La clausura el fin de semana del bar Olimpo y a fines de mayo del pub Mc Namara puso en alerta a los titulares de esa clase de comercios de la ciudad donde se ofrecen espectáculos artísticos mientras se consumen bebidas y comidas. Organizados bajo el nombre de Espacio Culturales Unidos de Rosario (Ecur), solicitaron la “urgente discusión a nivel ejecutivo y legislativo sobre la realidad de esos espacios y las propuestas que impulsan”. Apuntaron específicamente a que la Municipalidad “controla de manera selectiva y poco clara, amparada en una normativa cuestionada por amplios sectores y en muchos aspectos caduca”. Según destacan, tener las puertas cerradas hace que peligren de manera directa las fuentes de trabajo y la posibilidad de seguir teniendo abiertos los distintos emprendimientos. Hoy se van a presentar en el Concejo Municipal para dar a conocer su situación.
Uno de los titulares del bar Olimpo, Pablo Teglia, contó que el municipio clausuró el local el sábado a la medianoche “porque una medición (de sonido) dio alta”.
“Lo que nosotros decimos es que hay una norma que está desactualizada y caduca. Para tener una idea, está hecha a partir de mediciones que se hicieron en 1972 sobre lo que es el ruido ambiente de Rosario. Hoy en día hay especialistas en la materia que explican que en cualquier esquina de la ciudad se pueden captar 70 decibeles, que es el nivel de una charla, con alguno que otro pico, lo que también es discutible, y eso fue lo que encontraron”, señaló.
“Nosotros tenemos un salón milonga y al hacer varias cosas distintas es como que se toma el tenor más estricto de la norma y nos da para linderos 50 decibeles. Entonces, uno no sabe si ese número ya está excedido simplemente por el ruido que hacen los colectivos que pasan por esta zona. Estamos hablando de Corrientes y Mendoza. Y ni hablar de las motos y los autos. Realmente es muy discutible el tema de la medición”, continuó.
Frente a esto, desde el comercio están pidiendo que no haya un “ensañamiento” con esta clase de locales.
“Para nosotros un día sin trabajar se convierte automáticamente en deuda, por lo que corren riesgo las fuentes de trabajo. Además, está la reprogramación de todos los espectáculos. Es realmente traumático y muy complicado”, señaló.
“Estamos trabajando siempre con miedo por la cuestión de reglamentaciones y normas que dependen de la predisposición y el criterio del inspector. A nosotros nos clausuraron por veinte días, que es la pena menor que se puede imponer. Estamos tratando de correr el eje de la discusión porque creemos que se trata de lugares que tienen una producción cultural que ayuda y empuja a la ciudad. Para nosotros, como están las normas es imposible trabajar. La última clausura que tuvimos fue de dos meses y medio y aún estamos pagando todo lo que representó. Ahora, con esta otra, ya estamos pensando en abandonar el lugar, que ya tiene más de cincuenta años de trayectoria”, remarcó.
Así las cosas, desde el Ecur plantearon a través de un escrito que quieren ser incluidos en «la discusión de la noche» que se está dando en el Concejo Municipal.
“Se ha sentado a bolicheros y dueños de bares a debatir y dejan afuera una dimensión fundamental. Hablamos de los espacios culturales que abundan en la ciudad y generamos día a día, noche a noche, un sinfín de actividades que, por la lógica misma de una ordenanza que regula el «entretenimiento», quedan en un marco de legalidad difusa, ya que debemos acomodarnos a figuras legales que poco tienen que ver con la diversidad de actividades que desarrollamos. Eso es lo que luego trae aparejado, inspecciones discrecionales de por medio, este tipo de clausuras”, señalaron.
“El caso del Olimpo es uno más, de muchos otros, que con mayor o menor visibilidad suceden día a día. Espacios a los que veinte o treinta días de clausura les implican un riesgo real de cerrar las puertas definitivamente, y con él la pérdida de decenas de puestos laborales, esto sin contar la cantidad de artistas que ejercen su trabajo allí”, destacaron los empresarios.
“Nosotros, no tenemos la posibilidad económica de ni siquiera amenazar con un paro (o mejor dicho lockout patronal) como lo hicieron los bolicheros de Rosario. Somos otra cosa, totalmente distinta, que arriesgamos día a día hasta lo que no tenemos para poder sostener estos lugares únicos de la ciudad donde no hay otro negocio más grande que el de producir cultura”, concluyeron.
“Estamos ante muchos puntos grises”
La regulación de la “noche” viene siendo discutida hace un tiempo en el Concejo Municipal con los bolicheros. El concejal Sebastián Chale reconoció que la ordenanza actual tiene “deficiencias reconocidas por todos y hay un cierto acuerdo para ir avanzando con categorías más sencillas y simples”. “Hay algunos rubros que hoy están incorporados, que han permitido distintas violaciones y que no han sido claros para los propios empresarios. Hay que establecer reglas de juego para que todos puedan invertir conociendo las normas”, señaló.
“La ordenanza plantea un rubro muy controvertido como el de bar con amenización musical que ha sido sujeto de muchas infracciones. Es el rubro preferido para habilitar y muchas veces tiende a ser mal usado. Hay que ser más claros en las definiciones para que no se generen estas situaciones. Estamos ante ordenanzas que tienen muchos puntos grises y en este sentido existe el consenso para avanzar hacia algo más claro y más preciso”, continuó.
“La ordenanza se creó cuando había algunos hábitos y algunas pautas de diversión que han variado con el tiempo. El boliche de gran superficie ya no es una modalidad que se use. Sí existen mucho este tipo de bares donde hay música y eventualmente puede haber una banda tocando. La clave de la nueva ordenanza va a estar en ser clara y precisa en sus alcances tanto para los vecinos como para los jóvenes que tienen derecho a divertirse y para los empresarios que también tienen derechos y obligaciones”, afirmó.