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Balotaje desata un Boca-River en Brasil

El resultado de la primera vuelta presidencial argentina repercutió con fuerza en el Congreso de Brasil, gran caja de resonancia de la política del país vecino, que al menos hasta el próximo domingo 22 tendrá un motivo para pensar en otra cosa que no sea en la crisis local y en el destino del gobierno de Dilma Rousseff.

El resultado de la primera vuelta presidencial argentina repercutió con fuerza en el Congreso de Brasil, gran caja de resonancia de la política del país vecino, que al menos hasta el próximo domingo 22 tendrá un motivo para pensar en otra cosa que no sea en la crisis local y en el destino del gobierno de Dilma Rousseff.

Es que para oficialistas y opositores, en la Argentina se juega mucho más que un simple cambio de gobierno. Se trata, más bien, de la confirmación de una era en la política regional o, en su defecto, del inicio de un cambio que, creen los segundos, terminará teniendo escala continental.

En clave doméstica, y aludiendo a lo que el Partido de los Trabajadores considera un golpe en curso contra Dilma, el diputado Décio Lima le dijo a este diario: “Esperamos que la democracia conquistada por las fuerzas progresistas en toda América latina nunca sea puesta en jaque. Por otro lado, es evidente que nosotros hacemos fuerza por la continuidad del programa fuertemente aglutinador que viene desarrollando la Argentina”.

Según el legislador, la fórmula encabezada por Daniel Scioli asegura “un modelo de desarrollo sustentable y un ambiente de tranquilidad para el pueblo”.

Otro petista, el vicepresidente del Senado, Jorge Viana, relativizó el clima de fortalecimiento de la oposición argentina al señalar que el buen desempeño de Mauricio Macri “es algo que pasa en todas partes, también en Brasil, y forma parte del proceso democrático”. “La segunda vuelta permitirá explicitar mejor las diferencias entre los candidatos”, confió, recordando el balotaje que hace un año le permitió retener el poder a Dilma por estrecho margen.

Bruno Araújo, hombre del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) y líder del interbloque opositor en la Cámara baja, le dijo a este periodista que “el resultado de la primera vuelta fue una grata sorpresa por la posibilidad de que el señor Macri inaugure un nuevo movimiento en América del Sur que ponga fin a años de bolivarianismo, de kirchnerismo. Brasil lo intentó el año pasado y, ya que a los dos países nos gusta el fútbol, podemos decir que nuestro tiro pegó en el travesaño y que parece que son los argentinos los que van a hacer el gol”.

Según Araújo, un cambio de signo político va a permitirle a nuestro país “retomar la confianza de la comunidad internacional, del mercado y de los inversores, incluso brasileños que estuvieron con nosotros y muestran un interés renovado por la Argentina”.

Bruna Furlan, también diputada por el opositor PSDB y, afirman, de gran futuro con apenas 32 años, señaló que “Argentina busca un nuevo camino, un nuevo horizonte y nosotros, que estamos tan cerca, estamos muy interesados en lo que puede suceder”.

El senador Paulo Bauer, también del PSDB y miembro de la Comisión de Mercosur de la Cámara alta, se esperanza con un nuevo rumbo en la política comercial del bloque. “En la forma en que estamos hoy, ni Argentina ni Brasil tienen avances en el mercado internacional debido a la falta de habilidad, de voluntad política y de visión estratégica de los gobiernos. Se han preocupado mucho más por hacer política ideológica que por hacer un Mercosur económicamente más fuerte”.

“Estamos a contramano”, añadió Bauer en diálogo con este diario. “Tenemos que exportar más, hacer nuevas sociedades con otros países y regiones. Vemos ahora el surgimiento del Acuerdo Transpacífico (TPP), firmado por Chile, México, Perú, Estados Unidos y varios países de Asia… Si no hacemos algo al respecto, el Mercosur va a retroceder, infelizmente”, completó.

Dos modelos en pugna, en definitiva. Aquí y allá.

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