, en lugar de vivir estresados, encontrando un equilibrio entre nuestras obligaciones y la tranquilidad de gozar de nuestros amigos, familia, de una comida saludable. La “vida slow” no consiste en pasividad, sino en una redistribución de nuestra energía hacia valores, actitudes y comportamientos que nos ayuden a llevar una vida más saludable.
¿Qué propone el “movimiento slow”?
-Dormir las horas necesarias, el descanso es primordial.
-Una alimentación saludable, verduras, frutas…
-Practicar actividades relajantes como yoga, ejercicios de relajación, meditación…
-Realizar las actividades de una en una y con calma.
-Practicar algo de ejercicio físico varios días a la semana.
-Comer con tranquilidad y de forma adecuada.
-No mirar continuamente el reloj, de ser posible los fines de semana quitarse el reloj, no utilizar el despertador sino despertarse cuando el organismo lo necesite.
-Disfrutar de una comida tranquila con amigos o con la familia en nuestros días libres.
-Dejar en su agenda de actividades y obligaciones, todos los días, tiempos libres para poder disfrutar del ocio, del ejercicio físico, de estar con sus seres queridos.
Carl Honoré, escritor y periodista, autor del exitoso libro Elogio a la lentitud, es uno de los mayores defensores del “movimiento slow” y promueve recuperar los ritmos naturales en la familia, el trabajo, la comida… Recomienda tomar lápiz y papel y tachar todo aquello que consideremos prescindible, asegura que no hay que tenerle miedo a la inactividad y que una parada nos permitirá ver lo que verdaderamente importa en nuestra vida.
El punto clave de este movimiento es conectarnos con nosotros mismos, con nuestra familia, amigos… una armonía natural que nos conecte con la vida.
Vivir deprisa
Algunas frases de Honoré: “Creo que vivir deprisa no es vivir, es sobrevivir. Nuestra cultura nos inculca el miedo a perder el tiempo, pero la paradoja es que la aceleración nos hace desperdiciar la vida”.
“Hoy todo el mundo sufre la enfermedad del tiempo: la creencia obsesiva de que el tiempo se aleja y debes pedalear cada vez más rápido”.
“La velocidad es una manera de no enfrentarse a lo que le pasa a tu cuerpo y a tu mente, de evitar las preguntas importantes… Viajamos constantemente por el carril rápido, cargados de emociones, de adrenalina, de estímulos, y eso hace que no tengamos nunca el tiempo y la tranquilidad que necesitamos para reflexionar y preguntarnos qué es lo realmente importante”.
“La lentitud nos permite ser más creativos en el trabajo, tener más salud y poder conectarnos con el placer y los otros”.
“A menudo, trabajar menos significa trabajar mejor. Pero más allá del gran debate sobre la productividad se encuentra la pregunta probablemente más importante de todas: ¿para qué es la vida?”.
“Hay que plantearse muy seriamente a qué dedicamos nuestro tiempo. Nadie en su lecho de muerte piensa: ojalá que hubiera pasado más tiempo en la oficina o viendo la tele; y, sin embargo, son las cosas que más tiempo consumen en la vida de la gente”.
“Nos prometieron que la tecnología trabajaría por nosotros y que seríamos más felices, pero hay estadísticas que demuestran que trabajamos 200 horas más al año que en 1970 y la insatisfacción vital y la velocidad definen nuestro tiempo”.
Honoré, el gurú antiprisa y autor del éxito mundial Elogio de la lentitud, ofrece en su libro y en esta entrevista una excelente radiografía de los males de nuestra sociedad y el remedio para sanarla: la filosofía “slow”, simplemente reducir la marcha y buscar el tiempo justo para cada cosa.
Lo mismo que defendemos el decrecimiento económico porque el nivel de consumo actual es insostenible en un planeta finito y sólo genera injusticias y degradación del medio ambiente, debemos aplicar los mismos principios en las personas. Decrecer el ritmo de vida para no degradarnos nosotros mismos.
La hiperactividad actual nos lleva a vivir por inercia, dedicando toda nuestra energía a metas externas que se oxidan con el paso del tiempo y olvidando las cosas importantes de la vida.
Somos esclavos de los horarios, del ruido, del consumo, de la hipoteca y de lo que se espera de nosotros, y eso equivale simplemente a sobrevivir pero no a vivir consciente y responsablemente.
Leer a Honoré es como respirar aire fresco.
Su filosofía actualiza los conceptos clásicos de cualquier tradición espiritual sobre la importancia del ser en vez del tener y del aquí y ahora. Pero él, además, tiene el mérito de haber popularizado y teorizado con rigor sobre le vida “slow” y la lentitud que se consideraban “cosas de vagos”.
Honoré denuncia la cultura de la prisa y sus consecuencias, la falta de paciencia, la hiperestimulación, la superficialidad, la multitarea (“abarcar mucho y apretar poco”) y defiende la lentitud, saborear los momentos y, sobre todo, priorizar en la vida.
“Lo que denuncio no es la rapidez en sí misma, sino que vivimos siempre en el carril rápido y hemos creado una cultura de la prisa donde buscamos hacer cada vez más cosas con cada vez menos tiempo, que hemos generado una especie de dictadura social que no deja espacio para la pausa, para el silencio, para todas esas cosas que parecen poco productivas. Un mundo tan impaciente y tan frenético que hasta la lentitud la queremos en el acto”.