Según datos estadísticos que surgen del Poder Judicial la cantidad de divorcios en Rosario el año pasado disminuyó un 7 por ciento en relación al 2008. En concreto, en el 2009 se iniciaron en los Tribunales Provinciales 2.126 trámites de disolución del vínculo conyugal, es decir 154 menos que el año anterior. La cifra indica que, en promedio, hubo diez divorcios por día, de los cuales casi el 60 por ciento fueron de mutuo consentimiento entre quienes deciden la separación. Igualmente, y tal vez a contramano de lo que se puede interpretar como positivo, especialistas en el tema sostienen que el fenómeno está íntimamente asociado a cuestiones económicas y al hecho de la constante disminución de la formalización legal del casamiento.
Antes de intentar explicar los datos, una de las primeras conclusiones que con los resultados en la mano establecen especialistas en el tema está vinculada a la sanción de la ley que permite el divorcio. Para Susana Chiarotti, directora del Instituto de Género, Derecho y Desarrollo (Insgenar), el primer hecho a resaltar sobre la cuestión es que “la ley de divorcio no fomentó la separación de parejas, como argumentaba la Iglesia”. “Por el contrario, la tendencia como se ve el año pasado, está retrocediendo y las parejas se separan si lo creen necesario y no porque haya una ley que ampare el divorcio”, sostuvo luego.
Al respecto, hace algunos meses un fallo en los Tribunales provinciales eliminó la segunda audiencia contemplada en el trámite de divorcio por el Código Civil. El fallo refería que era innecesaria esa segunda reunión entre las partes ya que siempre se ratificaba todo lo expuesto en la primera audiencia y la segunda no hacía más que dilatar el trámite.
En tanto, a la hora de examinar en profundidad el nuevo fenómeno de la caída en la cantidad de sociedades conyugales del año pasado en relación al 2008, Irene Loyacono, psicóloga y terapeuta especializada en parejas, sostiene que “uno de los factores” que influye y es causante directo es que “la gente se casa menos”. “Eso se da ya que sucede a menudo que parejas que están conviviendo sin los trámites legales, cuando se separan este hecho no queda registrado en ningún lado”, explicó la profesional, para luego concluir que “si se casan menos personas, esa incidencia, ese dato conceptual, con el tiempo y a la larga va a influir y a hacer bajar el número de divorcios. Y eso ya está ocurriendo”. Según datos que brindan diversos organismos a nivel nacional, y vista la cuestión en perspectiva, en el país en la última década disminuyó un 20 por ciento la cantidad de casamientos.
El cambio en la tendencia en el que hace hincapié Loyacono está bien reflejado en los números que se recogen en el ámbito judicial, desde donde advierten que en 2008 la cantidad de trámites de iniciación de disolución de la sociedad conyugal llegó casi a 200 casos mensuales, hecho que se inscribía en la curva creciente que ya se había producido en 2006 y 2007 y que se revirtió el año pasado.
El económico, principal motivo
Cuando se consulta a especialistas, aún proviniendo éstos de distintos ámbitos y diversas ciencias sociales, todos coinciden en que el económico, a la hora de decidir la disolución de la pareja, es un factor clave. “La crisis económica demora la decisión; es caro separarse. La gente se empobrece generalmente cuando queda sola. Esto se resume en el hecho de que antes había que mantener un hogar, mientras que luego hay que custodiar dos”, explica Loyacono.
Para la psicóloga generalmente no se tiene en cuenta que la alianza matrimonial o de pareja es también una unidad económica. Loyacono explica que por eso es que “en las separaciones aparece con crudeza esta realidad. Ya no se trata de una relación sentimental, también juega lo económico, y por eso siempre va a aparecer la cuestión de que la persona reflexione cómo va a vivir cuando se separe. De hecho, hay gente que ya está separada legalmente y sigue conviviendo”.
“Uno no detecta que haya mejores habilidades para comunicarse y resolver conflictos. De hecho cada vez son más los novios y las parejas jóvenes que ya desde casi el comienzo de la relación y desde más chicos vienen a consultar por sus conflictos”, razonó casi a modo de síntesis la terapeuta a la hora de explicar nuevamente cual es el porqué de la disminución de los divorcios.
Divorcios en baja, violencia en suba
La situación de colapso que se viene atravesando en los Tribunales de Rosario no sólo es remarcada periódicamente por los colegios de profesionales (de magistrados y de abogados), sino que también se reconoce puertas adentro del propio Poder Judicial. Al respecto, uno de los fueros que rebasa de expedientes y donde los jueces hacen malabares para resolver conflictos —muchos derivados de la alta conflictividad social— es precisamente el de Familia. Allí hay apenas tres juzgados que el año pasado recibieron diez mil causas, un promedio de más de tres mil por juzgado. Del total, alrededor de 2.472 fueron por violencia familiar, un 20 por ciento más que en 2008.
Al respecto, y en torno al hecho que indica que paralelamente a la baja de los divorcios ha subido considerablemente el número de denuncias de violencia familiar, para Loyacono dicho elemento de la realidad es otro claro indicio de que la convivencia en la pareja “no ha mejorado”. “En el mundo ha aumentado el número de casos y de denuncias por violencia en el seno de la familia. Ahora lo que hay es una visibilización mayor de la violencia. La primera impresión es que esto estaría en contradicción con el dato de los divorcios, pero no es así”.
Por su parte, Chiarotti relacionó el incremento de las denuncias de violencia hogareña con el hecho de que la mujer tiene hoy un conocimiento más amplio de sus derechos y de las leyes que la amparan, y por eso no duda en acudir a denunciar una situación que no está dispuesta a seguir soportando.