El policía de 38 años que en abril de 2015 entró a los tiros al McDonald´s de avenida Pellegrini al 1400 para ponerle fin a una pelea que había mantenido minutos antes con otros clientes del local de comidas empezó a ser juzgado ayer en un juicio oral y público. La fiscal acusó al uniformado de homicidio agravado en grado de tentativa y portación ilegítima de arma de fuego y pidió siete años de prisión efectiva. La defensa negó la imputación basada en que el efectivo actuó bajo emoción violenta porque se encontraba alcoholizado, había sido humillado durante la riña y estaba amenazado por un clan de zona oeste.
Ayer, ocho testigos desfilaron en la primera jornada del juicio que se le sigue a Alejandro Darío Vallejos., cuatro de los cuales fueron quienes participaron en la gresca con el policía y su amigo, dijo una fuente judicial. La balacera ocurrió el 3 de abril de 2015 a las 6 de la mañana dentro de la sucursal de McDonald’s de avenida Pellegrini, donde había unas 60 personas, en su mayoría jóvenes que salían de bailar. Una discusión por un comentario discriminatorio en boca del policía y su amigo derivó en una pelea a golpes de puño en la puerta del local. El policía, que se encontraba con carpeta médica e impedido de portar arma, utilizó una pistola 9 milímetros que llevaba en su auto para regresar momentos después y dar inicio a una balacera en el interior del local, que quedó filmada y causó pánico.
La teoría de la fiscal Marisol Fabbro es que el policía, tras la pelea, fue a buscar la pistola a su auto y volvió al local a los tiros con intenciones de matar. Para el abogado defensor, Sergio Casas, esa teoría es insostenible. En diálogo con El Ciudadano reconoció que su cliente disparó para “amedrentar y asustar” pero no para matar. Agregó que el policía estaba alcoholizado y “prácticamente no tenía decisión sobre su conducta”, al punto que no recuerda lo que hizo. En ese sentido dijo que “actuó bajo emoción violenta” porque había sido golpeado y humillado, y luego instigado por su amigo a disparar. No obstante la persona que lo acompañaba fue desvinculada de la causa y no se pudo probar su rol de instigador.
Por último, el abogado explicó que su cliente estaba armado ilegalmente porque sufría amenazas por parte de un clan de zona oeste. El mismo argumento brindó ayer el policía en la audiencia tras referir que sufrió balaceras en el frente de su vivienda de los mismos agresores que balearon a su hermana, también policía, y amenazaron a su hija.