Si existe un antecedente del humor costumbrista argentino que rescata algo del viejo grotesco y lo potencia en una especie de tragicomedia que supuso hace un par de décadas lo que se denominó “disfuncionalidad familiar”, como si lo disfuncional no fuese inherente a cualquier familia, ésa obra es Esperando la carroza, la pieza del dramaturgo y escritor rumano nacionalizado uruguayo Jacobo Langsner que se hizo popular por su versión cinematográfica dirigida por en 1985 por Alejandro Doria.
Tan argentina como el mate, el asado, la grieta y la contradicción, esa pieza tiene una continuidad en Barbacoa, escrita por el recordado autor a comienzos de los 80, desde el exilio, y casi desconocida en el país, que desde este jueves tendrá una versión local, de la mano del director Esteban Trivisonno, a cargo también de la adaptación de textos junto a Juan Mangiarelli, quien además integra el elenco de una obra que surge de un material que, a la distancia, se puede leer casi como premonitorio de lo que pasaría en la Argentina de los funestos 90 de “pizza con champagne”, frivolidad y farandulización de la política.
De este modo, protagonizada por un gran elenco de destacados artistas locales, la familia Musicardi vuelve al ruedo, esta vez con la excusa del aniversario de bodas de Antonio y Norberto, porque aquí la pareja protagónica es una pareja gay, quienes han orquestado un despliegue enorme en su mansión, y así la familia vuelve a reunirse por primera vez luego del fallecimiento de Mamá Cora en una casa con un jardín de plástico, donde hay un bebé por nacer, frente al peligro de perder todos los bienes conseguidos, el resentimiento de clase y los viejos rencores familiares, “que aparecen nuevamente mientras el fuego va haciendo las carnes apestadas que los Musicardi pretenden servir en esa fiesta inolvidable”.
“Barbacoa es un reencuentro que nos representa e interpela desde nuestra propia decadencia, desde la incomodidad y el desamparo de esa estructura voraz y peligrosa que llamamos familia. Tan absurda como desopilante, popular y costumbrista, la obra promete adentrar a los espectadores en diferentes climas y momentos a partir de los maravillosos diálogos que propone”, adelantan desde un equipo artístico que, desde las actuaciones, integran Gabriela Bertazzo (Susana), Lala Brillos (Matilde), Juan Carlos Capello (Antonio), Claudio Danterre (Jorge), Macu Mascía (Emilia), Juan Mangiarelli (Norberto), Silvina Santandrea (Elvira) y Mario Vidoletti (Sergio), con asistencia de dirección de Cecilia Zin, asistencia de producción de Margarita Tártara, escenografía de Carolina Cairo, luces de Hugo Sanguinetti, vestuario de Agustina López y Liza Tanoni, diseño gráfico de Fernando Galassi, fotografía de Romina Ferreyra, comunicación y redes de Mauricio Pellegrino y prensa de Paula Caffaratti.
Domingo a las llamas
“Este proyecto llega en 2019, en medio de una de las tantas reuniones que teníamos con Juan Mangiarelli y Lala Brillos; somos amigos desde hace un tiempo y Lala fue quien me sugirió a Juan, que tenía la idea, había pedido el texto de Langsner y contaba con una primera adaptación. Obviamente, tanto él como yo éramos fanáticos totales de Esperando la carroza y lo primero que le pregunté era si Barbacoa se constituía estrictamente como la continuación de ese icono. Y sí, Langsner, un autor brutal y descarado como lo fue, había escrito una trilogía sobre esta familia y el devenir dentro de la historia contemporánea argentina. Y Barbacoa es la parte del medio, situada unos años más adelante de Esperando la carroza, con un principal cambio y punto de conflicto familiar: Mamá Cora murió y la familia debe volver a juntarse tras un largo tiempo sin verse”, contó a El Ciudadano, acerca de la génesis del proyecto, el director de cine y teatro rosarino Esteban Trivisonno.
Y sumó: “Juan había propuesto una adaptación que no se condice con la época con la que fue escrita (1981) y llevado todo a un lugar anacrónico, optando por un tiempo presente en donde el primer cambio era que Nora y Antonio (Betiana Blum y Luis Brandoni en la película de Doria) pasaban a ser Norberto y Antonio, una pareja de hombres que celebra su aniversario de casados en una mansión despampanante (la obra original transcurre en el barrio porteño de Olivos) y la familia estaba invitada a modo de reencuentro. Con esas primeras ideas, nos sentamos con Juan a delinear un texto que funcionara como adaptación libre y contemporánea, también desprejuiciada, que tenga el espíritu que todo el público ya conoce sobre esta familia. Nos encontramos con que Barbacoa tiene muchos más personajes periféricos, más líneas de conflictos y diálogos filosísimos que se extienden por las sesenta páginas de la obra. Nuestra adaptación tenía como objetivos principales no perder ese mundo creado de los Musicardi y explorar los conflictos que más nos interesaban: el paso del tiempo, las miserias familiares heredadas, la pirámide social donde los Musicardi se mueven, la muerte de la matriarca (Mamá Cora) y ese lugar vacío y, por sobre todas las cosas, la violencia familiar que se mezcla con el humor salvaje en un domingo en donde puede pasar cualquier cosa”.
“Barbacoa es parte de una saga, la de los Musicardi –completo el director en el mismo sentido–. Ellos no necesitan presentación, hoy los podríamos encuadrar en un multiverso o metaverso donde hay reglas propias, en la cancha están los personajes de siempre y todas sus locuras, sus arrebatos y también nuevos rostros que se dan a conocer mientras el fuego va haciendo las carnes de esa fiesta que promete ser inolvidable”.
