Desde hace pocas semanas los argentinos tenemos un nuevo símbolo nacional que se suma a nuestra Bandera oficial, al Escudo y al Himno; es la “Bandera Nacional de la Libertad Civil”, que fue creada por Belgrano para reconocer el patriótico sacrificio de aquellos que llamamos “los desconocidos de la Historia”, protagonistas de las luchas por la Independencia. Pocos meses antes los jujeños habían abandonado sus campos y poblados para acompañar la retirada estratégica que la historia llama el “Éxodo jujeño”; también habían combatido con denuedo en Las Piedras, Tucumán y Salta.
El prócer dispuso la creación de esta enseña en su carácter de gobernador y capitán general y fue tácitamente convalidada por el Directorio, autoridad suprema de las Provincias Unidas por aquellas épocas. Se mostró por primera vez en el acto oficial del 25 de mayo de 1813, en la plaza de Jujuy, cuando Belgrano la entregó a su Cabildo.
Hoy puede verse en la Casa de Gobierno jujeña, en relativo buen estado de conservación.
El término “libertad civil” equivale al concepto que hoy llamamos “estado de derecho”; indica que las autoridades deben sujetar su accionar a la Constitución y proteger los derechos humanos, desterrando toda arbitrariedad. Como vemos, el emblema manifiesta un lenguaje muy actual, plenamente vigente.
La Bandera Nacional de la Libertad Civil se caracteriza por ser histórica; ya que prefiguró la independencia nacional; nos recuerda el esfuerzo de nuestros mayores en los turbulentos años de la emancipación; como está documentalmente probado. Es “nacional”, por que así lo especifica la documentación. Es “oficial”, por ser creada por una autoridad que tenía poder para ello, lo que ratificó la reciente ley. Es de uso “civil”, porque todos puedan emplearla. Y, finalmente, es “belgraniana” ya que fue el propio general Belgrano el que dispuso crearla. Se conservan los recibos por el costo de su confección, convalidados por la firma del prócer. Con esta antigua pero revalorizada bandera los argentinos tenemos un nuevo motivo para enorgullecernos e identificarnos; ella prueba el inmenso valor del protagonismo de miles de ignotos patriotas que en conjunto contribuyeron a formar nuestra Nación. Desde circunstancias infinitamente más difíciles que aquellas que nos aquejan, ellos nos dan el ejemplo que cada día con pequeñas acciones, puede construirse un país, nuestra Argentina”.
Diseño y ceremonial
Es de color blanco y con un escudo similar al Nacional en su centro. El gorro incorpora la “mascaypacha”, símbolo de la soberanía inca, señalando así la raíz vernácula de los gobiernos de América. Ello explicita la vocación continental de la gesta emancipadora y el reconocimiento expreso de las culturas de los pueblos originarios. Tiene como peculiaridad que su Sol naciente esboza una sonrisa, un caso único. La cinta que une los gajos es roja, color que se atribuye a la sangre derramada en las luchas contra el poder realista. El aspecto que presenta la reliquia original guardada en Jujuy, fue captado fielmente en la imagen vectorial aprobada por la ley, obra del especialista Francisco Gregoric.
La nueva bandera se debe usar junto a la Oficial y goza de prioridad sobre las enseñas de otros Estados y las de provincias. Su variante “de ceremonia” lleva moño de tres franjas (celeste, blanco y celeste), señalando su carácter de “bandera nacional argentina”.
Cualquier particular o entidad puede emplear este símbolo, tanto para izarlo en un mástil o en espacios internos.
Una visita a nuestra ciudad
Pocos saben que esta histórica enseña llegó a Rosario en 1898 para solemnizar la colocación de la piedra fundamental del Monumento a la Bandera. Durante cuatro días permaneció en nuestra ciudad recibiendo los honores de miles de rosarinos que la veneraron en el actual Salón “Carrasco” del Palacio municipal. El día 9 de julio, aniversario de nuestra independencia nacional, flameó en un mástil enclavado en la plaza que había donde hoy está el Monumento. Como segunda bandera nacional es natural que se ice allí, pero no en el Mástil Mayor, sino en el llamado “escolta”, ubicado en el Patio Cívico. En la Municipalidad se está elaborando una norma que así lo dispone. Por el momento se instalará en la Galería de Honor, junto a las que representan a la provincia de Santa Fe y a Rosario.
Son muchos los países del mundo que junto a sus banderas oficiales usan otras que testimonian la riqueza de su historia. Es el caso de Uruguay, que emplea con carácter ceremonial y evocativo la bandera de Artigas y la que llevaron los “33 Orientales” en su acción libertadora. Entre otras naciones que hacen lo propio, mencionamos a Australia, Cuba, Estados Unidos, México, Puerto Rico y varios países de Europa.
La gestación de la ley en el Congreso
Como estudioso de la banderas (vexilólogo), profesor de la Universidad Nacional de Rosario, miembro del Instituto Nacional Belgraniano y de su filial Rosario surge como iniciativa. Junto al texto legal, lo acompañé con varios anexos, como demanda la moderna técnica legislativa para este tipo de norma, junto a un meduloso estudio de los antecedentes de esta bandera, que sustentó en más de 50 documentos que prueban su carácter y autenticidad. Allí se explica que es la única bandera probadamente belgraniana que nos ha legado, lo que la transforma en una reliquia histórica de primera magnitud.
Más de veinte años de estudio se vieron reflejados en la iniciativa.
Esto motivó el interés legisladores nacionales jujeños que tomaron el texto y le dieron estado parlamentario. Finalmente se aprobó el que lleva la firma de la senadora Liliana Fellner, acompañada de sus pares Gerardo Morales y Walter Barrionuevo.
El trámite del proyecto demandó casi tres años y debió superar el filtro de varias comisiones; en todas logró unanimidad, lo que legitima el valor del símbolo. Durante su tratamiento la iniciativa recibió el apoyo de numerosas entidades, entre las que por su significación destaca el del Instituto Nacional Belgraniano, presidido por un descendiente directo del prócer, el Lic. Manuel Belgrano Lastra. En nuestra ciudad, el Instituto Belgraniano de Rosario reunió más de tres mil adhesiones, en sólo dos meses.
En 1996, una ley jujeña, (por iniciativa de quien escribe), había reconocido a esta bandera como símbolo oficial de la provincia de Jujuy. Sus habitantes la lucen con particular orgullo debido a su honroso origen, tan ligado a las tradiciones gauchescas.
En más de ciento setenta y dos años muy pocos proyectos presentados al Congreso por un particular llegaron a convertirse en ley, como ocurrió con el presente. Por lo mismo, es un ejemplo significativo de participación cívica; sobre todo, si se considera que no pocos legisladores culminan su mandato sin lograr hacer sancionar una ley de su autoría.