Amor y nuevos ricos
La obra adquiere un nuevo sentido, muy vinculado a la agenda del presente, dado que aquellos Nora y Antonio de la original hoy son Norberto y Antonio, una pareja gay de gran poder adquisitivo que recibe en su casa fastuosa y kitsch al resto de la golpeada familia, claramente, de otra condición socioeconómica.
“En este nuevo universo hay una pareja abiertamente gay compuesta por Norberto y Antonio, este matrimonio, sus usos y costumbres, su sistema de valores y objetivos son los mismos que los de Nora y Antonio. Ellos han levantado un negocio de dudosas fuentes económicas, viven en un country exclusivo y, en el día de su aniversario, tras haberse recorrido el mundo entero y ser fotografiados para varios diarios, deciden dar una fiesta para «gente como ellos». El hilo más fino y posible tiro por la culata de esta fiesta son los Musicardi (Elvira, Sergio, Matilde, Emilia, Jorge y Susana), a los que Antonio decide invitar tras años de no verse, en plan de «recomponer» los viejos vínculos de familia”, detalló el creador.
Y profundizó: “Ellos son despiadados, nuevos ricos con todos y cada uno de los clichés, que aman estar expuestos y ser necesitados por la familia para aliviar los males económicos, y es Norberto, el hacedor de esta fiesta, el anfitrión y dueño del hogar, el que continuamente expone este nuevo pasar. La familia acepta la relación, nada los afecta, porque si algo son los Musicardi es egocéntricos y sumamente yoicos; todos pretenden llevar agua para su molino a costa de la fiesta que Norbi y Antonio tan fastuosamente han armado”.
Seleccionado en escena
Como viene sucediendo en el último tiempo, el teatro rosarino coquetea con el mainstream poniendo en valor, como en este caso, a un gran seleccionado de actores y actrices locales que más allá de sus recorridos personales buscan abrir el juego hacia otros públicos.
“Me declaro un estudioso de los actores y actrices, trato siempre de saber en qué andan, verlos, salir a comer, juntarme, hablar y delirar proyectos. Soy actor aunque reniegue y no le de mi ciento por ciento diario. Y formar el elenco de esta obra fue una conjunción hermosa de fuerzas y la selección la hicimos con Juan y Lala. Tener actores, directores, dramaturgos y productores en el elenco me daba seguridad y temor, necesitaba que ellos ingresen a los personajes con toda su impronta y luego se vayan para el lado que tanto yo como la maravillosa Cecilia Zin (asistente de dirección), quien también es una actriz sobresaliente, les íbamos proponiendo. No bastaba con tener un texto poderoso y ellos tener una experiencia notable, había que ir hacia algo más profundo, bordear la oscuridad de cada personaje, atreverse a ser personas horribles y, en este gran proceso que hemos emprendido, todos dan lo mejor de sí y más; son brutales”, expresó orgulloso Trivisonno.
Y detalló: “Silvina Santandrea es una fuerza de la naturaleza actoral, Mario Vidoletti tiene el hit escénico en su sangre y desborda, mis grandes amigos Juan Carlos Capello y Claudio Danterre son extraordinarios, contenedores y al fin nos dimos el gusto de trabajar juntos. Encontré a Gabi Bertazzo como una aliada increíble para Susana, nos teníamos ganas hace largo rato y ahora lo concretamos. Con Juan, Lala y Macu reforzamos la amistad que nos unía y cada uno de ellos me mostró ser esencial, necesario y con un poderío escénico que me hace estar alerta todo el tiempo. Es un seleccionado, un equipo de los sueños, al igual que todos los involucrados en crear este proyecto, por eso siento que soy un privilegiado real”.
Eso que no funciona
Respecto de la tan mentada disfuncionalidad familiar y de aquél teatro de living que habló de las singularidades de la familia argentina en los 90 y primeros 2000, el director evaluó finalmente: “Vengo diciendo entre el equipo que pasar un domingo familiar puede volverse una pesadilla si lo atravesamos de punta a punta, desde la picada hasta la torta matera de la tardecita. Todo puede aflorar o dormir bajo una alfombra ya que la familia es el primer espacio donde una persona aprende, evoluciona y se hace fuerte, ya sea familia de sangre o la elegida por la vida. La funcionalidad nos brinda estabilidad y la familia nos pone en jaque porque puertas adentro nada es totalmente funcional ni como lo esperamos. Creo que la diferencia yace en la intimidad que creamos con nuestra familia, lo que subyace tras los años que se viven, cómo envejecemos y perdonamos, cómo nos volvemos a enojar. Ese cóctel emocional no puede ser funcional y nada se cierra con los años, toma otras formas que devienen en risas o en tomarlo con un poco más de humor. Mi familia es mi mundo y yo soy parte del de ellos; tenemos nuestros avatares y grietas pero siempre me dejaron ser. Barbacoa pone en el centro de la acción los espacios oscuros y desopilantes de una familia que necesita ser oída, que vive en un desplante y división constantes sólo para mantenerse a flote. Jacobo Langsner plantea una brutalidad y un desamparo, al mismo tiempo que abre la puerta para que pasen otras cosas, como en el país, como en el mundo. Siempre volvemos a la familia, siempre tenemos que hacerlo y nada es aleatorio, nuestra obra intenta ir a esos lugares. Así vivimos esta obra, como un encuentro en una sala de espejos de una feria; una familia que es un espejo y ese reflejo es lo único que nos sopapea para ir hacia adelante”.
Para agendar
Barbacoa tendrá su esperado estreno en Rosario este jueves, desde las 21, en el Teatro Municipal La Comedia (Mitre y Ricardone). Las entradas, a 700 pesos, se pueden comprar en la boletería de la sala en horario habituales o a través del sistema http://1000tickets.com.ar.